sábado, 17 de marzo de 2012

Perlas del metalenguaje taurino (2)

Los toreros mediáticos
Una apoteosis ha irrumpido con fuerza en el metalenguaje taurino. A los toreros de segunda fila conformados en comparsa pegapasista simulada les llaman con mucho salero: toreros mediáticos. Atrás han quedado las figuras. No se confían dentro de una clasificación de maestros. No son héroes, precisamente por lo trasnochado que resulta ya el término. No entran en el universo cerrado de la élite torera que impone en los despachos ministeriales y en los medios televisivos. Tampoco son parias sin nombre, ni desarrapados, ni maletillas garbosos.
Cuestión para no dar crédito. Si uno se pone analizar no encuentra razón de ser en este léxico caprichoso. Serán toreros, pero del montón, y muy posiblemente irrecuperables para la verdad y ortodoxia de la tauromaquia. Y lo de adjetivarlos como mediáticos es un misterio. Lo único que se me ocurre, es acudir a la etimología que define el término como todo aquello “perteneciente o relativo a los medios de comunicación”. Por tanto, es para felicitar a los intelectuales que con mucho tino han enriquecido lo imposible del recurso televisivo, y una vez convertida la caja tonta en el único de los medios de comunicación, parece interesar por su rentabilidad epicúrea. Ya saben, en el país de los ciegos, el tuerto es el que hace negocio.
Lo que me desconcertó, sinceramente, es que creí que se referían a esta ruidosa élite de personajes que pretenden ser estilistas de la fiesta y adaptar el espectáculo a la modernidad del siglo XXI, los mismos que quieren gestionar su inmaculada imagen artística y su fabuloso cuerpo apolíneo. Pero una vez destapada la caja de los vientos, las corrientes has resultado frías para las latitudes ponderadas y brisas cálidas para las cómodas playas caribeñas, ahora muy solicitadas por los medios televisivos que ensayan nuevos escenarios y recuperan actores de segunda, aunque el argumento sigue siendo igual de aburrido, es decir, que no hay por dónde cogerlo.
No deja de ser todo un absurdo. Entre los quijotes que quieren ser mediáticos a toda costa, cobrando por supuesto, y los sanchos recuperados a marchas forzadas con liposucción incluida, la isla Barataria sigue hundiéndose aceleradamente en el fondo del abismo. Será que también es rentable la decrepitud que se sucede entre animales manipulados hasta la aberración y deformados tras muchas operaciones estéticas, cuyas cicatrices permanecen abiertas al ojo del gran público; entre personajes de caradura obscena que se ponen en flamenco ante moribundos bovinos sin alma ni naturaleza; entre aduladores de la mentira y esforzados ilusionistas; y entre los más tontos e ilusos que -además de cornudos y apaleados (con perdón)- tendrán que pagar la cuenta de los trastos rotos.
Y amenazan: “Pueden entrar en todas las ferias”.

