jueves, 24 de febrero de 2011

XI Premio Nacional Universitario Joaquín Vidal

A la afición conspicua
Empiezo esta crónica disculpándome por la tardanza en la publicación que debe recoger este acto conmemorativo –y hasta nostálgico para muchos de los asistentes- que supone la entrega del XI Premio Nacional Universitario Joaquín Vidal y que concede la asociación Círculo Mazzantini de Madrid.
El recuerdo de este célebre torero vasco Luis Mazzantini (1856-1926) está asociado para siempre al hermanamiento de intelectualidad y tauromaquia. Esta declaración de intenciones fue el espíritu que impulsó hace veinte años a un grupo de universitarios, que fortalecidos en su alma torera por el empuje que experimentaba la Fiesta -con el hito que supuso la corrida de la Beneficencia con César Rincón y Ortega Cano-, expusieron su afición torera para reconocer las figuras colosales que han desarrollado y engrandecido este singular mundo taurómaco.
Aquel empeño de este grupo de enamorados ha llegado a este febrerillo loco, a estos días inciertos, a las múltiples y desventuras toreras que se nos vienen encima, y siendo fieles a su ímpetu juvenil ha querido ofrecer un gran homenaje a la constancia concediendo su XI Premio Joaquín Vidal a la afición de Madrid, a toda, sin exclusión, porque como bien insistió Javier López-Galiacho, presidente del Círculo, “aquí no sobra nadie”. Se pretendía un acto emotivo. Y lo consiguieron. La persona que recibía tal alta distinción fue Juana García Estebaranz, una mujer de corazón generoso, una aficionada cabal que representa a miles de almas toreras, allí donde se encuentren, sin distinciones de lugares, sin más requisito que amar apasionadamente esta vivencia única, irrepetible, hermosa e infinita.
El presidente López-Galiacho reconoció que se ha tardado mucho tiempo en la entrega del último galardón que recayó en Pepe Luis Vázquez, y que recogería su hijo. Seis años que han sido “como un desierto”, pero a la hora de retomarlo se consideró volver a los orígenes universitarios y añadir a la nominación del galardón, “recuperar el espíritu en la defensa e integridad en el seno de la Universidad, una muestra que apoye la certeza que la Universidad está con la Fiesta, y después de tantos males hay que pregonar al mundo que somos aficionados hoy más que nunca”.
“El mal de la Fiesta está dentro”. No nos olvidemos que nos enfrentamos a un enemigo que no ha dado la cara (los animalistas), con mucho dinero, con gran opinión pública y que funciona como un destornillador político muy eficaz”, añadía Galiacho, haciendo una pregunta para la reflexión: “¿Quién hubiera dicho que la Fiesta se iba a prohibir inconstitucionalmente?”.
“Quizá tengamos que morir como Custer, como un toro bravo que hay que dar la pelea, y aquí está la Universidad para lo que haga falta”. Precisamente por este arrebato juvenil, por esta complicidad que hace tanta falta, por esta defensa de los fundamentos verdaderos de la tauromaquia, “este premio no se puede dar de cualquier forma, y entendemos que en esta edición representa al espíritu de integración reconociendo al conjunto de todos los aficionados de la plaza de Madrid en un símbolo reconocible como Juana y a la “amistad de los que te queremos”, concluyo Javier López-Galiacho.
La familia de Joaquín Vidal también quiso estar presente en este emotivo acto. Su hijo, también llamado Joaquín Vidal, participó en la exposición de este certamen y agradeció estos eventos que recuerdan vivamente la figura del periodista taurino, pero también quiso recordar a su padre como miembro de esta afición de Madrid, desde los tiempos en los que era un chaval huérfano, con pantalones cortos y con poco dinero. Es un orgullo y una pasión estar dentro de un colectivo que representa un hecho único compuesto de gente diversa, dentro de un escenario en la más pura concepción democrática.
El ex senador por Valladolid, Juan Antonio Arévalo, amigo del cronista taurino, primer galardonado con este premio en 1995 -cuando se llamaba Luis Mazzantini- exteriorizó lo injustas que han sido las circunstancias que nos privaron de que Vidal no ingresara en la Real Academia de la Lengua, porque “fue un escritor como pocos” y porque hubiera sido un hecho importantísimo que le hubiera igualado con José María Cossío, único académico con rotunda vocación taurómaca. Reflexionó Arévalo que el mal de la Fiesta está dentro de sus entrañas, pero a pesar de esta debilidad hay un futuro que será posible con la responsabilidad y exigencia que los aficionados nos marquemos.
Juana García habló emocionada, pero nada contenida, una característica de su temperamental genio. Se declaró amiga de muchos, devota de Joselito, conocedora de muchos entresijos y amante entregada a su única afición. Recordó cariñosa a su amigo el cronista Vidal, a su familia y a algunos apasionados amigos que miles de tardes están a su lado en los tendidos de Las Ventas. Una plaza, la de Madrid, la suya, en la que ha tenido la oportunidad de ser tan torera como el que más, de conocer y tratar por igual desde el acomodador hasta Victorino Martín.
Seguiremos recordando a este maestro de periodistas que fue el ilustre Joaquín Vidal, a un hombre imprescindible por su independencia, rigor, amor y pasión por este mundo singular. La afición de Madrid le reconoció como crítico, el único claro está. Y él en una genialidad de las suyas les correspondió distinguiéndoles como la afición conspicua.
- Maestro, ¿esto tiene arreglo?
- No, esto no tiene arreglo.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Sobre posibilidades interministeriales

