Con mucha eñe española y quejumbrosa torería
se perpetró una engañifa mayúscula. La coña no tuvo gracia aunque estuvo todo
dispuesto para acometerla con alevosía. Las tres figuras de tan afanada artimaña
habían elegido amañadas gansadas en vez toritos bravos, cobraron previo apaño, se
vistieron con el ceño fruncido, comulgaron de la piña colada y se promocionaron
para escenificar el sueño señero del engaño. Veamos lo que dio de sí la eñe.
Con la ña. Pues ña de ña. Ña de artimaña,
de organizar este bodrio estafador y querer que encima les saquen en volandas
divinas. Incluso, lo más asombroso es que le ponen frunce al resultado y se
sientan ofendidos porque los demás no tragaron con este alarde de desvergüenza torera.
Ña, ña, ña, de na, de castizo na, queridos, que para ser toreros de reverencia
hay que haberlo demostrado con honradez, hombría y genialidad.
Con la ñe. Pues ñe de ñe. O lo que es lo
mismo, que hay que hacer limpieza en las altas cañerías del escalafón y ponerle
los puntos a las íes. Para empezar dejen de hacer exaltación de su afición pues
no existe mayor impostura, ni tan grandiosa patraña, de ver cuánto les importa a ustedes y a sus bolsillos la fiesta y su decencia.
Con la ñi. Ñi tu ni nadie. Pues nadie.
¡Qué le vamos a hacer!
Con la ño. Esta es fácil, ñoño. La inexpresión
de Castella es recalcitrante. Nunca dice nada. Nunca, a pesar de que cambió de
repertorio para salirle las cosas como siempre. Lacia era la flema de Talavante
y hasta daba la risa tonta cuando intentaba componer su desojado cuerpo en
posturitas patéticas al imberbe bovino que le prepararon para el cante grande y
que hizo tercero. Después vendría en hermano mayor; y el torero se infló en tan
mentirosa faena que daban ganas de descomponerle su tontorrón semblante. Y
respecto a la figura de moda, únicamente decir que se escondía en su particular
pasarela de cazadores de tendencia y que ayer solo tenían ojitos para el
empaque del modelo, ya que ni la fiesta, ni la verdad y ni los otros dos pobres
-ni con sus vestidos ni con sus físicos-, alumbran un candil por mucha novena
que se rece a santa Rita. Pero, ¿qué ha hecho Manzanares más que los demás? ¿Qué
hacemos nosotros para merecer esta mentira ñoña y engañadora?
Con la ñu. Con la ñu de ñus. Hasta seis
soltaron a juguetear por el ruedo, a revolotear como gallináceas, a picotear como
vulgares ñandús. A esta manada de mamíferos bovinos, también a sus criadores y
promotores profesionales, hay que darles la enhorabuena por tan arrogante osadía
pues la dura elección –fruto de un arduo consenso- no pudo ser más acertada
para arrasar con la gente guapa, con la fea; con la lista, con la tonta; con la
molesta, con la seductora; con la rica, con la pobre; con todo bicho viviente;
y además quedar como unos roñosos.
Así está la eñe, como la fiesta, escondida
en el alfabeto y en la historia. Únicamente decirles que de tanta coña estamos
hasta el moño, señores. Lo de señores es por quedar bien porque ya nos ha quedado
claro que no lo son. Y si quieren saber cómo quedaron las espadas en los
deslomados ñus, como dibujaron presuntas verónicas los maestros de rostros
imposibles y cómo lucieron posturas e imposturas tan arrogantes figuras del
firmamento taurino, pues ahórrenselo. No creo que existan. Ni inventándoselas.
Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 29
de mayo de 2014
Vigesimoprimer festejo de la Feria de San
Isidro 2014.
Toros de El Pilar para Sebastián Castella,
José Mari Manzanares y Alejandro Talavante.
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