viernes, 30 de mayo de 2014

Crónica. Vigesimoprimer festejo. San Isidro 2014

Fotografía de Paco Sanz.

Con mucha coña y mucho engaño

Con mucha eñe española y quejumbrosa torería se perpetró una engañifa mayúscula. La coña no tuvo gracia aunque estuvo todo dispuesto para acometerla con alevosía. Las tres figuras de tan afanada artimaña habían elegido amañadas gansadas en vez toritos bravos, cobraron previo apaño, se vistieron con el ceño fruncido, comulgaron de la piña colada y se promocionaron para escenificar el sueño señero del engaño. Veamos lo que dio de sí la eñe.

Con la ña. Pues ña de ña. Ña de artimaña, de organizar este bodrio estafador y querer que encima les saquen en volandas divinas. Incluso, lo más asombroso es que le ponen frunce al resultado y se sientan ofendidos porque los demás no tragaron con este alarde de desvergüenza torera. Ña, ña, ña, de na, de castizo na, queridos, que para ser toreros de reverencia hay que haberlo demostrado con honradez, hombría y genialidad.

Con la ñe. Pues ñe de ñe. O lo que es lo mismo, que hay que hacer limpieza en las altas cañerías del escalafón y ponerle los puntos a las íes. Para empezar dejen de hacer exaltación de su afición pues no existe mayor impostura, ni tan grandiosa patraña, de ver cuánto les importa a ustedes y a sus bolsillos la fiesta y su decencia.

Con la ñi. Ñi tu ni nadie. Pues nadie. ¡Qué le vamos a hacer!

Con la ño. Esta es fácil, ñoño. La inexpresión de Castella es recalcitrante. Nunca dice nada. Nunca, a pesar de que cambió de repertorio para salirle las cosas como siempre. Lacia era la flema de Talavante y hasta daba la risa tonta cuando intentaba componer su desojado cuerpo en posturitas patéticas al imberbe bovino que le prepararon para el cante grande y que hizo tercero. Después vendría en hermano mayor; y el torero se infló en tan mentirosa faena que daban ganas de descomponerle su tontorrón semblante. Y respecto a la figura de moda, únicamente decir que se escondía en su particular pasarela de cazadores de tendencia y que ayer solo tenían ojitos para el empaque del modelo, ya que ni la fiesta, ni la verdad y ni los otros dos pobres -ni con sus vestidos ni con sus físicos-, alumbran un candil por mucha novena que se rece a santa Rita. Pero, ¿qué ha hecho Manzanares más que los demás? ¿Qué hacemos nosotros para merecer esta mentira ñoña y engañadora?

Con la ñu. Con la ñu de ñus. Hasta seis soltaron a juguetear por el ruedo, a revolotear como gallináceas, a picotear como vulgares ñandús. A esta manada de mamíferos bovinos, también a sus criadores y promotores profesionales, hay que darles la enhorabuena por tan arrogante osadía pues la dura elección –fruto de un arduo consenso- no pudo ser más acertada para arrasar con la gente guapa, con la fea; con la lista, con la tonta; con la molesta, con la seductora; con la rica, con la pobre; con todo bicho viviente; y además quedar como unos roñosos.

Así está la eñe, como la fiesta, escondida en el alfabeto y en la historia. Únicamente decirles que de tanta coña estamos hasta el moño, señores. Lo de señores es por quedar bien porque ya nos ha quedado claro que no lo son. Y si quieren saber cómo quedaron las espadas en los deslomados ñus, como dibujaron presuntas verónicas los maestros de rostros imposibles y cómo lucieron posturas e imposturas tan arrogantes figuras del firmamento taurino, pues ahórrenselo. No creo que existan. Ni inventándoselas.

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 29 de mayo de 2014
Vigesimoprimer festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Toros de El Pilar para Sebastián Castella, José Mari Manzanares y Alejandro Talavante.

jueves, 29 de mayo de 2014

Crónica. Vigésimo festejo. Feria de San Isidro 2014























Segundo ejemplar de la ganadería de Baltasar Ibán de la tarde. Fotografía de Paco Sanz. 


No es fácil entender

Por Paz Domingo

Hay tardes de toros que son muy difícil de entenderlas. Hay toros en esas tardes que se van inéditos de comprensión. Y hay muy pocos aficionados que sean capaces de aglutinar conocimientos y sabiduría para hacer un juicio justo de las complejas maneras en que se desarrollan algunas, también pocas, tardes de toros, toreros y aficionados. Los toros de Baltasar Ibán son un reto para cualquiera que se precie en las alturas del conocimiento.

No se pretende asegurar que se sabe más que nadie, aunque se respetan todos los juicios de valor –muchos y variados en un día como hoy-, pero no es fácil poder ver a los ibanes con una amplitud de miras equitativa. Y a riesgo de equivocarnos todos, hoy nos examinamos en conocimientos en materia taurómaca. En mi opinión, los toros de Baltasar Ibán estuvieron impecables en presentación y trasmisión. Unos toros que únicamente pueden salir en Madrid y ser apreciados por esa pequeña porción de aficionados que saben decir con precisión científica cuándo se da un toro de casta y cuándo no se dará por mucho que se empeñen las normativas modernas.

Fueron toros encastados, con una personalidad ya muy definida en sus acometidas. Tienen genio, lo mezclan con fijeza, no pisan terrenos cercanos a chiqueros, siguen los engaños si les reta de frente, tienen sangre en las venas, juegan fuerte, son ávidos y espabilados, recorren la muleta, investigan si su trazo se muestra seguro y sienten la curiosidad del saltito rebrincado del final del pase. Y todos salieron en esta línea, todos. Unos aguantaron más y otros se acabaron pronto, es cierto. Pero la escasez de fuerzas no es únicamente una circunstancia inherente al grosor de las potencias naturales, es también proporcional a los batacazos que se les den en la sufrida arena. Unos fueron más codiciosos que otros, y si se contempla la ambición en la capacidad para asumir pases de acompañamiento puede ser que no lo fuera ninguno. Que no salieron buenos en los caballos, dicen por ahí, cuando lo que procedía era exponer bien al jamelgo, citarle de frente, colocar bien la vara, sujetar la fuerza que ofrecían y demás órdenes lógicos, mientras lo que se vio es que era más lucrativo el juego del ratón y el gato con puñaladas traseras y tundidoras. Algunos merecieron ponerlos en suerte de nuevo, pero como les habían hecho la palanca de contención en sus partes traseras, pues les dejaron molidos a conciencia y protestones en el tercio siguiente.

Hay quien asegura que el segundo toro de la tarde era descastado, cuando lo cierto es que no puede tener un animal más casta, más personalidad para decir sin palabras que no quiere enganchones, ni terrenos entre dos rayas, ni porfías, ni dudas, ni inseguridades… Que lo que necesita es mano dura, cuerpo que aguante firme, muleta de verdad, corazón que contenga el miedo, un reto de principio a fin. Quedó arrinconado en la tarde este impresionante toro por la lluvia feroz y por la inseguridad de Bolívar que, aunque expuso mucha valentía, falló en conocimientos de materia tan reservada.

Robleño, Bolívar y Pinar fueron hombres valientes pero no competentes para dar con la clave de los ibanes. A los tres les faltó ese pasito para adelante que muy pocos hombres son capaces de dar, pues aunque estuvieron entregados a la batalla, se necesitaba pelear por la excelencia. Que son grandes hombres toreros en la lucha nadie lo duda, pero ayer el examen era para sacar nota. O todo, o nada. Es el peaje tan alto que exigen y que también muy pocos reconocen.