Un traspaso maestro
A estas alturas de un día como hoy -tan renombrado como el 23 de febrero- ya sabemos algo más que ayer a estas horas toreras e inciertas. La Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados presentó una proposición no de ley para que las potestades administrativas relacionadas con espectáculos taurinos, "salvo las correspondientes a la competencia sobre seguridad pública, sean atribuidas al Ministerio de Cultura", y que finalmente fue aprobada mayoritariamente.
Decía que ya sabemos algo más. En realidad, lo más exacto es decir que ya sabemos lo que verdaderamente se pretende con esta urgencia de trasferencias interministeriales, que abanderaron hace unos meses un grupo de toreros muy bien colocados en el escalafón taurino y que ahora recogen sus señorías parlamentarias con esta proposición de ley, en la que se especifica que se trata de adoptar medidas para el fomento de la Fiesta de los toros y que geográficamente debería asegurarse desde el Ministerio de Cultura. “Somos artistas”, decían los toreros inflando pecho, y con la boquita pequeña pedían que, por favor, sacaran de Interior las competencias de los toros, pues no entendían que se tuviera que pagar un 18% de IVA cuando, por ejemplo, el cine contribuye con un 8%, recibe más subvenciones de lo que rentabiliza y tiene un organismo que aglutina a los profesionales y sus intereses, un grupo especial “reconocible socialmente”, que goza de alto predicamento, cultural por descontado.
Muchos teníamos la certeza que estos altruistas deseos tenían un trasfondo traducible en descuento considerable en el IVA, y quedaba por certificar por escrito dicha pretensión muy bien maquillada por la excusa artística. Era uno de los cuatro puntos del Manifiesto de puesta en escena de la Mesa del Toro, hace ahora un año.
La jugada es maestra. Hay que reconocerlo. Es una jugada maestra a un precio que puede ser considerable. Una maniobra interministerial tan arriesgada porque se estructura en el vacío y en los intereses del estamento, y que se llevaría por delante algunas circunstancias trascendentales en las que debe fundamentarse la urgente regeneración de la Fiesta y que son su reconocimiento tradicional, cultural, histórico y patrimonial; su legalidad y el régimen jurídico administrativo que lo sustenta, con obligaciones y su carácter sancionador; su autenticidad que quedará obligada en la exigencia de integridad del espectáculo; y en la necesidad que no puede darse ni un solo paso sin que todos los “intervinientes” acuerden en consenso los puntos que deberían plantearse para su salvaguarda y posibilidad de desarrollo.
Por tanto, intentaré desarrollar estar cuestiones.
Uno. El traspaso de competencias se llevaría por delante el monto del impuesto obligado. El texto que aprueba la Comisión insta al Gobierno para que realice el traspaso lo antes posible. Explica que se trata de una urgencia, pues es estos momentos de crisis peligra un sector (cultural) muy importante por tradición e historia, y por tanto tenemos una obligación de fomentarlo desde un organismo competente (en este caso el Ministerio de González-Sinde). Dicen de esta operación estratégica que pagar menos significa un gran beneficio para el público de los festejos taurinos porque compraríamos unas entradas más baratas (cosa que está por ver) cuando, en verdad, la mayoría de los aficionados y del público en general ya no quiere ni ir a los toros aunque le regalaran la oportunidad.
Lo que puede salvar al mundo de los toros, intuyendo lo que se viene encima desde el punto de vista prohibicionista y en la coyuntura económica de crisis profunda, precisamente es la cuantía económica (muy considerable) que ingresa el Estado por la realización de los espectáculos taurinos, tanto de festejos tradicionales como populares. Si se reduce el IVA, pasando del 18 % -que corresponde en la actualidad- al 8%, equiparando los toros a los espectáculos como el cine y el teatro, supondría que el ingreso estatal se reduciría a más de la mitad, y ya no habrá tantos argumentos (sólidos) al que agarrase cuando vengan las vacas flacas prohibicionistas, pues en este supuesto sería muy fácil argumentar que ir a los toros ya no deja tanta aportación, además añadiendo subvenciones “con el dinero de todos”.
Debo reconocer que yo mantengo esta idea descabellada, algo así como quien bien paga, pedirá mejor. Mientras existan buenos ingresos no será tan fácil desmontarlos. A nadie le desagrada un dulce.
Dos. El traspaso de competencias se llevaría por delante (porque afectaría) a la Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos. Esta ley tendría que ser modificada porque es la ley principal o matriz de la que parten todas las normativas en regulación jurídica de los espectáculos taurinos, de las que le suceden y de las normas y regulaciones autonómicas que ya contemplaba esta trascendental ordenanza en el desarrollo posterior(1). Según ha manifestado la Unión de Abonados de la Plaza de Madrid, en un reciente comunicado -en la que hace pública la carta que envió al ministro de Interior- entiende que no sería necesario modificar la ley con otra ley (aunque sí reconoce implícitamente que se tendría que modificar) y da su versión: “para realizar el traspaso no resulta necesario modificar la Ley Taurina de 1991 con otra norma del mismo rango, ya que las redistribuciones orgánicas de competencias dentro de la Administración del Estado pueden encauzarse a través de Reales Decretos aprobados en Consejo de Ministros”. La cuestión sería aclarar cómo se modifica sin modificar, qué hay que modificar, pues no solamente se “tocaría” la ley para aclarar cuál sería el Ministerio que lo ampare, o dar acogida en otros departamentos administrativos el cambio de registro de profesionales (ambas situaciones que insisto afectarían a toda la regulación estatal y autonómica); sino que de paso podría también “tocarse” –aunque sea con órdenes ministeriales-, el régimen sancionador a la que están sujetos los profesionales (sanciones impuestas e incidencias relevantes relacionadas con la participación en los festejos de todas las partes intervinientes, artículo 5, punto 4). Una servidora, se está haciendo muy mal pensada en los tiempos que corren.
Tres. El traspaso de competencias se llevaría por delante la representatividad de todos los integrantes en los espectáculos por igual, pues quedan fuera las organizaciones de aficionados (y los que no se incluyen en ningún organigrama asociativo), pues han quedado excluidos de una decisión que podría ser trascendental en el futuro de la Fiesta, de su sentido, de su futuro régimen administrativo jurídico. Es evidente que con la decadencia interna actual del espectáculo, la Fiesta quedaría más expuesta a su vulnerabilidad precisamente porque antepone su ubicación administrativa (puramente simbólica pues casi todo está transferido a las autonomías) a la defensa de su integridad. Puede ser que la Fiesta necesite de fomento y promoción (aunque sería muy difícil su desarraigo después de tantos siglos), pero es incuestionable que lo que más urge es la defensa de su integridad y autenticidad, y en este sentido no se ve nada más que la intencionalidad del estamento taurino para procurarse un beneficio fiscal.
Cuatro. El traspaso de competencias se llevaría por delante la fabulosa declaración de principios e intenciones de esta Ley, que después de veinte años, de parir otras muchas, ninguna normativa o reglamento que salió de sus entrañas, ni general, ni local ha siso tan consecuente, ni enérgica, ni trascendental en sus principios que se expresan en el texto de introducción y que dice: La garantía del derecho de los espectadores y de la pureza de la fiesta requiere, también como presupuesto, que el régimen de las fiestas taurinas ponga un énfasis muy especial en el aseguramiento de la integridad del toro, de su sanidad y bravura y, en especial, de la intangibilidad de sus defensas.(2).
Ninguna normativa posterior ha sido tan rotunda y apasionada en esta “garantía”.
Quinto. El traspaso de competencias se llevaría por delante nuestra esperanza de una regeneración urgente de la Fiesta basada en la exigencia de la integridad del espectáculo. Muchos creemos que el traspaso a Cultura debería hacerse. Quizá dentro de un organismo aglutinador que englobe todas las circunstancias de este espectáculo público tan singular y complejo, desde las potestades administrativas hasta las sanitarias, pasando por todas las que afectan directa e incuestionablemente a su estructura. Pudiera ser. Pero no de cualquier forma. Sin tener bien claro el cómo. Sin tener bien clara su definición. Sin dejarla en el vacío. Sin conocer las atribuciones, sin saber quién nos representa. No a cualquier precio. No porque lo ordenen los miembros del estamento taurino, con la única posibilidad de beneficio propio. No ahora. No en estas circunstancias cuando la amenaza del auge de las asociaciones animalistas conduce a la posibilidad prohibicionista; cuando la complicidad política en la defensa y salvaguarda de los toros dentro de las instituciones públicas es simplemente ninguna; cuando la casta y la bravura que debe sostener la única condición del toro de lidia ha quedado relegada a un borreguismo llamado eufemísticamente “artístico”; cuando los aficionados que respaldan económicamente el espectáculo se están marchando de las plazas; cuando a los jóvenes no les interesa este espectáculo decadente sin emoción ni pasión; cuando los miembros del estamento ansían tanto las subvenciones (incluso avaramente) y que deberían poner sus barbas a remojar, pues al cine español la prebenda indiscriminada del dinero sin obligaciones ha hecho sucumbir su rentabilidad, el ingenio, la capacidad de catalizar lo real, la responsabilidad del trabajo, llevándole a una situación tan injustificada como indecente; cuando todo esto sucede mientras el barco se hunde, yo quiero decir: ahora no al traspaso a Cultura. No sin recibir nada a cambio. No sin que beneficie a la integridad de la Fiesta y a la generalidad de sus integrantes. Ahora hay que salvar la nave que se va a pique. Lo de Cultura puede esperar.
Y mientras el barco se hunde, ustedes señores se están peleando por los camarotes de primera. Espero que se haga justicia con las irresponsabilidades que están cometiendo, ahora y en el futuro, que también vendrá, cuando ya no exista nada con qué empezar de nuevo.