viernes, 16 de marzo de 2012

Monumento a los monumentos




Una mirada en la ciudad
El pasado mes de febrero el Ayuntamiento de Pamplona colocó tres placas en el Monumento al Encierro, situado en la calle Roncesvalles, en las que se anuncia la prohibición de subirse a la escultura para evitar su deterioro y los posibles accidentes que puedan ocasionarse. El consistorio pretende así disuadir a los posibles agresores y procede a retirar el vallado del monumento -que se hizo en el mes de octubre- medida que no sirvió para nada salvo para producir incomodidades estéticas y no le libró del vandalismo, pues ha sido necesario restaurarlo de algunos desperfectos considerables. Vamos, que lo que no consiguió el vallado, se pretende que lo soluciones las plaquitas con la leyenda "Prohibido subirse al monumento. Debeku da monumentura igotzea".
Desde que fuera instalado en febrero de 2008, la soberbia pieza -que mide once metros de largo por cuatro de ancho- ha sido el objeto de deseo para los turistas y paisanos, que no contentos con hacerse la foto al lado del monumento, no se resisten a subirse a la base de la escultura -que se eleva aproximadamente un metro desde el suelo-. Pero mucho me temo que los desperfectos más serios que ha sufrido la escultura no vengan ocasionados por un afán recreativo, sino por los más descalabrados argumentos para liquidar todo lo que se encuentre fuera de sus propias apetencias. Es decir, un civismo muy bien entendido, según quien lo quiera entender, porque no mide igual por un lado que por el otro. Y esto, para una servidora que se ha educado en la igualdad y en el respeto a la libertad que pertenecen a todo ser humano colectiva e individualmente, es incomprensible.
Me viene a la memoria -y aprovechando su rabiosa actualidad- el artículo número 13 de la primera Constitución que tuvimos los españoles allá por 1812 y en que se dice: “el objeto del Gobierno es la felicidad de la nación, puesto que el fin de la sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”.
Nota 1. Las fotografías que acompañan este reportaje fueron realizadas el pasado mes de julio.
Nota 2. El Monumento al Encierro es obra de Rafael Huerta y consta de seis toros, tres cabestros y diez mozos, realizados en bronce y pesa más de diez toneladas.
Nota 3. Es un desasosiego contemplar la estatua homenaje a Manolo Montoliu, ubicada a la entrada de la Plaza de Toros de Valencia, objeto una vez más de las iras de los vándalos. ¿Legalidad, igualdad, fraternidad? Puede ser, quizá a la manera jacobina.

martes, 13 de marzo de 2012

Perlas del metalenguaje taurino (1)

Falta de raza
Las aportaciones de la terminología del mundo de los toros ha enriquecido el castellano, no solamente en cantidad sino también en cotidianeidad, desde que en este planeta del español se asumió la fiesta taurina como parte integral de nuestra cultura e idiosincrasia. Dicho todo esto, una obviedad que a nadie se le escapa, la trasformación de este rico lenguaje sigue produciéndose, hasta el punto de hacerlo irreconocible. Es decir, que desde los agentes encargados de llevar a cabo esta aportación –o enriquecimiento espontaneo- no viene de la naturalidad en su uso, sino que obedece al amañado discurso de los mismos expertos del lenguaje taurino empeñados sistemáticamente en desfigurarlo hasta la obscenidad cuando la verdad no se quiere detallar.
Debido a este espectacular avance en la transformación del espectáculo, hasta hacerlo irreconocible, dichos agentes también han influido decididamente en su léxico propio. Por esta razón me decido ingenuamente a recoger algunas perlas que bien pueden dar ejemplo de la tergiversación del más excelso castellano taurómaco. No pretendo enmendar la plana a nadie, sino ponerles al corriente de lo que tienen qué decir -o de lo que no-, cómo se utiliza -y en qué circunstancias-, o si usted puede pasar por un cursi del metalenguaje –o incluso por un entendido en lides léxicas taurinas propiamente dichas-.
Al toro.
Uno de los términos que más se está desfigurando debido a la proyección mediática –que actúa a modo de megáfono- es la utilización de “falta de raza” cuando en realidad la buena aplicación del término taurino sería la “ausencia de casta”, o mejor dicho “descastado” y cuya definición según la Real Academia de la Lengua en su tercera acepción referida a la tauromaquia se dice “de un toro, que no responde a las cualidades de su casta”, es decir, a las formas inherentes a su condición única como animal de poderío, respuesta al castigo, preparado para la lucha heroica y resistente al sometimiento hasta el final. Por tanto, la ausencia de casta en un toro de lidia sería una condición excluyente a su naturaleza propia, pues la casta, que puede ser buena o mala, tiene que ser inherente a su naturaleza singular. A modo de ejemplo, es algo así como si se pretendiera lidiar a una vaca lechera, y viendo las imposibilidades naturales para este menester, dijéramos que tiene falta de raza. La raza la tiene, en su origen y linaje, pero pertenece al grupo diferenciado dentro de las especies biológicas y bovinas cuyos caracteres propios se perpetúan por herencia, y entre los cuales no se encuentran la de ser apta para el espectáculo taurino. Y si me permiten, para rizar el rizo les adjunto la definición que desde el punto de vista científico ha realizado el genetista y veterinario Javier Cañón, y que se recoge en la publicación Variabilidad genética de la raza de lidia inferida al ADN, las siguientes conclusiones sobre el concepto de raza:
- La raza de lidia debía ser considerada como una raza de razas, una meta-raza, con una gran diversidad genética entre las unidades genéticas (encastes-ganaderías) que la constituyen.
- Dentro de la raza de lidia, la distancia genética entre encastes es, por término medio, casi tres veces mayor que la distancia que hay entre cualquier pareja de razas del bovino europeo.
- La forma en que los ganaderos de lidia han gestionado esta raza, aplicando técnicas genéticas de forma empírica, ha hecho de esta raza un gran experimento genético que ha dado lugar a una explosión de familias, líneas o encastes, muchos de ellos en serio peligro de extinción.
Ya saben. Los pregoneros de esta frase edulcorada de “falta de raza”, sin quererlo, están poniendo definición a la verdad imperante en este espectáculo deformado en su razón de ser porque evidentemente se están refiriendo a la multitud de toros descastados, desnaturalizados de esencia verdadera y objeto de manipulaciones pastueñas, condiciones todas excluyentes de la singular raza de lidia. Es decir, que están más cerca de cualquier raza bovina que de la suya propia.
Señores: "Al toro, lo que es del toro".
Hasta otra.