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 28 de mayo de 2014
Vigésimo festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Toros de Baltasar Ibán para Fernando Robleño, Luis Bolívar y Rubén Pinar.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Bastonito, en mi recuerdo y en el suyo

(Homo tauris amans)
El hombre que ama a los toros

(...) El escritor Antonio Peña y Goñi precisó hace un siglo: “Las cuestiones taurinas son extremadamente complejas, porque tratan de un arte cuyos principales detalles se resisten a una exacta comprobación”. Efectivamente no hay un argumento matemático en el mundo de los toros, pero hay algo más poderoso, si acaso tangible: la emoción que traslada este animal cuando se desarrolla en todo su esplendor morfológico y temperamental. Quien ha vivido la extraña experiencia de inquietarse con la bravura que pueda llevar dentro un toro de lidia, queda capacitado de por vida para amar apasionada y desinteresadamente este espectáculo tan incomprensible, y al mismo tiempo tan portentoso. Después lo vive, lo retiene, lo busca, lo cuida, y sobre todo lo rememora porque es consciente que representa la esencia de todo.

La memoria de los aficionados taurinos es una faceta pasmosa dentro de la complejidad del ser humano. Es sorprendente. Los toros que alcanzan una dimensión extraordinaria y compleja son evocados por su propio nombre, -como si de un dios se tratara-, por aquellos que fueron testigos de este hecho tan singular. Los admiradores recuerdan sus movimientos en el ruedo, su pelea en el caballo de manera exhaustiva, su comportamiento desde su aparición por la puerta de toriles hasta el último pase de muleta, incluso de su muerte. Saben de su historia, de sus genes, de su ganadería, de su contrariedad cuando no hay oponente, pero sobre todo, de la emoción que estrecha cualquier juicio riguroso, y hace grandísimo un espectáculo en el que la técnica tiene que dominar al impulso.

Y buscando en nuestra sobrenatural memoria quedan imágenes del descomunal Bastonito, de la ganadería de Baltasar Ibán, en una tarde memorable. El hombre, César Rincón, y el portentoso animal se enfrentaron cuerpo a cuerpo en una pelea se supervivencia, de dominio, de fuerza, de talento. Así, aquel combate es un ejemplo que bien merece la representatividad de todo lo que despierta en el corazón y en el alma de los aficionados, que explica su amor por un entretenimiento incomprensible fuera de una plaza de toros, que alienta su vocación por la autenticidad de todo lo que representa, que lo guarda celosamente en su memoria, que lo acaricia porque es hermoso, y que lo protege porque es verdadero. No hay más verdad que una: la legitimidad de una lucha en que no gana la técnica porque ejecuta, ni la inteligencia porque somete, sino la verdad desnuda que transforma la carnalidad de este espectáculo en arte sublime.

Texto completo en
https://sites.google.com/site/toroaficion/crisis-taurina/capitulo-uno

Crónicas de ayer

Crónica de Joaquín Vidal publicada en el diario EL PAÍS el 8 de junio de 1994
El toro Bastonito perteneció a la ganadería de Baltasar Ibán y correspondió su lidia a César Rincón.
Bastonito fue premiado con la vuelta al ruedo y el diestro colombiano con una oreja. 

Vídeo de YouTube


Un toro de casta brava
Joaquín Vidal
(...) Un toro de casta brava: ¡menudo acontecimiento! Un toro de casta brava como el que saltó al ruedo venteño a eso de las siete y media de la tarde, es la sensación, el acabose, un valor del que apenas quedaba memoria, un tesoro recuperado de lo recóndito, un vendaval de sensaciones llegado de la noche de los tiempos. Embestir el toro de casta brava tan pronto plantó su pezuña en el redondel, y ya vibraba la plaza entera, reviviendo aquel estremecimiento singular y aquella emoción intensa que conformaban el ambiente habitual de las corridas de toros en todas las épocas, creando una afición numerosa, fiel y apasionada por esta fiesta exclusiva llamada del arte y del valor. (...)

Crónica. Feria de San Isidro 2014- Decimonoveno festejo

Con un par por los adentros

Por Paz Domingo
Hoy hay una gran noticia por los adentros toreros. La alumbró un subalterno llamado Ángel Otero con un soberbio par de banderillas. Y todo el mundo habla de ello. Los que entienden porque saben de la belleza del toreo y de su rareza en este mundo de vulgaridad actual. Y los que no entienden porque la sorpresa y la fe inundan su espíritu. La terna de la torería en esta tarde repleta de extraños la completarían los hombres de plata Montoliú y Jesús Romero. Y es que desde el principio todo estuvo trastocado.

La ganadería titular se caía del cartel anunciándolo en tuis. A toda prisa se anunció la reserva de Ricardo Gallardo, así como quien no quiere la cosa y se improvisa algo. Pues lo que salió por chiqueros parecía un conjunto bien estudiado. De presentación delantera muy del gusto en Madrid; baja de estatura para el acomodo de los toreros; de comportamiento repetidor para el último tercio; con cierto genio echado para adelante en casi todos sus ejemplares. Todo sobre la marcha, decían.

Pero fueron saliendo ejemplares que si no convencían en la salida por el tipo, ni tampoco por lo que empujaban en los petos, trasmitían largura, acometidas largas, reservas de fuerzas y una nobleza con mucha seguridad. Fue creciendo en intensidad hasta el tercer ejemplar, un animal capacitado para inundar de virtuosismo el toreo. Cayó la mala suerte en Tejela que hizo un apoteósico recorrido por la antítesis de las pautas de la excelsa torería y, no contento con evidenciar sus grandes deficiencias artísticas, escondió a propósito las abundancias que tenía el noble animal entregado a la muleta en cuerpo y alma. Y es que, ¡hasta para ser toro hay que tener estrella! Y para ser aficionado, pues ya se podría explicar la circunstancia de asumir que este torero se encuentre perennemente en esta feria madrileña, que le toque lo más decente, y que además no le saque partido. Alucinante, como dicen.

Repitió Tejela idéntica actitud en el sexto, cuando la tarde se había venido abajo después que los tres diestros tomaran la iniciativa de tapar todo lo potable que los animales tenían en las entrañas. Los tres primeros ejemplares les pusieron en el aprieto de tener que torear y decidieron en comandita delegar en sus hombres de confianza o en los alivios propios. Y sucedió que el público no es tonto, que tiene memoria. Recordó los detalles torerísimos de Uceda, de su porte clásico, de sus estoconazos a ley, pero no le cabía en la cabeza que el diestro estropeara su talento en la porfía del toreo robótico hacia atrás, de los alivios atropellados, de pinturerías postizas. Se llevó el torero una oreja regalada de tan agraciado oponente, de la misma manera que también debería haberse llevado un gran tirón en las suyas.

El caso de Curro es muy similar. Al torero se le ha visto dar lecciones de torero, y muy buenas por cierto. Incluso, en algún momento, hace años, superó su estricto clasicismo, se arrancó el miedo de cuajo, y le hizo una faena de dominio a un manso intratable. Pues lo que se vislumbró es que el diestro es otro en imagen, dispuesto a trasmitir voluntad, preparado  a entrar en este toreo plano que ni compromete ni eleva. Apuntaba bien el sitio adecuado y el terreno preciso, pero cuando disparaba le salía el tiro por la retaguardia.