(1) Texto de introducción, en la Exposición de motivos, de la Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos: "Sin perjuicio de las competencias que corresponden a las Comunidades Autónomas en relación con los espectáculos taurinos, como tales espectáculos, es evidente la conexión de los mismos con el orden público y la seguridad ciudadana, que constituyen competencias exclusivas del Estado, al amparo del artículo 149.1.29. de la Constitución, y para el fomento de la cultura, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 149.2 del citado texto constitucional; ello obliga a delimitar las facultades que corresponden en la materia al Ministro del interior y a los gobernadores civiles, autoridades que tienen atribuida la competencia para velar por la seguridad pública, de acuerdo con el ordenamiento jurídico vigente".
2) Texto de introducción, en la Exposición de motivos, de la Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos: "La garantía del derecho de los espectadores y de la pureza de la fiesta requiere, también como presupuesto, que el régimen de las fiestas taurinas ponga un énfasis muy especial en el aseguramiento de la integridad del toro, de su sanidad y bravura y, en especial, de la intangibilidad de sus defensas. Por ello, buen numero de los preceptos de la parte más central de la Ley, a través de la intervención administrativa previa, simultánea y posterior a la lidia se dirige a regular, en la medida que se considera imprescindible, el tracto del proceso, a partir del traslado de los toros desde las dehesas hasta el reconocimiento post mortem".

Mas información en
https://sites.google.com/site/toroaficion/opinion/traspaso-competencias-taurinas

jueves, 17 de febrero de 2011

SOS para la plaza de toros valenciana

El tirabuzón
La cubierta de la plaza de toros de Valencia sigue volando. El presidente de la diputación local, Alfonso Rus, sigue pilotando la nave, aunque no renuncia a la exhibición de sucesivas acrobacias. No cesa en las cabriolas, aun a riesgo de provocar algún incidente de consecuencias letales. El primer salto mortal lo aventuraba con el sórdido proyecto que pretende poner techo al cielo intenso de luz mediterránea y a la calidez de su resplandor, que además explota la estupidez argumentada, enfatizada y dirigida a tontos de solemnidad, al arrojo de engranajes especuladores dispuestos (técnicamente) a certificar la cuadratura del círculo en cubiertas volanderas para una joya arquitectónica como es la plaza de toros de la calle Xátiva.
Esta cuestión, que en principio puede resultar baladí, ha sido la inspiración para sucesivas pruebas atléticas, donde la superación se prolonga escalonadamente. La plaza de toros (en sí misma) por ley es intocable, nada más y nada menos que fue declarada Bien de Interés Cultura y, por tanto, vigilada muy de cerca por el órgano más destacado. Pues, resulta que los árbitros plenipotenciarios de la materia patrimonial dicen que todavía deben consultar a los linieres, pues no es suficiente con que la norma sea inviolable sino que, como todo el mundo sabe, se puede reinventar. Quién puede, puede. Y quién puede quiere que la sirena mediterránea salte por los aires desde el trampolín. Eso sí, sutil, volátil, etérea, graciosa, invisible, transparente.
La doble pirueta hacia atrás –o lo que es lo mismo: la maniobra de distracción- la pusieron la directora de Patrimonio, Paz Olmos, quien aseguraba confiar en los técnicos que evalúan el proyecto volandero simplemente porque son muy técnicos, sin otro argumento moral, cívico, jurídico, constitucional y virtuoso de tan ponderado “escándalo a ver si cuela”. Aquí, vino a rematar el salto la diputada responsable del área de Administración General y Patrimonio, Carlota Navarro, que se negó a mostrar el expediente enviado a sus competencias porque únicamente disponía de una copia.
Esta circunstancia provocó pánico. Rus subió al trampolín. Alguien debía tomar el toro por los cuernos. Los obreros esperan. Arriesga. El cuerpo le pide proeza. Se decide por el tirabuzón, hacia tras. Sopesa a la tabla elevada. Se balancea brevemente. Se impulsa. Resuelve: “El expediente lo podrá ver cualquiera (que lo solicite)”.
Esta revelación me despertó una curiosidad. Me han entrado unas ganas de solicitar y aprovecho para pedirle al presidente de la corporación provincial, a la directora de asuntos patrimoniales y a la responsable política de la administración, que esta servidora “cualquiera” también quiere ver el incunable que con tanto celo han guardado y con tanto desparpajo ofrecen a la divulgación.
Quiero saber en qué consiste la técnica de anclar sin sujetar, de volar sin levitar, de perpetrar sin usurpar. Pero con cuitas, porque no me creo ni entiendo lo que ustedes quieren que crea y que entienda. Tirando, tirando… de buzón: tirabuzón.
A buen entendedor, ninguna plaza se toca.

lunes, 14 de febrero de 2011

Las Arenas abrirá sus puertas sin toros

Momento corazón spanglish
¡Qué día el de San Valentín! Pobre santo del cielo que le ha caído sin ningún remilgo la sustitución internacional del venerable San Antonio, beato local donde se precie. Un espacio por otro. De allí mejor que de aquí. Algo así como un spanglish celestial. Pues bien, en este día de felicidad sobreactuada, de amores exagerados sin pudor, de regalitos obligados, de escenografía con abundante forma de corazoncitos, millones de promesas en público, exhibiciones casi obscenas, en este día todo el ridículo está permitido. Carmen Rigalt hablaba del rito amoroso en su espacio dominical Testigo impertinente y expresaba con buen criterio el objetivo obstinado de esta festividad aportando la verdad que sigue: “San Valentín busca estimular el comercio, pero creo que sólo impulsa la impostura, una de las mayores engañifas a las que ha sucumbido esta sociedad”.
Totalmente de acuerdo. Y comparando imposturas, a este jolgorio corazonista -que hemos importado a la española- se me ocurre cotejarlo con el engendro que han hecho de la plaza de toros de Las Arenas, en Barcelona, que después de años y vicisitudes urbanísticas la han trasformado en un centro comercial, y –aquí está el regalito- albergará el Museo de Rock.
Una servidora es una rockera. Cuarentona, pero con ritmo otoñal, que se sepa. Entiendo que a una le entren los amores tardíos, que pierda la cabeza, que traslade caídas de ojitos, que se fije en la fuerza vigorosa propia de adolescentes, que se entregue a impulsos arrebatadores. Pero me parece igual de legítimo que no nos olvidemos de dónde venimos, dónde estamos y qué hacemos con el sentido común, éste que nos salvaría de ser auténticos desalmados, incapaces de no reconocer los cálidos amores de juventud.
Al grano. ¿No estaría más en consonancia que en este escenario se hubiera hecho, aunque fuera en un rinconcito, un recorrido por el descomunal pasado taurino de Barcelona? ¿No se podía haber hecho un museo verdaderamente imprescindible recordando la grandiosidad de la catalanidad taurina? ¿De qué estamos hablando? Pues hablamos que ahora toca mercadear con espacios y fórmulas paradigmas de la modernidad indiscutible, “el primero de Europa de esta materia, que abrirá sus puertas el 31 de marzo en el recinto de Las Arenas de Barcelona y contará con salas dedicadas exclusivamente a los Beatles, los Rolling Stones y el rock nacional, según a confirmado el impulsor del proyecto y periodista musical (de Catluña Radio), Jordi Tardà “(que nutrirá con su amplia colección”), según decía en una información de este inminente evento.
Como ven las cosas parecen estar en su sitio. Lo parecen. No caigan en la trampa. Yo también me engaño de vez en cuando. Sueño con un día que no me duela la artrosis de la cadera como consecuencia de tanto bailoteo. ¡Cielo santo con tanta santidad de extramuros celestiales! El beato nos pillo sin confesar, con el paso cambiado y el corazón maldito.

