jueves, 29 de abril de 2010

Al hilo de una reflexión necesaria

Certero Xavier
Muchos esperábamos la respuesta de Xavier González-Fisher desde su magnífica tribuna digital
http://laaldeadetauro.blogspot.com/ al espectacular acontecimiento surgido en estos días y que se trata de la cogida del torero José Tomás en la Plaza de Aguascalientes. Precisamente, porque La aldea del tauro tiene su origen en esta tierra mexicana, y porque esta tribuna es una magnífica apuesta por la pasión, la investigación, la certeza, la verdad y el estudio por este mundo que el autor define con sencillez como “una mirada al otrora planeta de los toros desde Aguascalientes, tierra de toros”.
Su exposición se hacía necesaria, por dos razones tan fundamentales como su presencia en el foco del acontecimiento, y como por sus intuitivas reflexiones, además de exhaustivas y rigurosas, del momento que se vivió en la Feria de San Marcos. González-Ficher decidió tomar distancia para “no entrar en el juego perverso que los medios generaron” y explica su posición para que no haya dudas: “por una parte tengo acceso a conocer información cierta de primera mano y por la otra, la vida familiar me ha aportado conocimientos acerca de casos como peste que me enseñan que lo que es ‘vox populi’, no es necesariamente ‘vox dei’.”
Hace el autor una enumeración de las tergiversadas fórmulas que se apropian los medios de comunicación del tratamiento de un hecho informativo (en este caso el drama del torero, su grave cogida y su ponderación mediática), llevándose por delante cualquier procedimiento justo con el sucedido, cualquier pronunciamiento de sensatez en la relación de los hechos, de la manipulación muy asequible, y por la creación de una polémica muy rentable por especulativa. Pide González-Ficher, “respeto a la dignidad del hombre; respeto a la dignidad del torero, pero sobre todo a la tarea del informador y a la dignidad de sus destinatarios que no tienen por qué ser víctimas de las preferencias personales o de los intereses inconfesables de aquellos.”
Esta reflexión que propone González-Ficher me ha dado pie para exponer en este soporte digital mis preocupaciones en este universo tan convulso, tan rabiosamente moderno, tan desorientado, tan retador y tan interesante que supone nuestro día a día, para los que somos profesionales de la comunicación, como para todos aquellos que sencillamente vivimos, morimos y nos desarrollamos en él. Texto completo en
http://sites.google.com/site/toroaficion/opinion/certero-xa
(Disculpen el redireccionamiento, pero se hace aconsejable por la extensión del texto)

