miércoles, 19 de mayo de 2010

Las corridas mixtas

Estética indiana
No me gustan las corridas mixtas. Para empezar. Tampoco las entiendo. No comprendo su razón de ser. Más que una tarde de toros, me sugieren una proyección de un espectáculo que resta seriedad a cualquier fórmula que debería ser formal, como poco. O cuando menos, rotunda. Esta mezcla de toros despuntados, con los que presuntamente no están, es un despropósito, aunque se plantearan en otros tiempos. Le veo un tinte de circo con estética indiana. Vamos, que me entra un repelús, un nudo en el estómago, y prefiero evitármelas.
El olvido que se hicieron de ellas en Madrid, fue muy gratificante. Pero, el baúl de los recuerdos es muy recurrente, parece. Reconquistar esta fórmula atrabiliaria, en la que se mezclan por igual, caballería e infantería, en la que unos corren en un sentido y los otros en el contrario, en que no tienen nada que ver las churras y las merinas, en la que se queda el ruedo impracticable para la distancia corta, -y todo en medio del ciclo de San Isidro-, es un sobresalto muy interesante de argumentar.
Los empresarios dicen que obedece a ajustes y cuadrantes. A José María Manzanares le querían colocar bien y no sabían cómo, porque el matador -muy suyo y recatado- no quería abrir cartel. “Surgió la idea”, decían los gestores de Madrid, de poner este método mixto como escapatoria al conflicto. El matador accedió. Y ahora tenemos que apechugar con esta corrida indiana. Bueno, mi genio incrédulo se resiste a esta idea poco articulada. Si Manzanares manda tanto, es que aquí no manda ni Dios. Si no sabía que le iba a ser imposible estar hoy en el ruedo, es que miente de manera natural, pues todo el mundo afectado por una hernia discal, que tenga que ser intervenido quirúrgicamente, que no es una decisión que se tome de la noche a la mañana, que tiene un largo antes y un largo después, es difícil de creer. Tanto como improbable que el matador hace cuarenta días, cuando se presentaron los carteles, no supiera que no estaría en Madrid, toreando, ni por lo más remoto. Unos dicen que Moura, el padre, mantiene muy buenos contactos. Puede. Pero, ¿tantos como para proponer este antiestético festejo indiano? Muy preocupante, igual es que era la tarde de las peticiones, y todo el mundo se apuntó tantos a discreción. Hay quien cree que fue la oferta de tócame roque. Todo el mundo la quería de antemano, y cuando se vio que los resultados de los cuvillos iban decayendo, con las mismas intentaron asegurar el paracaídas a toreros y ganadero.
Y por cierto, hablando del ganadero, me extraña mucho que no haya hecho comentario a esta encerrona. Cualquier empresario con finalidades definidas en tan importante materia, hubiera dicho de entrada que no. La corrida más importante, o la que debería serlo para un criador de toros lidiar, lo mejor de su camada en Madrid, y que se la monten como una feria de pancarta y caballitos, no es lo adecuado. En mi caso, si fuera ganadera, me ofrecen este tarde y en estas maneras, y digo que no muy toreramente, aunque me vaya en el empeño la antigüedad o el negocio. Y como no parece ser el caso, tampoco entiendo nada.
Después de las primeras excusas a esta estética de rondón, vinieron las segundas partes. No se habló de que Manzanares no vendría, y se comentaba que la cosa quedaría en mano a mano. Todo, se supone, que para alargar la noticia que se ponían inmediatamente a la tarea de facilitar las devoluciones.
No me creo nada de nada de todo este barullo. Creo que están probando con una de indios, con horrible atractivo de serie b, para poner un poco de “picante” a la causa que planea en alisamiento, para hacer gracioso lo que es imposible de asegurarle belleza, que cuando uno está saciado se le ocurren ideas peregrinas, de liarla todo lo que pueden para reducir críticas, para lanzar mensajes en forma de cortinas de humo sin mensaje de alerta.
¡Qué incredulidad la mía! ¡Qué insoportable desierto transitado multitudinariamente por indios, a pie, a caballo, con chistera, con cigarros habanos! ¡Qué aguante el de estas pobres gentes que tienen que tragar con los caprichos de los vaqueros! El Viejo Oeste ya no es una vieja gloria, pero cobra más por no serlo.

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