Mis felicidades a aquellas almas enamoradas y toreras, olvidadas pero que también tienen su corazoncito capaz de arrebatarse de amoríos.

jueves, 10 de febrero de 2011

Declaración de intenciones

Después de un año, hoy más que nunca
Hoy, 10 de febrero, este soporte digital, de escasas pretensiones estéticas pero sobradamente entusiasta, cumple un año de vida. Y es hoy, festividad de Santa Escolástica, un buen día para recordar las intenciones que lo impulsaron, con el único objetivo de recuperar el optimismo en nuestras almas toreras y tomar distancia de la catástrofe en plenitud. Entonces, avanzaba en la primera entrada de este blog una declaración de intenciones. Ahora, reafirmo mi ímpetu torero.

(…) Comienzo publicando abiertamente mi reconocimiento apasionado por este singular mundo que representa el universo de los toros, aquel que surgió hace tiempo cuando el hombre quiso dominar con fuerza, pero con inteligencia, a un animal fiero, incierto y desconocido. Reconozco la grandeza de un espectáculo único en su origen y desarrollo, en su esencia y evolución, en su originalidad y en la reglamentación que lo sustenta, en su violencia innata y en su posterior sublimación en arte, en su historia y en el fenómeno erudito de las tauromaquias que genera.
Ingenuamente, me sigue asombrando el milagro que se produce en el peculiar proceso de domesticación a que ha sido sometido y que consiste, ni más ni menos, en una destreza artificial para conservar intactas sus condiciones salvajes. Una extraña paradoja.
Declaro mi enamoramiento de la portentosa belleza que atesora el toro de lidia, cuando se da con toda la integridad física y temperamental, con la fuerza descomunal que representa su genio, acometividad, defensa, y resistencia al sometimiento. Puedo garantizar que quien ha vivido la experiencia de inquietarse con la bravura que lleva dentro este exclusivo animal, queda capacitado de por vida para amar apasionada y desinteresadamente este espectáculo tan incomprensible. Por tanto, creo en la autenticidad de este milagro, fuera de toda especulación, negocio, tiempo, y en definitiva de toda moda que devalúe un ápice su esencia.
Admiro incansablemente a todos aquellos hombres y mujeres que en el mundo taurino se han dado, por su capacidad de trabajo, por superar el miedo y por entender su grandeza, porque pusieron su ingenio para desarrollarla, acumularon talento para transmitirla, y generaron pasión para disfrutarla. De la misma manera que me conmueve el ímpetu de una afición sincera que busca cualquier atisbo majestuoso que en este mundo se produce, que acrecienta su vocación con la autenticidad que representa, que la guarda celosamente en su memoria, que la acaricia porque es hermosa, y que la protege porque es verdadera.
Creo en esta verdad única: en la legitimidad de la lucha, donde no gana la técnica porque ejecuta, ni la inteligencia porque somete, sino en la verdad desnuda que transforma la carnalidad de este espectáculo en arte elevado (…)

miércoles, 9 de febrero de 2011

La feria taurina de Vic-Fezensac

¡Liberté, égalité, fraternité!
Hace unos días el Club Taurino de Vicois avanzaba la programación taurina para la Fiesta del Toro en la localidad francesa de Vic-Fezensac y que tendrá lugar el próximo mes de junio -los días 11, 12 y 13- durante la celebración de Pentecostés. Hay anunciadas cuatro festejos de toros (corridones en el discurso entendible y jubiloso) que responden a las divisas de Dolores Aguirre, Pahla, Escolar Gil y Alcurrucén, más dos corridas concurso. En la primera tarde se lidiarán toros de Partido de Resina, Cuadri, Victorino Martín, Fuente Ymbro, Coimbra y Flor de Jara, y en la segunda concurrirán únicamente ganaderías francesas. La novillada de Moreno Silva se celebrará posiblemente el 5 de agosto.
Una vez más estamos deslumbrados. Hagan la cuenta torera. Esta localidad francesa de 4.000 habitantes tiene una plaza de toros con capacidad para casi el doble (7.000), es de tercera categoría, está gestionada por el Club Taurino de Vicois y la calidad de su feria taurina es envidiada por los aficionados del mundo. No se puede pedir más.
De paso, háganse algunas preguntas. ¿No se pueden organizar ciclos taurinos como este de Vic-Fezensac en miles de pueblos, en miles de situaciones, en territorio español y comanche? ¿Acaso los toreros que despacharán estas corridas de toros no serían los mismos que se contratan a ambos lados pirenaicos? ¿A qué se debe que estas prestigiosas ganaderías estén tan solicitadas por los gestores taurinos franceses y absolutamente desacreditadas por los mandamases españoles? ¿Por qué allí cuentan con las puntas de las camadas y aquí no son capaces de completar una corrida de estas mismas divisas ni en número ni en trapío propio? ¿No será que la milonga consiste en montar una revolución, en tomar (metafóricamente) la Bastilla taurómaca?. ¡Liberté, égalité, fraternité! pidió el pueblo. Se podía pedir lo mismo. ¿Por qué no?