martes, 27 de abril de 2010

El oficio y la afición

Un cirujano taurino
Un cirujano taurino tiene que ser algo más que un cirujano. Tiene que ser clarividente antes, durante y después de una cogida grave por asta de toro. El cirujano de una plaza de toros debe estar presente durante la lidia, porque debe ver la cornada antes de producirse, intuir qué va a suceder; comprender la perspectiva del plano donde se sitúan los protagonistas en acción; analizar con meticulosidad el segundo que el pitón está dentro del cuerpo, sus trayectorias, su impulso; estar atento a las primeras asistencias al torero por parte de los otros comparecientes en el espectáculo; recorrer con la vista el camino impetuoso a la enfermería; imaginarse las consecuencias, los desgarros, las trayectorias, los derrames; poner orden y concierto entre la multitud que se agolpa dentro y fuera de la enfermería; superar el impacto visual del dramatismo de las vísceras sangrantes; y con la misma celeridad, con un ímpetu descomunal que supera a la urgencia del tiempo tomar decisiones procesadas en un tiempo tan escaso; decidir intervenir y cómo; superar la congoja del herido; creer en su astucia y capacidad; y tener tanta confianza, como descomunal arrojo, para salvar en primera e imperativa instancia la vida de un hombre.
Un cirujano taurino tiene que ser algo más. Saben que su interposición es calve en todo lo que pueda acontecer después, pues durante esta estabilización, u operación urgente, depende las posteriores consecuencias, que incluso pudieran ser más decisivas incluso que las heridas sufridas. Son conscientes de las limitaciones con las que cuentan, que aparte de las más dramáticas y personales, se enfrentan muchas veces a la escasez de medios técnicos, implicando al equipo de profesionales a “arreglárselas como puedan”. Sin contar evidentemente con la ayuda de los más innovadores avances tecnológicos en materia científica y médica. Incluso en situaciones muy delicadas, a pesar de ser muy comunes, como las simples transfusiones de sangre. Tienen que conseguir el éxito por su perspicacia y profesionalidad, elaborar a toda urgencia el parte médico que acompañe al paciente a otro centro sanitario, y comprobar que ha hecho todo lo posible, de manera ágil y contundente, antes y durante, dentro y fuera para arrancar la vida a la muerte.
Un cirujano taurino tiene que ser algo más que un cirujano, que se aleja del paciente cuando sale de sus manos. Sabe de los peligros de las infecciones, de los múltiples factores que pueden afectar a órganos vitales el dramatismo de las heridas en una intervención arriesgada poniendo al límite al maltrecho cuerpo con graves destrozos. Sabe de la complicada estabilización del paciente. Sabe que son hombres con una capacidad de superación portentosa, pero hombres de carne y hueso. Saben, en definitiva, de su futuro impredecible como persona y como torero.
Hoy, en estos días preocupantes por la grave cogida del torero José Tomás en la plaza mexicana de Aguascalientes -que ha conmocionado al orbe taurino por su dramatismo-, los cirujanos jefes de las plazas de Sevilla y Madrid cuentan su impresión en el diario EL País, y en ambas se muestra alarmados por la situación de la gravedad que tiene el diestro madrileño, salvando las distancias físicas, pero recurriendo a su gran experiencia en estas desgracias.
El doctor Ramón Vila, cirujano jefe de la Maestranza de Sevilla, habla de la rapidez de los momentos cruciales de la intervención rápida y asegura en su texto: Los toreros deberían exigir mejores medios sanitarios en las enfermerías. Las prisas, el agobio, la intranquilidad y la preocupación siempre brotan con celeridad ante la difícil situación que se presenta en unos instantes. ¡Hay que actuar! ¡Hay que salvar a la persona! (…) El futuro es un misterio. El futuro del torero es impredecible, y está en función de innumerables circunstancias. (…) Y añade: “Me aventuré a afirmar que la convalecencia será larga, desde la convicción de que la actuación médica ha sido impecable y con la contrastada fortaleza del diestro herido”.
El cirujano jefe de la Plaza de Madrid, Máximo García Padrós, manifiesta desasosiego por la gravedad y la larga recuperación que se supone requieren estas heridas y dice al respecto: "No sé si es verdad que le han puesto sangre de varias personas. De ser cierto es preocupante ya que corre el riesgo de sufrir una posible transmisión de enfermedades. (…) En México, como en Francia, los cirujanos prefieren estabilizar al paciente y que se opere en el hospital. Es una cuestión de cultura. Sólo se pueden hacer curas de emergencia y enviar al herido a un hospital". Y concluye, avisando a través de su experiencia: “Lo cierto es que con una herida vascular no tendría que torear”.
Así estos dos testimonios, recogidos por el diario, ponen una vez más de actualidad e importancia la trascendental intervención de los cirujanos taurinos, y que son -como bien lo explican ellos mismos, aunque modestamente no lo reconozcan-, más que cirujanos, algo más que especialistas en heridas por asta de toro. Son colosales hombres de valor, experimentación, profesionalidad y amantes entregados a su oficio y a su inmensa afición.
Pueden leer sus recomendaciones en el diario El País. Recomendado.
“El futuro del torero es impredecible”. Por Ramón Vila
http://www.elpais.com/articulo/cultura/futuro/torero/impredecible/elpepicul/20100427elpepicul_3/Tes
“Con una herida vascular no tendría que torear”. Por Máximo García Padrós
http://www.elpais.com/articulo/cultura/herida/vascular/tendria/torear/elpepicul/20100427elpepicul_2/Tes

