¿De qué futuro hablan?
¿Qué es esa afección circulante de que en el concurso de licitación por la gestión de Las Ventas está la posibilidad de la Fiesta? ¿De dónde viene esta ideología adolescente de que con esta revolución pendiente en el concurso de adjudicación nos “jugamos su futuro”? ¿Desde cuándo se puede comparar las churras y las merinas para que la vulneración de derechos fundamentales perpetrada en Cataluña sea comparable a los males endémicos que destruyen este espectáculo?
La Plaza de Madrid es el principal bastión, aseguran los más afamados eruditos en materia taurómaca. Es el eje fundamental que haga fuerte los posicionamientos taurinos de cara al mundo exterior, dicen las ánimas reflexivas de manera ronroneante sobre este proceso abierto en la lucha por el poder que se abre en la licitación madrileña. Y no es más que eso, un proceso por la toma de liderazgo; un espectáculo en que el verdadero juicio crítico ni aparecerá; un desconcierto por la cantidad de metodologías para revestir de apertura participativa a quienes tragarán con ruedas de molinos de uso común y corriente; un vergonzante parlamento de los patéticos, presuntos y grandes sumos sacerdotes de la tauromaquia redimida (o en camino se serlo).
¿De qué futuro hablan? ¿Del suyo propio o de la posibilidad para que los toros sigan siendo toros? Hablan mucho del primero (propio) y nada del segundo (el de todos). Mucho me temo que ahí está el futuro: en las ganas de que verdaderamente lo sea. Y que es lo mismo: en el que los toros sean verdaderamente toros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario