Se abrió el cielo cuando ya anochecía. Las oscuridades de una tarde llena en pesadumbres mansas y en acontecimientos insustanciales se despejaron y entre los rayos de luz clara algunos hombres de buen corazón se pusieron manos a la obra divina del toreo para exponer, de manera probada, que la grandeza existe en este mundo de toros, que su razón de ser es irrefutable, que su fe hace milagros y que su argumento es único. En la lidia del sexto toro, Javier Castaño y su cuadrilla hicieron el toreo inteligente, bueno, preciso e inmenso que nos tiene reservado el suceso de la tauromaquia, simplemente con poner al toro en la suerte del caballo como mandan los cánones y repetidas veces y todos nos reafirmamos en la comprobación de la autenticidad, en la belleza rotunda de su naturaleza y en el prodigio celestial que festejan nuestras almas toreras. (...)
Vigésimo primer festejo. Madrid. Plaza de Toros de Las Ventas, 30 de mayo de 2012. Toros de Carriquiri para Carlos Escolar, Frascuelo, Ignacio Garibay y Javier Castaño.
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