lunes, 26 de abril de 2010

Crónica de Las Ventas, 25 de abril de 2010


¡Que vienen los 'pablorromeros'!
Los aficionados nos divertimos. Y además, contemplamos entusiasmados que existe una posibilidad para que retorne aquella esencia que atesoran los pablorromeros, y que ya dábamos por dilapidada. En dos décadas estuvo perdida la continuidad de este encaste singular -de más de cien años- que atesora en su secuencia genética un prodigio de sabiduría sobre la crianza y selección del ganado bravo. Cien años y se dice pronto. Pasando por todo. Por los buenos momentos, cuando se la disputaban las grandes figuras, y por los más amargos, como la urgencia de la venta que obligó a los propietarios a desprenderse de esta apuesta personal y familiar. Las últimas comparecencias de esta ganadería en Madrid -que se extienden en muchos años- fueron de ponerse a llorar desconsoladamente. Percibimos entonces cómo esta ganadería caía en el más profundo de los abismos, cómo sus bellos animales, trasformados incluso en su tipología, sucumbían a las modas devastadoras que imperan en los ruedos y que se definían en el descastamiento, la flojedad espeluznante que les hacía desplomarse sin salvación y el más rotundo de los descréditos.
Crónica completa en http://sites.google.com/site/toroaficion/cronicas-de-hoy/10-las-ventas-25-abril

sábado, 24 de abril de 2010

Más de sesenta años

La Feria de Sevilla
Por Antonio Díaz-Cañabate

Artículo publicado en la revista El Ruedo, Semanario gráfico de los toros, fundado Manuel Fernández Cuesta, el 29 de abril de 1948, en su número 201, siendo su director Fernán González. Más tarde fue recogido en el libro 'Tertulia de anécdotas', de la Editorial Prensa Española, en Madrid de 1974, con algunas pequeñas variaciones de su texto original.

Escribo este artículo lejos de Sevilla, lejos de su abril, que no importa sea lluvioso para que sea esplendente. Escribo lleno de nostalgia. Porque ir a los toros en cual parte siempre es alegre. Pero cogerse el caminito del Baratillo, por entre calles que huelen a azahar, todavía con el regusto en el gaznate de un vino sanluqueño o jerezano, unas tapitas de jamón, una tortilla de bacalao, unas aceitunas gordales aliñás y el asombro del pescado frito, que fue, no nuestro almuerzo, porque en la feria de Sevilla no se come, sino que se picotea aquí y allá, en esta caseta y en la otra, es algo que sólo en Sevilla sentimos, porque lo taurino en Sevilla está en el aire.
Vamos a los toros con la absoluta seguridad de divertirnos. No importa que los toros salgan mansos y que los toreros estén mal. Nos basta con la plaza de la Maestranza y con su público. Cuando en el ruedo no ocurre nada que prenda nuestra atención, los ojos se recrean en la maravilla de sus arcos, gráciles, como curvas femeninas, y por los oídos nos entra la música del acento andaluz, que canta los decires del ingenio. Nos hasta y nos sobra con la gracia que auténticamente se desarrolla en los tendidos. Un espectador pide con grandes, apasionados y descompuestos ademanes, la orea para su torero. A su lado, un partidario de otro espada, harto ya de ver agitar el pañuelo y de oírle gritar “¡Que le corten la oreja, que le den la oreja”, le dice: “¿Por qué en lugar pedir una oreja para el Fulano no pide unas narices para usted, que le hacen mucha falta? ¡Porque he visto pocos chatos más chatos que usted”. En cualquier otra plaza siempre nos fastidian y nos encocoran los comentarios en voz alta de los espectadores, casi siempre estúpidos y sin ingenio, nutridos con los tópicos y con las frases hechas. Y nada digamos de esa especie de soliloquios que entablan tantos y tantos que se las dan de aficionados competentes, francamente insoportables. En Sevilla, no. En Sevilla todo el mundo habla discretamente de toros y, lo que es mejor, con oportunidad y sin patosería.
Feria de Sevilla, la primera importante de la temporada, cuenta mucho en el planeta de los toros. Desde lejos siguen todos sus habitantes. Valoran, adivinan las faenas por el tono de las crónicas y el laconismo de los telegramas. Muchos, muchísimos, no conocen Sevilla. Pero ya sabemos que en el planeta de los toros abunda la imaginación. Y se figuran “La Campana” y la calle de Tetuán y la de las Sierpes talmente como si las estuvieran viendo. Y no digamos nada de las corridas de feria. A las ocho de la noche de cada día de feria, en los colmados, en los en los cafés y en los corrillos callejeros madrileños se sabe lo que ha ocurrido en Sevilla, toro a toro y pase a pase. Los informes suelen ser muy escasos. Unos cuantos han llamado por teléfono a la casa de los apoderados o de los diestros que han toreado, y allí les han dicho lo que ocurrió, velado con velos tupidísimos, si la tarde se dio regular, o aumentando con exageradas hipérboles si hubo suerte y corte de orejas. Pero de estas conferencias telefónicas ya hablaremos otro día con más detenimiento.
El caso es que a poco de acabar la corrida en Sevilla ya todo el planeta de los toros madrileño está en conmoción. Cada uno habla de la feria según le va en ella… al torero de su predilección. Si éste flojea se argumenta así:
- Ningún torero ha estado bien nunca en la feria de Sevilla. Los toreros no están puestos. Los toreros no se centran hasta San Fermín, en Pamplona. De ahí p’ adelante es cuando las figuras del toreo empiezan a desarrollar.
- Pero, ¿y el Mengano, que ha cortado orejas dos tardes?
- ¡Nada, orejillas sevillanas! ¡Todo eso de que el público de Sevilla entiende de toros es una leyenda! Del toro saben algo, lo concedo, pero lo que es del toreo, ¡quiá!
-Del toreo sólo sabes tú y un tío tuyo.
-¡Naturalmente que sé!
Si el torero predilecto lleva bien la feria se echan al vuelo las campanas.
-¡Ahí, ahí, en Sevilla, en la feria de abril está la llave de la temporada, porque el público de Sevilla es el más inteligente de España, y allá no pasa gato por liebre, y los toros van de grano y con cara y con tipo, y el pingüi no vale. Hay que torear y luego irse tras de la espada. Todas las figuras del toreo han cortado orejas en la feria de Sevilla.
A lo mejor, el que dice esto un año, el anterior había dicho lo contrario. A un taurino excepcional, Curro el Cochero, hombre de un genio nada común, le reprochaban en una ocasión el que defendía a un torero por él antes atacado sin compasión.
-¡No decías eso el año pasado, Curro!
- Es que el año pasado era yo un embustero.

