viernes, 28 de mayo de 2010

Barato, muy barato

La noticia más inesperada, y ya anunciada ayer, es el encierro incompleto que Palha lidiará esta tarde en el coso madrileño. Pero sobre esta cuestión desilusionadora para los aficionados que esperábamos disfrutar con esta ganadería -que el año anterior obtuvo casi todos los premios al mejor encierro del ciclo de San Isidro-, que intuíamos su temperamento, su juego, incluso su porte –a veces desigual- para aportar algo de cordura en el despropósito ganadero que desfila tarde tras tarde; que íbamos al encuentro de la casi única oportunidad de los restos de las corridas toristas de alguna época pasada; que rezábamos fervorosamente para que los pocos ganaderos que mantienen buena orientación en sus propósitos de crianza y sentido común sigan en el empeño, pues resulta que hasta la fe se desmorona.
Parece que el ganadero portugués no ha querido traer más toros, después que se echaran abajo dos de los seis animales presentados. El argumento de los veterinarios en el reconocimiento era el aspecto de los animales, “anovillados” para la plaza de Madrid, y el de Folque Mendoça era que “no enviaría más animales”. Es posible que fuera así. Es posible que el ganadero no pueda traer más. Y también es posible que los veterinarios se hayan puesto en posiciones exhaustivas de hechuras, trapío y demás asuntos propios. Pero si es esta un razón argumentada para echar los toros abajo, por lo mismo no deberían haber admitido como válidos para ser lidiados en la primera plaza de toros en importancia del mundo los seis animales de Juan Pedro Domecq, o los seis (después de reconocer a muchos) de el pasado festejo de la Corrida de la Prensa, o los novillos de Carmen Segovia, por citar algunos casos no discutibles porque son evidentemente sangrantes e indefendibles.
Esto no es más que una vuelta más a la soga que nos ahoga. El desfile de animales deformes, descastados, sin trapío, de transgénicas entrañas, de borreguiles comportamientos, de incalificable nombre, y baratos, muy baratos que nos han presentado en este absurdo y horripilante ciclo de San Isidro, estos despropósitos han superado todas las previsiones, y eso que eran malas. Imagino que lo que hay de fondo en esta cuestión es lo mismo de todos estos días. Que la raíz está en el abaratamiento de todo. De calidad, de materia prima, de ideas, de soluciones, de rebeliones, de coherencia, de decencia, de sensatez, de verdad. Quieren algunos que el chivo expiatorio sea el ganadero. Pero hay algunos por delante en este cúmulo de irresponsabilidades, y todos sabemos a quien exigir responsabilidades. Son quienes tienen que ser. Los que tienen autoridad y olvidan sus competencias. Los que hacen negocio y perduran en el engaño. Los criadores de materia prima que han desvirtuado la esencia verdadera. Los oficiantes que aseguran respetar el oficio pero manipulan en altas esferas despreocupada y alevosamente. Los que dicen amar el mundo de los toros elaborando con su ignorancia un discurso tan asqueroso como peligroso. Más alguna idea cochambrosa y oportunista. Todo muy barato. Muy costoso para la única autenticidad posible. Muy cerca del final.

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