El público de memoria pedía a gritos sus recuerdos y el juramento por parte de todos los componentes de esta tramoya taurina que si al menos no son capaces de igualar el pasado glorioso, al menos sean inteligentes para no emborronarlo. Se espera este pequeño milagro.

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 27 de mayo de 2014
Decimonoveno festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Toros de Fuente Ymbro (ganadería que sustituía a José Luis Pereda) para Uceda Leal, Curro Díaz y Matías Tejela.


martes, 27 de mayo de 2014

Crónica. Decimoctavo festejo. Feria de San Isidro 2014

Nos invade el mal gusto

Por Paz Domingo

Hay una corriente invasora de mal gusto que está arrasando con la elegancia propia del ritual taurómaco. La chabacanería que definen a estilos y formas propios de camaradas, grupos, colectivos, ideologías y demás impulsos asociativos es un hecho catastrófico puesto que la ramplonería se impone y ahora asalta a lo más inalcanzable, por extremadamente diferente, que corresponde al mundo colorista y metódico que es el espectáculo de los toros. De todos es sabido, y también admirado, que la estética del ritual taurino es peculiar, única, asimétrica a todo y definida por parámetros de alta sofisticación. Es lo que la hace atractiva a aquellos artistas que perciben este preciosismo como un lugar poco común en el que buscan inspiración.

A esta genialidad estética y artística -que se ha sabido preservar desde hace siglos- puede quedarle un minuto de gloria. Así, pues, se puede hablar del mal gusto que poco a poco nos va a carcomer la exclusividad y nos meterá de cabeza en la vulgaridad universal. Y como no hubo lance bueno que llevarse a la boca, pues procede ensañarse un rato con tanta grosería, con la zafiedad de los desplantes, con las espontaneidades trasladadas del fútbol, con los compadreos a la vista de todos, con las malas artes defensivas, con los comentarios divulgativos para enseñar el toreo al revés, con la ponderación de la mediocridad…

Es bochornoso que estos tres jovenzuelos tan bien preparados, tan llenos de promesas, tan ricos de ilusiones, no supieran aportar un poco de técnica para ponerse de frente y por derecho antes tres juanpedros nobletones, carretones y dulzones que se salvaron de la criba que hicieron a la ganadería titular de Guadaira. Es afrentoso que ninguno de los tres pudiera resolver con elegancia y criterio las posibilidades de genio y algo de casta de los otros tres novillos de Montealto, pues los tres animales se fueron inéditos al desolladero con nefastas y sanguinolentas estocadas en los lomos y con el orgullo de saber estar por encima del mal gusto.

Todo el mundo entiende que no se debe cargar las tintas sobre las actuaciones de estos muchachos, entre otras cosas por educación. Pero es que el mal gusto rebasa lo admisible. La mercadotecnia postiza y ruin -en la que son educados- ha hecho de ellos seres engreídos en la nada. Los tutores -que empeñan sus desvelos para que estos jóvenes florezcan en el escalafón- son tan insaciables que les trae sin cuidado si estos chicos tienen capacidad de defenderse delante de un toro. Una buena enseñanza debe partir siempre de la verdad y aunque -a nadie parece importarle mucho este asunto- está claro que tampoco nadie se interesará por las mentiras. Y, sobre todo, el buen gusto, la torería, queridos torerillos, es algo que no se aprende. Se tiene, o no se tiene. Si se tiene, mejor que mejor. Si no se tiene, se respeta. Que no es poco.

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 26 de mayo de 2014
Decimoctavo festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Tres novillos de Guadaira (titular en los carteles) y tres de Montalvo para los novilleros Román (que sustituía a Martín Escudero), Gonzalo Caballero y Posada de Maravillas.


lunes, 26 de mayo de 2014

Crónica. Feria San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 25 de mayo de 2014
Decimoséptimo festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Toros de Peñajara (cinco devueltos) para los diestros Víctor Puerto, Eugenio de Mora y Alberto Lamelas.

Sablazo con alevosía

Por Paz Domingo
A estas alturas el hartazgo por tanta desidia es insufrible. Una corrida que cuela sin argumento ninguno de fuerza, casta, presentación y demás reglas básicas que deberían imponerse. Cinco toros de Peñajara fueron devueltos a los corrales por inválidos. Cinco sobreros, de los cuales dos fueron sobreros de sobreros. Tres horas de desesperación, más una bochornosa actuación de Mora a base de amiguismo, destoreo y mucha, mucha ignorancia. Esto, aquí y en la China mandarina, viene a tener el mismo apodo: ¡Un sablazo con alevosía! Y el que no quiera entenderlo es que le interesa y mucho este fraude de largo recorrido. Olé.

Empecemos por el principio. La empresa que propone un cartel que puede programar fuera de feria, incluso no darlo, por una cuestión de salubridad social. Taurodelta, ¿qué pretende? Pues una estafa. ¿Cómo? Sencillo. Si alguien se cae de la mencionada lista, las devoluciones llegan a rebosar el despacho principal. ¿Qué hacen? Meter a presión la corrida completa y si hay que echar todo atrás -pues los corrales de la plaza están abarrotados de regalos de muchos ganaderos que llevan mercancía de prueba a precio cero-, les compensa tanto bochorno. Así pues, es lo mismo protestar que no hacerlo, ir que no ir, tirarse de un puente o precipitarse en el precipicio, porque la empresa no pierde un céntimo, incluso gana y mucho.

Seguimos. Este mejunje de carteles para la fiesta taurina más importante ha sido aprobado por el Centro de Asuntos Taurinos, un organismo dependiente de la Comunidad de Madrid, como propietaria del coso, que además de dirigir la explotación de la plaza, tiene la obligación de “fomentar y promocionar la fiesta de los toros”. Dar el visto bueno a esta programación es el acto más descaminado a promover nada sincero y valiente como solución a la aberrante decadencia que se da en este espectáculo.

El equipo veterinario tiene también un premio honorífico. El tanto se lo apuntan Francisco Javier Fernández Gómez, Cruz Manuel Carpintero Hervás y Secundino Ortuño Martínez. El presidente César Gómez no tuvo más remedio que ponerle celeridad a la tormenta y algo de cordura a una petición de oreja de chiste. Pero, lo que había en los chiqueros ya se sabía y la cuestión es que deberían conocerse los consensos entre las partes que llevaron a estos animales hasta el tramo final.

Les ofrezco el calvario resumido de tan sabroso y envenenado regalito. Seis hieros diferentes, once animales en el desfile, más de tres horas de infortunio y un gran parecido a una tragicomedia de pacotilla.
  1. Primer toro; inválido; devuelto. Primer sobrero de El Cortijillo; devuelto por partirse el pitón derecho al entrar al caballo. Tercer animal en el ruedo, de Peñajara, pues el matador Víctor Puerto pide correr turno y tuvo una flojedad de caerse; se mantuvo en pie gracias a las duras penas de los oficiantes; murió de flojedad agravada con un bajonazo que prácticamente ni necesitaba para desvanecerse.
  2. Segundo titular; inválido, devuelto. El toro que lo sustituye es el quinto en orden de lidia pues Eugenio de Mora prefiere aguantar a recuperar los corrales. Resulta nobletón, tontorrón y flojón. Nada de apreciable en el manejo de los trastos.
  3. Nos esperaba un buen premio. Primer mamífero evanescente de Peñajara y con unos pitones como las escobas de hojalata; devuelto. El tercero bis pertenecía a la ganadería de Torrealba, con cinco años, con los rulos puestos en forma de crotales indecentes que le afeaban su gran fealdad; protestado por todo; el presidente probó a ver si aguantaba el cambio de tercio y a los dos segundos hubo de rectificar para sacar el verde en acto inmisericorde. A esas horas, las ocho y media de la tarde apetecía subirse a hacerle compañía a la veleta, o algo peor. El tercero bis-bis era ya el quinto sobrero, que se dice pronto, de Los Chospes. El mozo que porta los carteles realizó varias carreras a los interiores para poder completar el anuncio del misterio. Era algo encastadito el pobre animal pero Alberto Lamelas se limitaba a acompañar cuando lo que había que hacer era levarlo muy llevadito. Saludó desde el tercio.
  4. Segundo sobrero titular de Conde de la Maza y por presencia más propio de un rodeo que de la plaza de Madrid. Un asco, indescriptible. Nada de nada ni hombre ni animal. A otro. Dan las luces.
  5. Ganadería La Rosaleda… ¡Increíble, el toro colorao embestía, tontorronamente pero recorría los vuelos de la muleta catastrófica de Mora, insufrible por impresentable, aberrante en el paso atrás, en el toreo al revés, en el desatino tundidor. Y fruto de la desesperación, allí mismo se pusieron farrucos a pedir una oreja y que el presidente contuvo afortunadamente. Dio una vuelta lenta para desesperación de algún cuerdo que pudiera quedar por allí. Con toreros así no hace falta fiesta que guardar porque nadie tiene la culpa que este diestro toree poco -o no lo haya hecho nunca-, el caso que lo que hizo no lo hizo bien, y punto.
  6. Más de las nueve y media de la noche. Casi las diez. El último Peñajara que se salvó de la quema. Eran las diez, qué se podía pedir a esas horas. Lamelas tramitó de urgencia y a correr. ¡Por Dios bendito!

viernes, 23 de mayo de 2014

Crónica. Feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 22 de mayo de 2014
Decimocuarto festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Toros de Montalvo para los diestros Finito de Córdoba, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante.

Los papeles que llevaba el viento

Por Paz Domingo
De los minúsculos papeles que se lanzan al aire en el ruedo para saber por dónde sopla más el viento ninguno tocó la arena. Revoloteaban frenéticos, en caracolas sin interrupción, en pequeños tornados que se rizan en la perfección para no dar tregua al descanso. Las corrientes aéreas fueron arreciando con las tres figuras del firmamento que se crecieron en altura, en vertiginoso bochorno, hasta perderse en la inmensidad del horizonte.

Finito ascendió a los cielos hace tiempo. Una circunstancia que es objeto de estudio para los científicos que investigan cuál sería la respuesta del ser humano cuando la resistencia a la atmósfera podría estar en cero absoluto. Pues bien, aquella jovencísima promesa del nuevo califato tomó vuelo hace tanto tiempo que más de la mitad de la plaza, y es mucho suponer, no ha visto lo que puede aportar el diestro cordobés al vistoso mundo clásico, refinado y elegante del toreo, según dice. Se pasó la tarde en graves gestos de contradicción, en un rictus permanente de insatisfacción, y tan afectado exponía su espíritu que daban hasta ganas de condecorar de una vez por todas al comandante de aviación y proponer educadamente una honorífica reserva a su persona.

Las reapariciones de los toreros tienen explicación si te las argumenta un castizo. Pero, esta clase de seres tan genuinos y chistosos han desaparecido del mapa social. Ya no es el mismo paisaje, ni tampoco tiene la misma gracia ver cómo muchas estrellas rutilantes inundan el firmamento, venden luz de gas, te exigen el impuesto de contaminación lumínica, te piden calma, te matan de aburrimiento, para después molerte con tundas de exquisita vulgaridad. Así, ese fenómeno atmosférico llamado Morante, más entregado a la estética propia que al toreo para los demás, fue capaz de elevarse en el espacio sin intervención de agentes físicos conocidos, ni desconocidos. Amagó levemente en algún cuarto de vuelo en el capote y emprendió ascensión vertiginosa como si un cohete le llevara a los lomos cortando la amplitud de la lejanía. Y aun no sabiendo nada de astronautas, ni de naves tripuladas, ni como se tiene una castiza explicación de la anomalía, muchos ya creen ver a Morante como un punto distante, borroso e indefinido en el más allá de la retórica. Y en la plaza abarrotada de pura estética, el maestro inspirador de tendencias se ató fuerte el grueso corbatín, se atusó las patillas bandoleras hasta donde nace la tráquea, lanzó unas miradas desafiantes y dio un mitin propio de aquellas viejas leyendas de trabuco. Lo hizo con mucha personalidad, todo hay que decirlo.

Talavante reapareció fugazmente en forma de paloma. Dio unos naturales con seguridad, con aplomo, con trasparencia que hasta la luz de la tarde traspasaba la fibra de la lámina. Tampoco hay que exagerar porque al igual que surgió en potencia como el fenómeno del cambio climático, de la misma manera quedó arrasado por una escalofriante corriente de aire que provenía directamente de su soberbia capacidad de mostrar el vacío. Dos veces se puso la zancadilla a sí mismo. La primera, cuando tenía algo meritorio que ganar y correspondió con puñalada traicionera. La segunda, porque no quiso. ¿O, sí? Quién sabe.

Los toros de Montalvo pasaron por Madrid así como así. El ganadero aprovechó lo bueno en Sevilla porque la peripecia de no tener apoderados, veedores, representantes y mil ofertas que les atosigan pintó a la oportunidad calva. Pero, lo de ayer, no se vio casi nada que destacara y ese poco fue suficiente para descolocar a los diestros que deberían comerse el mundo, merendarse lo bueno que hay en las dehesas, cenarse un buen suflé político y después fumarse como si tal cosa un tabaco de picadura. Un tremendo dilema es el de la sostenibilidad del escenario taurómaco, del argumento, del drama y del final sin sorpresas. Hasta se ha desvirtuado lo básico: todos los clubes taurinos juegan en Champions pero nadie es capaz de ganar la competición. Que alguien que sepa de esto lo explique, por favor.

Por cierto, antes de que se me olvide, y aunque quede poco elegante, es necesario proponer a los benefactores de la salud pública -que quieren poner una tapadera al pedazo de monumento de la plaza de Madrid- que se lo piensen dos veces. Ahora, le echan la culpa de todas las culpitas a los vientos que arrecian en este coso tan ingrato. Pues que se lo piensen porque: ¿A quién le echarán la culpa cuando le pongan un techo metálico asqueroso, insalubre por ruidoso, tétrico y torturador para no dejar que la luz natural inspire a los amantes de la belleza, aunque inmune a las corrientes de aire? Por qué no solicitan la misma operación a los maestrantes sevillanos o a las autoridades tinerfeñas con el Teide y les venden un pack a tres bandas. Dicen que la instalación de cubiertas voladizas es una oportunidad para emprendedores cuando lo que parece es un negocio descarado e interesado en ponerle puertas al cielo, y por el empeño que ponen hasta parece muy rentable para su propia economía. Es decir, su mismo cuerpo serrano.

jueves, 22 de mayo de 2014

Crónica. Decimotercer festejo. San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 21 de mayo de 2014
Decimotercer festejo de la Feria de San Isidro 2014. Corrida de la Prensa.
Toros de Juan Pedro Domecq para los diestros Manuel Jesús, El Cid, David Fandila, El Fandi, y Juan del Álamo.