viernes, 23 de abril de 2010

Que a usted le regalen bien

Hoy, 23 de abril,
festividad de los santos Jorge y Wiki

Hoy, es una fiesta para los amantes de los libros, de aquellos que buscan en sus páginas la necesidad del crecimiento interior. Bueno, siempre y cuando a dichos lectores les apetezca tal celebración. Mi propósito era dejar en este soporte digital unas notas sobre algún libro de esencia taurómaca, y cuando me disponía a realizar este encabezado, muy prevenida, investigué en la enciclopedia referente para casi todo el mundo que se apunta un tanto cibernético y que, por supuesto, está absolutamente intervenida por manipulaciones subjetivas que desafían a la gravedad juiciosa de quienes buscan conocimientos certeros. No son otras que las dichosas wikis, pues no hay ocasión que recurra a ellas y que salga ilesa, además de bastante enfadada con ciertas cosas horripilantes que divulgan tan graciosamente.
Así, busco Día Internacional del libro, y recojo el primer enunciado:
“El Día Internacional del Libro es una conmemoración celebrada a nivel internacional con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. Tiene su origen en la Diada de Sant Jordi (Día de San Jorge) celebrada en Cataluña, donde ha sido tradicional desde la época medieval para los hombres dar rosas a sus amantes, y desde 1925 para las mujeres dar un libro a cambio. A nivel internacional es promulgado por la UNESCO, que la empezó promulgar por primera vez en 1995".
¡Toma ya! Y yo que creía que se debía a una conmemoración que recuerda (aunque traída por los pelos) el fallecimiento de dos autores literarios, excelsos y portentosos genios, que aportaron magnitud a la creación artística y humana. Pues resulta que no. Que se lo debemos a la celebración del Día de San Jordi. Para que se enteren. Evidentemente, si esto no es intervencionismo que venga Dios (o el santo en representación) y lo desmienta. Tanta promulgación “a nivel internacional” es para salir corriendo, además de su redacción indescriptible publicada con tanta solemnidad. Por cierto, también celebran San Jordi en la Comunidad Aragonesa, en Cáceres, y hasta en Alcoy.