lunes, 7 de febrero de 2011

Jornadas Taurinas de Tarazona de la Mancha

La emoción manchega y torera
En la Mancha manchega hay mucho pan, mucho aceite y muchas almas toreras. Allí, entre las planicies que acaricia el Júcar, entre la austeridad de líneas horizontales, entre la rotundidad de su despejado cielo, entre la espontaneidad de sus robustos genios fuimos a calentar una vez más nuestro espíritu en estos días cálidos de febrerillo loco. En Tarazona de la Mancha hay mucho que vivir. Sin ir más lejos su pasión por los toros que ofrecen al mundo entero. Sabrán de qué hablo si tienen vivencias personales al respecto, porque los manchegos son así, sin explicaciones, porque quieren, porque presumen de su inmensa amplitud.
Pues bien, en estos paraísos singulares han celebrado su vigésima segunda edición de las Jornadas Taurinas y lo han hecho a lo grande, con sabiduría y desbordando su inmensa afición. El presidente de la Peña Taurina, Isidoro Ruiz, presentaba el libro sobre la historia taurina de este rincón albaceteño. Nada más y nada menos que mucho tiempo de recorrido taurómaco, tanto como siglos tiene este mundo taurino, tantos como una plaza de toros que ya ha cumplido 150 años, la más antigua de la provincia y también con abundante solera dentro del universo geográfico. Este monumento es una joya arquitectónica, una de las más hermosas por derecho merecido. Impactante, maciza, sobria, vetusta, de categórica construcción, embellecida por una adecuada remodelación, simplemente porque respetaron su esencia natural y campechana. Sin más. No hace falta más.
Fue una reunión muy emotiva, en la que confluyeron el recuerdo, la magia, la generosidad de una afición que alimenta decididamente su virtuosismo torero. Los protagonistas así lo afirmaron. Isidoro Ruiz recordó aquellas tareas que se impusieron un grupo de amigos hace ya algunos años y cómo todas las promesas se iban cumpliendo. Eran sueños sencillos pero altivos. Soñaban con vivir apasionadamente su devoción torera y han demostrado cómo se hace grande el trabajo humilde, han certificado que cuando el impulso es irremediable obedece a la verdad, a la sabiduría y al entendimiento para que este espectáculo se desarrolle, fortalezca y perdure en el tiempo infinito. Como todos ustedes bien saben nada hay gratuito, el esfuerzo nunca viene solo, y en la tauromaquia nada tiene comprensión si no nos remostamos al primer envite que salió de la imaginación del ser humano cuando dominó con inteligencia la fuerza descomunal de la fiereza.
Precisamente de atrevimiento habló Juan Mora. Este “inmenso torero y mejor persona” (como le definió el periodista Emilio Martínez, alma máter de estos certámenes taurinos), relató su vida en el mundo de los toros, que para él ha sido tan desafiante como agradecida. Con paso lento, con el temple suspendido, con la humildad de quien sabe reconocerla, con el torero de frente, con dramática gallardía Juan Mora fue desmenuzando su historia. Su primer enfrentamiento con una vaquilla a los seis años; su decisión arrebatadora, su alternativa con Manolo Vázquez de padrino y Curro Romero de testigo en la Maestranza; su paso por los terrenos que le estancan; su terrible sufrimiento cuando las escasas fuerzas tienen que superar al olvido; sus recuerdos tan especiales a su padre, al hombre y al torero. Al hombre que le enseñó a ser torero. Al torero que le instruyó en la fidelidad, aquella que un hombre debe a la verdad y a uno mismo.
Al maestro le sucedió en la tribuna otro maestro. Rafael Cabrera Bonet aportó la técnica y el dominio en esta tarde de rezos y comunión. Las múltiples facetas de este “erudito” son bien sabidas, pero su paso por el periodismo taurino en la tribuna de la COPE le ha convertido en uno de los colosos del panorama informativo, un mérito que debe a su independencia e intencionalidad crítica, y que él mismo explicaba como un compromiso asumido desde la cadena radiofónica de trabajar porque el mundo de los toros tuviera el “espíritu de normalidad” que le corresponde por importancia y magnitud social. El tema propuesto en esta tarde torera fue la perspectiva para la Fiesta para este 2011 y Cabrera Bonet se reafirma en que este futuro próximo será muy complejo por el contagio que provocará la prohibición de las corridas de toros en Cataluña; por el estado calamitoso de las ganaderías actuales, desaparición de encastes y abundancia de procedencia juanpedro, mayoritaria en las dehesas (de las cuales excluyó El Pilar y Victoriano del Río en resultados); un escalafón protagonizado con la regularidad de El Juli, la peculiaridad de Morante, un Ponce relegado, la espera en la reaparición de José Tomás y un grupo de toreros que no terminan de traspasar la línea de la plenitud en las alturas. El periodista y escritor empezó su intervención reafirmando la certeza de que el “mal de la Fiesta está dentro”, en un mundo dominado por el estamento taurino donde el papel de los aficionados está fuera de las decisiones que determinan su futuro. Cabrera mostró su escepticismo, pero también recordó la capacidad de supervivencia de esta Fiesta que ha superado a los múltiples avatares históricos que pretendieron acabar con ella, incluso de los cuales ha salido reforzada. Es un camino de esperanza, un trayecto más politizado e inseguro que nunca, pero el que toca atravesar. Con su voz modulada, absolutamente radiofónica, con brío entusiasta, con pasión torera, con la atención del aforo completo del salón de actos del cine Sanchiz, Cabrera Bonet infundía optimismo asegurando que el futuro de la Fiesta es posible. Difícil, pero posible.
En la jornada del domingo la cuestión que se exponía a debate era la última temporada de toros en Cataluña antes de la prohibición con fecha de 1 de enero de 2012. Intervinieron en el acto el crítico David Guillén, actual jefe de prensa de la federación de entidades taurinas catalanas, el torero Juan Luis Rodríguez y el pintor López Canito exhibiendo una vitalidad maravillosa con los setenta años cumplidos y exponiendo su personal trabajo a los asistentes del certamen.
¡Ay, Tarazona, Tarazona! Me gustan tus planicies manchegas, tu ánimo festivo; tu devoción repartida entre Blas y Bartolomé, entre meses extremos y costumbres férreas; tu balconaje de madera volado entre los ángulos certeros de la plaza; tu vanidad que se recrea en el gran casino Pascasio Quílez; tu peculiaridad renacentista en la iglesia; tu glorioso pasado torero y tu presente que trabaja para engrandecerlo; tu centenaria plaza acostumbrada a ímpetus ganaderos; tu recuerdo al genial Pepe Isbert; tus sentidos que huelen a cuerva, que saben a bizcochos blancos y mojicones, que llenan con gazpachos. Así es Tarazona, la de la Mancha manchega, un paraíso, un gran lance torero.