Por el artículo 76

Por Paz Domingo
El artículo 76 del actual reglamento taurino es precepto olvidado. Está incluido en el capítulo tercero de la normativa y explica en varios puntos cómo debe realizarse la lidia en el segundo tercio. Pero, ¿a quién le importa el segundo tercio, ese en el que se ponen unos palitos de envoltura rizada y colorista y que los espectadores toman como trámite insustancial y previo al desoreje? A esta circunstancia le ha puesto rebeldía El Fandi que, con sus grandes dotes acrobáticas, ha reinventado la ortodoxia del toreo trastocando el cite de frente en la sublimación del cangrejo, el temple en carreras de nervios, el mando en sujetar al animal por el testuz como si fuera general romano que contiene legiones y, desde luego, ha lanzado el mencionado artículo 76 a un doble salto mortal después de impactar en la tribuna presidencial. La anécdota concluyó en un cuadro dantesco en el que se definía un animal con infinidad de palitroques agarrados y dispuestos en su lomo bovino como si se tratara de un manto a lo pavo real.

El texto en cuestión dice que no se pueden colocar ni menos de dos pares de banderillas ni más de tres. Pues El Fandi, adicto ya a la mercadotecnia de sus seguidores, cogió un cuarto par, se dirigió al presidente; pidió permiso; la autoridad dijo que no;  los espectadores que pitaban; rectifica Julio Martínez con gestos de transigencia; y empezaron a ponderarse en los tendidos las victorias de este atleta del albero. El su afectación El Fandi juega siempre a lo suyo. Es decir, a hacer creer al personal que su público es suyo, que la tauromaquia la reinventa todo el rato para mayor gloria propia y que las opiniones en contra a su peculiar tauromaquia se las pasa por el arco del triunfo. También el artículo 76, como pudo ver.

Se entiende que cada torero puede interpretar con personalidad y técnica diferentes cuantas suertes toreras existen o existirán, aunque de ahí a articular que la ausencia de ortodoxia –por no decir la ejecución del toreo al revés- es como certificar una tauromaquia excelsa para gloria de su cuerpo serrano, ¡hay un desconocimiento abismal! Si se empeña en poner los palitroques corriendo hacia atrás en vez de ejecutar la suerte de frente, pues que haga lo que quiera. Aunque, eso sí, no insistan más por favor en su excelsitud porque de todos es bien sabido que la verdad es única e irrefutable.  

Poco se puede contar de la corrida de la Prensa. Poco, salvo que el régimen de bajas calorías impuesto año tras año va adelgazando su respeto. Los toros de Juan Pedro Domecq no ayudaron porque no podían, pues su fuerza y casta lo impedían. El Cid es leyenda pasada y, por tanto, hizo que pasaba por allí contagiando de desidia a su cuadrilla, al público y a sí mismo. El Fandi hizo lo que pudo con dos toros de naturaleza algo más despierta para concluir matando de manera garrafal. El espadazo lo dio Juan del Álamo en su primera actuación después de capotear bien y desperdiciar en las afueras la nobleza entregada de un toro con pelaje de melocotón maduro. Él también pensaba que la fruta caería del árbol con rapidez y la Puerta Grande de Madrid se la comería antes de que tocara tierra. Y así hubiera sido si algún día quiere torear a placer un toro que tenga poder y si lo hace con la técnica ancestral para la cual está bien capacitado. Del resto, no se preocupe. La delicia caerá directa a su boca para ser degustada plácidamente.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Crónica. Duodécimo festejo. Feria San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 20 de mayo de 2014
Duodécimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Toros de El Ventorrillo para los diestros David Mora, Antonio Nazaré y Jiménez Fortes. Se lidiaron dos toros y se suspendió la corrida por lesiones de los tres diestros.

Tarde de suspensión
Por Paz Domingo

El presidente del palco de la plaza de Las Ventas, César Gómez, suspendió el festejo por falta de diestros disponibles para continuarlo. Los tres toreros estaban en la enfermería y todo hacía presagiar que no saldrían por su propio pie -después de las cornadas y contusiones que llevaban en el cuerpo- para reanudar la lidia de los cuatro toros de El Ventorrillo que quedaban enchiquerados. Pasados los momentos de confusión, tras la incertidumbre por el estado de David Mora que había sido corneado con saña en los primeros instantes de la corrida cuando realizaba el lance de recibir a porta gayola con una rebolera de rodillas, -además de la consternación cuando los otros hombres de la terna iban enfilando el camino de la enfermería, heridos durante la lidia del segundo animal-, se corría hasta la estadística para comprobar que esta situación, contundente por conmovedora, no se producía desde hacía treinta y cinco años.  

Una tarde extraña. De angustia. También apasionante en la memoria. Unas horas antes, los representantes políticos en asuntos taurinos de la Comunidad de Madrid homenajeaban al más popular y dramático torero de todos los tiempos taurómacos desde que existen las estadísticas y los revisteros. Manuel Benitez, El Cordobés, con una juventud extraordinaria a sus setenta y ocho mayos cumplidos; con la misma sonrisa perenne, arrebatadora; con el juego del flequillo ya encanecido; con la rebeldía de antaño; con el espíritu de siempre; venía a recordar que hace 50 temporadas paralizó España entera –y al mundo taurino adyacente- frente al televisor y frente a la ortodoxia. Aquella tarde, también fue sangrienta, aunque a su manera. El Cordobés sedado y en camilla salía de la enfermería después de ser intervenido de una cornada que le dio el toro Impulsivo, de la ganadería de Benítez Cubero, y al cual le cortó el torerillo andaluz una oreja sin haber entrado a matar, meritoria si se piensa que también era Madrid, la capital del toreo más escrupuloso.

Es un mundo de pasiones y también de desgracias, entonces y ahora. Hay que contar con ello, aunque la sofisticación en el control del espectáculo está tan medida que se hace improbable que algo trastoque la normalidad. Probablemente, Mora estaría intacto de cornadas si no hubiera acometido la precipitación de ponerse en la porta gayola sin tener la aproximación de los temperamentos animales que aguardaban en los chiqueros y cómo se descongestionarían de salida al ruedo. Es posible que Nazaré no estaría lesionado durante unos meses si hubiera utilizado el ingenio y controlado las fuerzas propias según se presentaba la tarde. Es muy probable, también, que Jiménez Fortes no estuviera recuperado de las importantes heridas provocadas por un toro en esta plaza y hace algo más de dos semanas. Se podía incluso pronosticar que su interpretación del toreo no trascendiera, como sucedió en la lidia del segundo ejemplar, pero lo cierto es que estaba fuera de la mínima capacidad para ponerse delante de un toro. Incluso, con la seguridad de no llenar los tendidos, se auguraba una tarde anodina en ímpetus mediáticos.

Sin embargo, nadie predijo que los dos únicos toros salieran con una nota buena en presentación y en casta. Ambos animales fueron obligados por los diestros en liza a replegarse en los tercios con faenas de desgaste. La afición torista, tan compungida en el ánimo como el resto, se quedó sin evaluar la posible recuperación de la ganadería que inventara Francisco Medina y vendiera rápidamente en la cima del éxito a Fidel San Román, en lo que se llamó el pelotazo ganadero de los que hacen época.  