A continuación dice Wikipedia en el siguiente apartado:
“La elección del día 23 de abril como día del libro y del derecho de autor, procede de la coincidencia del fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616, aunque realmente no fuese en el mismo día, (…) También coincide con la fecha de nacimiento de William Wordsworth (1850) y fallecimiento de Josep Pla (1981). La propuesta fue presentada por la Unión Internacional de Editores a la Unesco, con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor".
Desde luego, a poco que se esmeren, contaremos con tantos allegados en la lista que dentro de nada tendríamos que proponer a este organismo que declare el día del parentesco por proximidad registrada, siempre y cuando justifique su apego literario.

Y más abajo remata la faena descriptiva en el epígrafe de “En España”:
“Alfonso XIII firmó un Real Decreto el 6 de febrero de 1926 por el que se creaba oficialmente la Fiesta del Libro Español, que se celebraría en la fecha que entonces se creía que había nacido Cervantes, el 7 de octubre. La idea original fue del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, proponiéndola a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. Poco después, en 1930, se instaura definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro. La celebración arraigó rápidamente en Barcelona y se extendió por toda Cataluña, aunque el propósito oficial se fue diluyendo poco a poco al coincidir con el día del santo Patrón, conocido como Diada de Sant Jordi (Día de San Jorge), mientras en otras zonas la fiesta se mantenía con escasa importancia o incluso desaparecía. Con el tiempo se hizo tradicional en Cataluña el intercambio y regalo de rosas y libros entre parejas y personas queridas en esa fecha, convirtiéndose en una de las jornadas populares más celebradas. Esta tradición fue uno de los argumentos utilizados por la UNESCO para declarar el 23 de abril Día Internacional del Libro. En España se toma en cuenta esta fecha para la entrega anual de los Premios Cervantes, el mayor galardón realizado a los autores hispanos”.
Si las fechas son correctas, que habría que estudiar con cuidado este asunto, (una servidora ya no se cree casi nada) debemos esta iniciativa cultural a algunos personajes e instituciones de la dictadura militar, auspiciada su celebración durante el gobierno de Miguel Primo de Rivera, e “instaurada” en 1930, siendo presidente del Consejo de Ministros Dámaso Berenguer. No pretendo enfocar la cuestión, únicamente recordar los datos que se aportan en esta enciclopedia virtual a la que todo el mundo está invitado. Algunos de estos gazapos encapsulados consisten en confundir fechas de la historia de España (buena, mala, mejorable, pero la que es) bajo el horizonte de la Segunda República, que evidentemente se extiende erróneamente más allá de la dimensión temporal que le concierne.

No soy amiga de dar consejos, pero un santo tan renombrado se merece un buen homenaje (al fin y al cabo, el beatífico personaje no tiene la culpa que le añadan más de lo que le compete). Por tanto, en un día como el que nos ocupa, deseo que le regalen un buen libro de temática taurina, que muchos hay que merezcan la pena. Dentro del extraordinario y excelso lenguaje taurino hay verdaderas joyas literarias que engrandecerán su alma torera. Y si tiene usted talento generoso y quiere hacer un buen regalo es conveniente una advertencia: discriminen entre los títulos. Elijan el mejor. Les sugiero que recomienden a sus hijos, parientes, y allegados queridos que cambien de enciclopedia de referencia. Por si acaso, les dejo tan suculento testimonio para recrearse en la suerte:
http://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_Internacional_del_Libro