jueves, 3 de febrero de 2011

'Blade Runner' también en Valencia

Pregunta a Rita
Yo también tengo una pregunta para Rita Barberá, alcaldesa de Valencia. Imaginemos, señora. Si usted tuviera un apartamento en el centro de la ciudad mediterránea, en el mejor barrio de la ciudad, con la estación central en la puerta, con solera en sus tapiales, con estructura modernista, con carácter único, magníficamente bien iluminado, protegido de voraces planes urbanísticos. Imaginemos. Si a usted se le ocurriera en este apartamento único -con ático soleado, con pletórica luz mediterránea, con gaviotas parsimoniosas que saludan atrevidas- hacer unas obritas que consistirían en ponerle una cubierta al altillo, de obra se entiende -aunque fuera móvil-, ¿no sería lo más adecuado pedir primero la licencia municipal oportuna y después abordar la reforma si se lo permiten? Porque pudiera ser que usted sufriera un ataque de locura transitorio -que nadie entendería-, pues querer tapar la luz del Mediterráneo en el privilegiado espacio luminoso de la ribera sería poco menos que un delito de grandiosa barbaridad, y en tal caso alguien debería decirle lo que no debe hacer.
Pues, algo así está pasando en su propia casa, señora alcaldesa. Los medios de comunicación están haciendo circular el verdadero aprieto en que le ha colocado el presidente de la corporación provincial, Alfonso Rus, que ha dado curso a la remodelación de la plaza de toros de Valencia para “adecuarla a la normativa vigente”, y nadie sabe de legislaciones que arrasen espacios únicos para obligar a hacerlos polivalentes. Este dirigente local asegura que ha pedido la “oportuna licencia” nada más y nada menos que a Patrimonio, pues se trata de un edificio declarado Bien de Interés Cultural. La presidenta que tiene a su cargo esta responsabilidad -de velar por la propiedad comunal e histórica- ha manifestado su peculiar interpretación que a este monumento se le ponga una tapadera, aunque sea móvil, alegando con mucha flema que ya se encargarán los técnicos en hacerla viable. Nada sospechoso, y absolutamente legal, parece ser, aunque dé la risa y levante sospechas de si nos merecemos directoras de Patrimonio para acabar con cualquier resquicio del pasado.
Aquí ya se empiezan a levantar suspicacias, señora alcaldesa. ¿Cómo puede ser que hayan empezado las obras sin licencia en las alturas para arramblar con uno de los edificios más hermosos del mundo por su estética y su historia, por su colosal emblema para su privilegiada cuidad? ¿Cómo es posible que vayan a lograr semejante atentado? ¿Cómo es posible que lo vayan a consumar a toda velocidad porque hay que abrir con urgencia la Feria de Fallas? ¿Cómo es posible tantas mentiras en una provocación contra la inteligencia, el sentido común, la valentía y contra los bienes y derechos de todos los ciudadanos de Valencia y del mundo mundial? Vaya, ha salido alguna pregunta más de la que estaba prevista. Resumiendo. ¿Cómo es posible, señora Barberá, que, como alcaldesa de la ciudad de la luz, permita que un capirote no nos deje ver el azul del cielo valenciano, único como usted bien sabe? Hay alternativas. Si no les gusta el ático privilegiado, tienen dos opciones, dejarlo como está o cambiar de residencia, pero no fastidien la vista grandiosa a los que defienden como suyo un patrimonio precisamente de todos.
Posdata. Por favor, no se crea esas misteriosas artimañas de sabihondos técnicos que anclan lonas con invisibles fijaciones, ni que las hacen volanderas cien por cien, ni que esto es Blade Runner, aunque algunos se empeñen en consumarlo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Aquello que se va de nuestras vidas