Mala suerte para todos. Mala tarde para David Mora que se tiene que recuperar de dos cornadas de las que dan miedo: “una en tercio medio cara anterior de muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 30 centímetros que produce arrancamiento de la vena femoral y colaterales, con destrozos en el músculo cuádriceps, además de contusión de la arteria femoral superficial; y la otra en axila izquierda con una trayectoria ascendente de 10 centímetros que contusiona el paquete vasculo-nervioso y alcanza el húmero". Mala tarde para Antonio Nazaré que sufrió “probable lesión de ligamentos” en unade sus rodillas. Mala tarde para Jiménez Fortes que fue ingresado “con dos heridas por asta de toro en el muslo derecho con dos trayectorias de 10 centímetros" cada una. Mala suerte para todos. Pero, también hay que poner serenidad al drama, pues peor hubieran sido otras cosas, como muy bien se sabe.

A los tres, el doctor Máximo García Padrós les curó de urgencia sus heridas, firmó los respectivos partes médicos y certificó que las lesiones sufridas impedían continuar la lidia a los matadores, al mismo tiempo que lo hacía con celeridad y grandiosa profesionalidad. El delegado de la autoridad comunicó al presidente la imposibilidad de reanudad el festejo. El presidente lo suspendió. De la plaza se salía alborotado por la consternación, pensando en la fragilidad del destino. Atrás, se alejaba también el eterno Manolo, por la gracia de sí mismo, que seguía saludando a la gente con idéntica simpatía como lo había hecho una hora antes en la entrada, con la misma sonrisa después de 50 años pasados.

martes, 20 de mayo de 2014

Crónica. Undécimo festejo. Feria San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 19 de mayo de 2014
Undécimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Novillos de El Montecillo para los novilleros Francisco José Espada, Posada de Maravillas y Lama de Góngora.

Se precisa naturalidad
Por Paz Domingo

Se precisan muchas cosas en este oficio tan caro del toreo, pero sobre todo hace falta naturalidad. Para alguien no experimentado en materia taurómaca este concepto podría equivaler a sencillez, quizá claridad, quizá sosiego. Sin embargo, en las normas de esto tan singular que constituye la tauromaquia la noción de naturalidad lo es todo, ya que por encima no puede darse ni más arte ni más técnica; en altura equivaldría a la sabiduría, al conocimiento, a la intuición cuando el cuerpo y la mente superan el miedo para dar rienda suelta y elevada al instinto, el movimiento y la plenitud.

Está bien que los aspirantes a toreros sean candidatos al aprendizaje. Y así hay que tratarlos. Pero, si estamos hablando de chavales que se presentan en Madrid, en plena feria de tronío; que deben saber de qué va esto del toreo –aunque estén a la espera de desarrollarlo- con un ganado que ofrecen ciertas posibilidades de hacer monerías; que son tratados a priori con reverencia de maestro del siglo XIX; y que no despierten ni interés...; que no sean capaces de dar ni un pase para que los críticos puedan taparles los otros defectos...; que se quejen como plañideras afectadas porque los espectadores no han visto todo lo bueno que llevan dentro...; que no sepan ni ejecutar las suertes trascendentales; pues, ¡qué quieren que les digamos!, ¿la verdad de la verdad?, o ¿la verdad a medias?

Pasaron por el albero los novillos de El Montecillo tan panchos y crecidos como sargentos que dirigen la contienda, incluso algunos con galones de tenientes, y ustedes, novilleros de nombre tan artístico y tan torero, fueron incapaces de sacarle resolución ni a los lances de recibimiento y mucho menos a los que pasaportan faenas. ¡Qué bochorno! ¡Señores! Los novillos tenían su casta, algunos mansa y otros todo lo contrario, aunque se podía hacer toreo bueno con más de la mitad de ellos. Que quede claro.

Y como no pareció que sobresaliera por arriba un novillero sobre el resto, se pueden contar a groso modo sus intervenciones. Se colocaron frascuelistas a recibir el toro con el capote dando órdenes para que los peones le llevaran el animalito a sus cercanías y luego desplegar trapo rectificando con la pierna atrás; abandonaron la lidia desde el minuto uno, cuando era lo contrario lo que procedía; los novillos les tomaron la medida rápidamente pero los animales juguetones se llevaron un chasco porque a ninguno se le castigó como correspondía; los segundos tercios los salvaron algunos nombres propios como Rosquillo o Parra -o los distorsionaron más, como Muñoz- y aun así fueron el ejemplo de la desidia; y si se habla del tercio de la muleta resultó todo al revés pues si habían imaginado someter al primer lance, relajarse en múltiples tandas ligadas y “disfrutarlo”, como dicen ahora, ya pueden asegurar que no dieron ni un solo pase dominador, desconocen la profundidad, mienten en las distancias y confunden los terrenos. Sobre todo, respetados jóvenes toreros, piensen y aprendan a hacer la suerte suprema, en los tres tiempos, sin saltito, amarrando los trastos, sin giros acrobáticos a las afueras, sin pretender engañar a nadie.

La tarde concluyó en fantasía. La discusión vino por la petición de vuelta al ruedo en el arrastre del cuarto novillo en orden de lidia y que el público había pedido con insistencia. Quizá, querían compensar el regalo que le hacían al novillero madrileño de una oreja por no resolver nada, y eso que le tocó en suerte lo más rentable. Con seguridad, el animal no se merecía tantos honores, aunque tampoco era justo que el resto de sus hermanos quedaran inéditos de algo bueno. Y es lo que tienen estas tardes, que a los críticos sinceros les duele el corazón de ser tan rígidos en sus apreciaciones, pero hay que salir a flote en el océano cuando se ve el horizonte plagado de muchos hombres y mujeres que igualmente son de carne y hueso, de idéntica escuela, de clase media y de corazón torero y están viendo cómo a algunos se les ofrecen alfombras rojas y a ellos les olvidan en silencio.  

lunes, 19 de mayo de 2014

Décimo festejo. Feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 18 de mayo de 2014
Décimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Cuatro toros de Couto de Fornilhos y 2 de Gerardo Ortega para los diestros Paulita, Morenito de Aranda y Sebastián Ritter

Todos los toros son primos
Por Paz Domingo

Hace treinta años el semanario satírico El cocodrilo hacía las delicias de los estudiantes de periodismo. Su mordacidad nos deslumbraba. Su atrevimiento sacaba de quicio a la clase política y monárquica hasta el punto que algunos números de aquel extraordinario ejercicio de audacia, dirigido por Eugenio Suárez, fueros secuestrados –literal- aparte de la gran cantidad de expedientados que acumularon en dos años de activismo en formato tabloide. Recuerdo uno de ellos, objeto de las iras institucionales y que desapareció de los lugares de venta improvisados a la entrada de la facultad provocando una gran consternación entre todos. El titular de su primera página rezaba: “Todos los reyes son primos”, a propósito de un viaje oficial del rey Juan Carlos a su prima la reina Isabel de Inglaterra, o al revés. Aquella genialidad le costó sudores al semanario pero los que éramos asiduos a su desparpajo aún recordamos esta genialidad genética.