Burton Holmes

El primer hombre que fotografió el mundo
"La lista de viajeros atraídos por el hechizo de España puede ser infinita. ¿Cuántos de estos aventureros recorrieron las cercanías de nuestras ciudades y se entretuvieron con la particularidad del carácter o el impetuoso temperamento tan propio, confundido entre múltiples culturas? ¿Cuántos se acercaron a nuestra fiesta de toros con prejuicios remilgados, con afán interesado, con pretensiones rentabilizadas de relatos fabulosos? ¿Cuántos de todos estos se resistían a vislumbrar un ápice de verdad entre tanto barbarismo?
He conocido recientemente a uno. Fue un buscador del acontecer a través de sus relatos fotografiados, y si yo hubiera nacido cien años antes, soñaría con asistir a las cotizadísimas presentaciones sobre los muchos viajes alrededor del mundo que realizó. Burton Holmes será para siempre en la historia el fabricador del fotorreportaje y que él mismo definió entonces como travelogue (...) “Viajar es poseer el mundo”, afirmaba Holmes, después de dar la vuelta al mundo en varias ocasiones, visitar todos los continentes, casi todos los países del planeta y realizar más de 30.000 fotografías y 150.000 metros de película. Satisfecho con su vida añadía: “Una de las grandes ventajas de poseer el mundo viajando consiste en que pueden disfrutarse todas las satisfacciones de la posesión sin las responsabilidades que implica la propiedad….Poseo un tesoro secreto al que puedo recurrir siempre que lo desee: en el día más sombrío puedo extraer los resplandecientes diamantes de la alegría de mis recuerdos”



Plaza de toros de Sevilla. 1928
"Fue en Sevilla donde presencié mi primera corrida de toros. “Nunca más”, me dije entonces. Estaba previsto, sin embargo, que el pequeño rey de España asistiese a la corrida al día siguiente, de modo que compré una carísima entrada cercana al palco real y me presenté en la plaza exclusivamente para ver al monarca. Luego permanecí allí para contemplar el sangriento espectáculo del ruedo y aprendí a desentenderme de los aspectos más crueles y mórbidos de la fiesta nacional para deleitarme momentáneamente con la extraordinaria valentía y habilidad de los toreros, los banderilleros y matadores. Al tercer día me levanté muy temprano para conseguir una localidad en primera fila”.