España, alma de bar
“Pero amanece y me apetece estar juntos los dos.
Bares, qué lugares
Tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar”.
(Gabinete Caligari)
Estos días estoy haciendo una encuesta muy particular (objetivo: los no fumadores) y sin ningún rigor científico, es más que evidente. Resulta que cuando alguien me habla de lo contento que está con la nueva ley antitabaco -que como ustedes saben no permite fumar en espacios públicos cerrados- no me resisto a preguntarle sobre sus hábitos sociales que le relacionan en estos cubículos, que si contienen humos se denominan de “mala muerte”. Pues bien, la mayoría de los asediados por este examen aseguran que utilizan los bares todos los días, y lo hacen durante diez minutos para tomar un café. Generalmente no se sientan, no charlan en la barra, no entablan conversación con el camarero al que conocen más que al conserje de la finca donde viven. Van acompañados de algún compañero del trabajo, o generalmente solos. También aseguran que les divierte el cañeo y el tapeo, pero les incomodaba tanto el humo que no les apetecía nada este motivo festivo, pues terminaba convirtiéndose en un sufrimiento. Los que están comprendidos en las edades más juveniles especifican que los lugares públicos que generalmente frecuentan son los locales de copas -tipo discotecas-, lugares en que es imposible mantener una conversación (incluso con monosílabos) por la audición infernal, como también todo el mundo sabe.
Resumiendo. Muchos de los que se pronuncian de manera tan contundente contra los malos hábitos humeantes con argumentos respetables, considerables y decisivos (como son el perjuicio para la salud que les ocasiona el humo del tabaco, aunque sea de manera pasiva) no saben lo que es una tertulia con amigos del barrio amparados en el garito de la esquina, ni de una partida de cartas en el bareto del pueblo, no son adictos al tapeo parsimonioso de diario, ni a enlazar el aperitivo con la sobremesa, ni añoran las estéticas abigarradas pletóricas de objetos tan peculiares que constituyen tratados recreativos, ni el piti, ni “el calor del amor en un bar”. Vamos, que no van al bar. Van, de vez en cuando a estos establecimientos tan guapos que están proliferando. Nacidos de clónicas franquicias, asépticos, de líneas únicas, de diseño, de metacrilato, de cuenta abultada, de calidad oculta, porque así son los nuevos garitos (aunque también los hay buenos, por supuesto).
Es que hay bares y bares. Y dentro de poco ya no habrá bares como los de antes. Una servidora es una nostálgica de estos reductos de una época que ya está olvidada. ¿No les pasa lo mismo? Entiendo que no. Que no les pasa a la mayoría de amantes del ocio en espacios ajenos. Les tengo que confesar mi debilidad, una de muchas, me voy dando cuenta. Cuando traspaso el umbral de su pórtico sacrosanto lo único que me incomoda es el sonido aberrante de la televisión porque me distrae en la atención que requiere el detalle. Siento nostalgia de estos lugares que se van, se su opulencia en forma de tapas con texturas apelmazadas, de sus tactos grasientos, de su terrazo moteado, de sus barras sintéticas, de su mezclado oxígeno, de su humo reconcentrado, de la puerta del baño que no abre, de la decoración indescriptible, de la estética particular, del colmo generoso, de platillos blancos nunca impolutos, de sus enredosos trasiegos entre mesas abarrotadas, del culo que se pega, de las servilletas de papel imposible asomadas con frágiles dobleces y de su destrucción final revueltas en el suelo entre amasijos de desechos. Allí me gustaba estar. En el griterío que arregla el mundo, de miles de charlas que calentaban el alma, de lo bien que huele el aire cuando lo abandonas, de su olor que se queda dentro. Una nostálgica. Ya ven.
No son lo mismo los bares de campaña que sus sustitutos. Yo lo creo así. Lo que sucede es que los bares de siempre, los del pueblo de toda la vida, los del barrio de la esquina, van despachándose a ritmo de imponderables que ya no se pueden superar. Esta ley contra el tabaquismo bien puede ser la puntilla a estos excéntricos escenarios porque muchos se mantenían a duras penas por clientes que pasaban largos instantes del día acogidos en su seno, fumando, manoseando el periódico, reconcentrados en sus pensamientos y vaguedades, en sus tiempos detenidos. Muchos de los estos bares morirán. Se disiparán de nuestra memoria, de nuestro tiempo pasado, del calorcito nacional. Se esfuman de nuestras vidas, sin más.
No me valen las comparaciones con otros países, ni las aplicaciones de leyes más o menos restrictivas, incluso de las similitudes con Irlanda. Me explico. Este país ha aplicado una ley antitabaco –tan restrictiva como la ley española- desde marzo de 2004 y según algunas cifras -no contrastadas lo suficiente- parece que la medida ha provocado el cierre del 11% de los locales llamados pubs o similares (según la empresa consultora Corporate Responsability Consulting). Pero, hay que comparar otros datos. El número de bares en España se acerca a los 350.000 establecimientos, uno por cada 130 habitantes aproximadamente y sitúa a España como primer país europeo (el segundo sería Chipre) en número de locales por habitante. Además, el 60,3% de los 8.110 municipios españoles tiene menos de 1.000 habitantes y esto podría explicar que Asturias es la comunidad con más fondas por metro cuadrado. En Irlanda gustan también de los bares, es cierto, pero no alcanzan nuestra idiosincrasia, no tocan este carácter muy nuestro que gusta de la vida en la calle. Los datos irlandeses también son considerables pues disponen de un establecimiento por cada 432 habitantes (10.300 locales por casi 4 millones y medio de irlandeses).
Decía pues, que esto que pasa y que ha pasado en España, solamente pasaría aquí. Al amparo de su calor, su brío, sus fiestas en la calle, su generosidad sureña, su estética folclórica, su vino, su mesa, su temperamental genio, su arte divino, su humano paso, su altiva autosuficiencia, su candidez y su arrebatador yo. Aquí seguiremos en los bares, aunque sea sin humo. Es verdad. Daremos gloria a esta España de alma de bar. Como debe ser. Aunque ya no sea lo mismo al doblar la esquina. Aunque este alma se haya quedado muy pequeña.