Fue una tarde bonita, de la que un aficionado puede salir más o menos contento. Hubo cierto entretenimiento, que a estas alturas parece una proeza. Lo fundamental para no caer en la desidia en este espectáculo complejo lo aportaron los toros de Alcurrucén, con ejemplares variados de comportamiento, pero en general entregados a la nobleza repetidora. También los matadores, que hasta se esforzaron por entregarse en función de sus propias circunstancias. La paradoja es que la mayoría de los diestros colocados en las cimas del escalafón demandan con insistencia estos animales colaboracionistas con el toreo moderno y repetidor, pero luego evidencian muchas dificultades para poder consumarlo. Fue Fandiño quien tiró del carro una vez más con su valor, disposición y ansias de estar en primera línea. También con suerte porque entre todos los animales le tocó el más hermoso del encaste, de aquellos toros que encumbraban a figuras del torero en otros tiempos. Aún así, se quedó todo en saludos desde la barrera y la esperada puerta de la gloria cerrada y bien cerrada. (...)
Crónica completa en este enlace
Festejo decimotercero. Madrid. Plaza de toros de Las Ventas, 22 de mayo de 2012.
Toros de Alcurrucén para El Cid, Miguel Ángel Perera e Iván Fandiño (que sustituía a Sebastián Castella)
Festejo decimotercero. Madrid. Plaza de toros de Las Ventas, 22 de mayo de 2012.
Toros de Alcurrucén para El Cid, Miguel Ángel Perera e Iván Fandiño (que sustituía a Sebastián Castella)
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