El tirabuzón
La cubierta de la plaza de toros de Valencia sigue volando. El presidente de la diputación local, Alfonso Rus, sigue pilotando la nave, aunque no renuncia a la exhibición de sucesivas acrobacias. No cesa en las cabriolas, aun a riesgo de provocar algún incidente de consecuencias letales. El primer salto mortal lo aventuraba con el sórdido proyecto que pretende poner techo al cielo intenso de luz mediterránea y a la calidez de su resplandor, que además explota la estupidez argumentada, enfatizada y dirigida a tontos de solemnidad, al arrojo de engranajes especuladores dispuestos (técnicamente) a certificar la cuadratura del círculo en cubiertas volanderas para una joya arquitectónica como es la plaza de toros de la calle Xátiva.
Esta cuestión, que en principio puede resultar baladí, ha sido la inspiración para sucesivas pruebas atléticas, donde la superación se prolonga escalonadamente. La plaza de toros (en sí misma) por ley es intocable, nada más y nada menos que fue declarada Bien de Interés Cultura y, por tanto, vigilada muy de cerca por el órgano más destacado. Pues, resulta que los árbitros plenipotenciarios de la materia patrimonial dicen que todavía deben consultar a los linieres, pues no es suficiente con que la norma sea inviolable sino que, como todo el mundo sabe, se puede reinventar. Quién puede, puede. Y quién puede quiere que la sirena mediterránea salte por los aires desde el trampolín. Eso sí, sutil, volátil, etérea, graciosa, invisible, transparente.
La doble pirueta hacia atrás –o lo que es lo mismo: la maniobra de distracción- la pusieron la directora de Patrimonio, Paz Olmos, quien aseguraba confiar en los técnicos que evalúan el proyecto volandero simplemente porque son muy técnicos, sin otro argumento moral, cívico, jurídico, constitucional y virtuoso de tan ponderado “escándalo a ver si cuela”. Aquí, vino a rematar el salto la diputada responsable del área de Administración General y Patrimonio, Carlota Navarro, que se negó a mostrar el expediente enviado a sus competencias porque únicamente disponía de una copia.
Esta circunstancia provocó pánico. Rus subió al trampolín. Alguien debía tomar el toro por los cuernos. Los obreros esperan. Arriesga. El cuerpo le pide proeza. Se decide por el tirabuzón, hacia tras. Sopesa a la tabla elevada. Se balancea brevemente. Se impulsa. Resuelve: “El expediente lo podrá ver cualquiera (que lo solicite)”.
Esta revelación me despertó una curiosidad. Me han entrado unas ganas de solicitar y aprovecho para pedirle al presidente de la corporación provincial, a la directora de asuntos patrimoniales y a la responsable política de la administración, que esta servidora “cualquiera” también quiere ver el incunable que con tanto celo han guardado y con tanto desparpajo ofrecen a la divulgación.
Quiero saber en qué consiste la técnica de anclar sin sujetar, de volar sin levitar, de perpetrar sin usurpar. Pero con cuitas, porque no me creo ni entiendo lo que ustedes quieren que crea y que entienda. Tirando, tirando… de buzón: tirabuzón.
A buen entendedor, ninguna plaza se toca.
La sr. Carlota Navarro fue en tiempos pasados diputada de asuntos taurinos y según dicen las malas lenguas todavia manda y manipula en tales asuntos utilizando al incompetente sr. Prieto el 'conformista', al que le gustan también salir en la foto y las cacerías con algun empresario taurino.
ResponderEliminarTe enlazo el post, gracias por toda la batalla que estas dando por preservar una joya que quieren deformar, aunque visto los gustos personales del sr. Rus nada es de extrañar.
Un saludo