Hoy la evoco como rotunda, y no es para menos después de tanto aburrimiento. La ganadería anunciada era la portuguesa Couto de Fornilhos y había despertado cierta expectación en algunos aficionados, muy muy aficionados, aquellos que aún recuerdan, o evocan, un sobrero –casi veinticinco años atrás- al que Fernando Cámara le hizo faena de puerta grande. Pero lo de esta ganadería portuguesa, o de nombre portugués y sociedad española, debe ser agua que movió molino, porque lo que se dice casta y bravura no la desarrollaron, haciendo suponer que han sido objeto de algún secuestro político, también intensivo, pues afecta a casi todas las dehesas, y más silencioso de cuantas se hayan practicado. A las pruebas me remito: con mansedumbre a manos llenas; con cuernos astifinos y postizos, tan parecidos a platanitos diseccionados uniformemente, tan desarrollados que ni Dios se creería tal plenitud de cornamenta; con flojedades de carácter, acometida y humillación, próximos en destartale morfológico a los mamíferos del Cretácico… 

Y todos iguales. Lo mismo da que sean de aquí o de allí, de divisa con pedigrí o de las que se han refrescado con sangre plebeya, de las páginas de cuché o las aventajadas en especialización. Así, el amplio muestreo de la plaza de toros de Las Ventas de Espíritu Santo viene a recordarnos que todos los toros son primos, aparecen como tales y se comportan como tales. El problema puede ser de gravedad para los más avezados en líneas y estirpes pues imagínese si cree que está viendo un condeso cuando en realidad es un saltillo, en el peor de los casos, claro está.

Hay quien asegura que este asunto peliagudo de la ausencia de identidad entre encastes y ganaderías es porque el secuestro de la materia relevante se está haciendo a la japonesa y no a las claras, es decir, que en vez de ponerse en huelga los genes sanos se está inundando las planicies de sucedáneos más cómodos a ver si cuelan. Pero, cuidado, que en cuestiones bravas y hereditarias un tropiezo con un canto puede provocar un corrimiento de tierras. Y después que las leyes de la naturaleza han hablado se hace imposible insistir para que te borren el pasado.

La corrida se remendó con dos toros de Gerardo Ortega, de los que encajaban en todo perfectamente. Y lo que encaja matemáticamente en casi todo lo que vemos salir por toriles es de una transferencia unicelular aplastante porque en el caballo, en la lidia, en la casta, en el toreo, se evidencia como nada de nada. Nada bueno por supuesto. Y nada se pudo hacer por parte de un Paulita que anda crecido en ganas y discreto de facultades. Nada resolvió la templanza y seguridad que mostrara Morenito, ni su destello de algo, ni su insistencia en el aburrimiento que casi le cuesta que le echen el toro a los corrales. Y nada concluyó para Ritter que sigue porfiando en potenciar esa frialdad, un valor seco que corona su blasón pero al que no adorna con técnica y consciencia.


Una tarde, queridos primos, para no volver más a ninguna parte y menos a casa del tío. Hasta más ver, cocodrilo… Y un regalo para el abuelo...


viernes, 16 de mayo de 2014

Crónica. Séptimo festejo. Feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 15 de mayo de 2014
Séptimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Toros de Victoriano del Río y Cortés para los diestros Enrique Ponce, Sebastián Castella y David Galán.

Argumento de novela

Por Paz Domingo

Se llenó la plaza de muchísimos invitados. Todos alegres de apoyar la fiesta aunque sea gratis el asiento que ocupan; de gente guapa a la que ya no se le inflama la solapa con claveles reventones y no tienen claro si la tendencia podría molestar por cañí o por excesivamente chic; políticos que competían en soltura dentro de las estrecheces de sus sitios privilegiados; amigos presuntuosos de ínfulas toreras, tan pesados e ignorantes que hay que ir explicándoles el ritual a groso modo, disimuladamente, por supuesto; mirones y fisgones deseosos de pillar algo para deglutir en tuit tanta banalidad, tanto topicazo; algún que otro aficionado con memoria de treinta años; un torero que parece seducirle la retirada pero que dice reinventarse en su esplendor; y el premio Nobel más torero después que falleciera García Márquez.

Vargas Llosa tenía los protagonistas a su disposición para urdir una trama de principio a fin, en plácido ambiente, en exaltación del protagonismo del afamado torero entregado a las mieles de la notoriedad, acomodado en el gran destino y ahora emocionado porque sus conocidos le obsequian como a un coloso taurómaco. Podría, incluso apoyarse en la leyenda. Ahí se la servía David Galán, a partir del pasado familiar propio de fábula dramática pues solamente la historia de su padre ya le daría para una manifestación poderosa en matices de blanco y negro, muy auténticos de aquella España rica de pintoresquismo. Pan y toros, infalible. ¡Lo que darían algunos por aportar estas pinceladas al primer capítulo de sus insulsas memorias!

La línea ya está encauzada. Lo demás es superfluo, directamente suprimible. Porque, ¿quién se acordaría de los toros? Casi nadie. Algún loco que viera que aquello de toros bravos tenía lo que el escritor de monja, aunque la hermanita caritativa resultara tontorrona, excesivamente insustancial, por supuesto nada convincente en religiosidad, nada arrebatadora para inspirar un auto sacramental. Y ahí lo tienen, al divino ganadero y redentor de la fiesta brava, triunfador el año pasado del ciclo venteño con un toro de ninguna casta, presencia, capacidad, hermosura y, por supuesto, resistencia al sometimiento de Talavante, ya que el mérito de tan fabulosas facultades no era sino fruto de ignorancia plena.

Todos debieron quedar muy a gusto con la mencionada actuación y los empresarios de Madrid han apostado por darle más protagonismo en la serie actual, por si suena la flauta, hasta dos veces. Después de lo visto ayer se considera muy improbable que los músicos puedan manejar este amaneramiento con gallardía pues el director de orquesta  ha desgastado tanto el metal del instrumento en la limpieza que ha quedado el sonido imposibilitado por agotamiento. Quizá, escépticos señores, aficionados olvidados, sea mejor así. De haber sacado el maestro alguna nota menos desafinada hoy no estaríamos asombrados por la parafernalia del auto sacramental sino aterrorizados de que a la insufrible impostura se le atribuyera la autenticidad de un western de culto, de una fantasía superlativa y no sé cuántas cosas más.

Enrique Ponce estuvo en su línea purificadora, de enfermero experimentado en aplicar vendajes paliativos al mamífero de escasa altura, eso sí, con su técnica muy vistosa y nada comprometida, habitual desde hace tiempo en su repertorio. Sacó partido como nadie a la cornada recientemente recibida y vociferada por sus acólitos como si fuera el único en este mundo trágico que ha sido herido y repuesto. Alargó tiempos para demostrar que saca jugo. Mató muy mal. Y terminó sintiéndose incapacitado para dar lo mínimo por lo máximo… porque si llega a tener toro “lo disfrutamos”, no tengan duda. Por cierto, eso de que le valen todos los toros no se lo cree nadie y a las pruebas de la tarde de ayer me remito.

He visto torear a Enrique Ponce, que quede claro. He estado en todas sus intervenciones desde que vino por Madrid siendo un imberbe adolescente y desafiaba como un jabato a los novillos, que a nuestra vista se aumentaban como si fueran bueyes gracias al grandioso efecto que producía la escasa estatura de un niño -que no levantaba dos palmos del suelo- en el reto al descomunal Goliat. O cuando se fajó enconadamente con un manso de libro y con un metro de pitón a pitón. Sí, lo he visto todo en Madrid de Ponce y puedo asegurar que he visto torear a Ponce, cuando toreó. Pero no fue el caso de ayer, ni desde hace mucho, mucho tiempo. En cualquier caso, si piensa despedirse de esta plaza sentiré poner cierre también a esta añorada trayectoria maestra porque, en definitiva, paralelamente, ha sido la mía y la de algunos pocos que empezamos como usted siendo unos jovenzuelos necesitados de vivir en este mundo de Ilíadas y Odiseas mientras coincidíamos en la misma aventura.


Me queda por concluir la extrañeza que producía el hijo de Antonio José Galán. Tenía ganas. Se vio. Tenía su temple y muchas repeticiones tópicas que están ahogando la profundidad del toreo. Pero su actuación me interesó mucho más que las cuatro realizaciones de las dos figuras, el juego de los toros, el cotilleo del graderío, las imposturas de los presuntos amantes de la fiesta… Es lo que tiene el paso inexorable del tiempo, que cuando más abunda más nostálgicos nos hace… 

jueves, 15 de mayo de 2014

Sobre La Palmosilla, siempre igual



Cuenta de resultados

La Palmosilla se deshace en malas críticas después de comprobar, una vez más, que es una ganadería de malísimos resultados en juego, fuerza y descastamiento. Que una empresa pase por horas bajas se puede entender. Lo que se hace incomprensible es que año tras año los empresarios de la plaza de Madrid cuenten con ella en este ciclo de envergadura. Y lo que es aún más grave, la falta de control de calidad por parte del Centro de Asuntos Taurinos que, como casi todo el mundo desconoce, es el organismo que debe velar por los compromisos adquiridos en la adjudicación de la plaza y también aprobar las organizaciones de los ciclos para asegurar el nivel, respeto y calidad de la primera feria taurina del mundo.
Pues otro año más la cuenta de resultados de La Pasmosilla es insufrible. Únicamente ha fallado El Fandi, muy asiduo a este cartel. Veamos algunos ejemplos y refresquemos la memoria:

Las Ventas. Madrid. Trigésimo festejo y quinto de la Feria del Aniversario
4 de junio de 2010
La intemerata
Por Paz Domingo
¿Quién asegura que la superación existe? Quien lleva treinta horripilantes festejos seguidos en el duro granito venteño. ¿Quién se ha empeñado en regalarnos las exquisiteces del presunto ganado bravo que crían con el insustancial hierro de La Palmosilla? Los que se afirman en esta genética ganadera -tan aberrante como asquerosa- que especula obscenamente con la esencia verdadera del auténtico toro de lidia hasta hacerlo irreconocible. ¿Quién ha apostado por este cartel inconcebible para los aficionados de buena voluntad? Aquellos que rematan programaciones de ferias en proporción aritmética al incremento de su bolsillo. (…) ¿Quién está dispuesto a defender este tejemaneje insoportable? Algún ingenuo que la vergüenza ajena no le abochorne. ¿Quién sostiene que el futuro existe? Quien se ha librado de este regalo envenenado de ferial taurino. (…) 

miércoles, 14 de mayo de 2014

Quinto festejo. feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 13 de mayo de 2014
Quinto festejo de la Feria de San Isidro 2014
Toros de Parladé para Manuel Jesús, El Cid, Iván Fandiño y Ángel Teruel.


Hay que tener mucho valor 


Por Paz Domingo
A la altura del final de la lidia al quinto toro de la tarde la conmoción en los tendidos de la plaza de Madrid era absoluta. Fandiño tenía la puerta grande entreabierta después de una buena intervención que concluyó con una estocada perfecta de ejecución, entregada en cuerpo y técnica. Cuando se esperaba la repetición de maestría en su segunda actuación, sorprendió. Tiró el engaño, se plantó de frente al animal de boyante desafío, apuntó el estoque, se vació en el testuz, impactó entre los pitones y con el impulso del tremendo golpetazo el matador salió despedido en vuelta de campana para caer detrás del toro prácticamente de pie. La efectividad del juego malabar, atrevido y realizado como nunca se había visto, supuso tal exaltación emocional, que la multitud se volvió loca.

Hay que tener mucho valor para plantear este desafío a cuerpo limpio. Pero también hay que tener mucho arrojo para poner cordura al atrevimiento como reclamó una minoría, que aunque la potencia del acto sea enorme, increíble, desmesurada y arrebatadora no deja de estar sobredimensionada en alarde e impropia del equilibrio en el que sustenta la técnica depurada de la tauromaquia.

Fandiño conoce muy bien el tejido de los aficionados en Madrid. Él está considerado un torero de aquí, taurinamente hablando, por supuesto. Pero esa rotundidad del triunfo se le ha esfumado en esta plaza entre encierros complicados, cornadas y un bajón en resultados en su interesante trayectoria. Así que fue a por todas. Fue un acto espontáneo pero bien entrenado durante el invierno, y entre la posibilidad de que le saliera mal estaba la oportunidad de impresionar. Pues lo hizo. La espada cayó atravesada y poco importó. El asunto parece otro y el gusto fue diferente para los pocos que protestaron, ahogados en la algarabía. Hay que tener también mucho valor para no dar rotundidad al gesto porque nos sigue gustando más su extraordinaria facultad para volcarse en el volapié limpia, técnica, magistralmente como lo realizó en la suerte suprema en su primera intervención, pero a él no le era suficiente. Que optara por el tremendo, sensacional, emociónate y poco ortodoxo intento, a él le recompensó ya que después de tanto valor, pundonor y difícil trasiego en la dureza al fin tuvo su puerta grande. Que el listón sea tan alto para muchos y tan desaparecido para unos pocos es una injusticia aún por cuestionar. Entonces, a pesar del debate, vaya lo uno por lo otro.

Sus faenas carecieron de precisión. Estuvo bien. Concentrado, bien situado en terrenos matemáticos, muy torero en la personalidad que le define. También le falta dar naturalidad a su cuerpo y a sus maneras, ligar con claridad los pases que arranca a intervalos, y quizá terminar mejor colocado en los pases de pecho que, aunque arriesgados, concluyen fuera del sitio. El quinto toro fue el toro del examen. Expuso todo, hasta el final como queda explicado, pero a la faena de lucha feroz le faltó el sometimiento que exigía.

Respecto a los dos compañeros de terna quedaron olvidados. El Cid porque pasó sin exponer un ápice con animales de poca trasmisión pero con almas cándidas que se dejaban sucumbir a vaivenes múltiples y el diestro parece de gira nuevamente por el desierto. Sobre Ángel Teruel es mejor no decir nada porque ni dice ni se espera circunloquio y lo que no toreó este hombre de apellido reluciente lo gritaba el progenitor desde la barrera del callejón. La imagen patética resultó hasta compasiva por tanta desmesura de amor paternal. Y si hablamos de toros, pues excepto el quinto, eran mamíferos bovinos de presentación inaudita, de resultados pobres, de casta ninguna, de flojedad apabullante, de identidad inclasificable, de esa repetición que se confunde con nobleza. También, se debe hablar de dos subalternos de la cuadrilla de Fandiño, que pusieron técnica al segundo tercio al afamado quinto. Lo único potable en facultad lidiadora.