martes, 20 de abril de 2010

No me creo nada

No me creo que El Juli abriera la Puerta del Príncipe por méritos propios de torero con derechos dominadores o artísticos. No me creo que aportara nada medianamente interesante, mucho más de lo que sabe hacer muy bien, algo espeluznante que en los correosos mentideros afines al régimen taurino llaman “inventar” el toreo. No me creo que expusiera algo, salvo el mismo artilugio del julipié que se exporta sin decoro como decisorio en los tejemanejes que configuran “el toreo moderno”. No me creo que pueda aportar nada interesante, ni decisivo, si revolucionario, ni verdadero, ni tan siquiera anecdótico para que ahora sea llevado a los altares reservados para los grandes que lo merecen.
No me lo creo. Que no. Con toros que dan el pego de mamíferos con cuernos, que tienen talla de presunto ganado bravo, que carecen de principios de casta y de bravura, de esos con los que se ejecuta el verdadero arte del disimulo. Algo así como engañar generosamente. Con toros diseñados para la ocasión, apartados desde tiempos remotos, gestionando apaños varios para burlar el sorteo, con dedicación de someter a corderitos aborregados, así presume cualquiera.
A esas maneras de plantarse con ínfulas tan desorbitadas ante afectados mamíferos exportados por los taurinos militantes como la quinta esencia de lo que se cría en dehesas privilegiadas, con las maneras de someterlo para parar sus falsas embestidas cuando no tienen ni medio puyazo, cuando se cita con el pico, cuando se descarga la suerte, cuando se confecciona para que el bicho se mantenga en pie, cuando se manda a tirones bruscos, burdos, feos, sincronizados al revés, fuera de cacho, pero, eso sí, ligando trapazos sin fin, sin armonía, sin heterodoxia, sin hegemonía, sin verdad, cuando ya no llenan los tendidos.
No me creo a todos aquellos que estos días se han cansado de repetir el “buen momento que atraviesa”, “qué pedazo de torero”, “que se consolida entre las figuras que hacen historia”, y cosas tan desconcertantes como ilusorias para quienes pregonan como extraordinaria la “tauromaquia de este torero poderoso que es El Juli”. ¡Toma ya! Reconozco que en relación de gustos nada hay infalible y todo es discutible. Creo que son muy respetables todos los juicios. Vamos, que cada uno elija lo que quiera. Pero, de ahí a que uno se reconozca tan acérrimo en estas materias simuladas y sea capaz de apoyarse en el verbo, en las excelsas tribunas periodísticas y en la paciencia de los que saben de qué va esto para ensalzar tanta proeza falsa, es un birlibirloque descarado.
Por tauromaquia se define y caracteriza a una determinada personalidad que desarrolla un personaje -por su contribución en artes ejecutorias y su tributo al desarrollo de la misma-, solamente puede entenderse a casos excepcionales, y está reservada en la historia del toreo a poquísimos maestros. Joaquín Vidal aseguraba al respecto: “las figuras, los fenómenos, ni tuvieron ni tienen tauromaquia, aunque les aureole el éxito; sólo los maestros tienen su tauromaquia, y no hay tantos, como pudiera imaginarse”.
Por tanto, sí creo -que está pasando- en la cortina de humo que se disfrazada en cenizas dañinas y que perturba los vuelos aéreos; en las tergiversaciones que se dan en la crisis profunda y el presente tan decadente de la Fiesta; en la necesidad inventada de personajes postizos que se venden como catalizadores de la verdadera esencia torera y de paso se cargan cualquier atisbo de liderar la exigencia de la autenticidad; y sí creo en los que recogen fielmente lo que sucede, como por ejemplo Antonio Díaz que dice sobre la gloriosa tarde lo siguiente: “El Juli se ha convertido en la figura más significativa de la etapa más oscura y tenebrosa de la tauromaquia. Máximo representante del antitoreo, ése en el que el toro es lo de menos y dónde importa más las formas que el fondo. Porque El Juli esta tarde ha hecho de todo menos torear. Parar, templar, cargar y mandar son los cuatro mandamientos del toreo de muleta. Para Julián, y por ende a sus numerosas fotocopias, los preceptos son otros: cuidar, descargar, alargar y ligar. (
http://es.paperblog.com/torear-es-otra-cosa-103779/)
Creo, finalmente, que hace falta cordura, valentía, independencia, criterio y un milagro que no llega.

lunes, 19 de abril de 2010

Suspensión de la novillada en Las Ventas

Las Ventas. Madrid. 18 de abril de 2010. Novillada suspendida
A la ocasión la pintan calva.
Y no llovía

La suspensión de la novillada es un escándalo,
como para no volver jamás de los jamases

Se suspende la novillada en Las Ventas sin justificación, escenificando una retirada alegando consecuencias derivadas del mal tiempo, cuando no cayó una gota en toda la tarde. La verdad de esta triste complicidad indecente entre el presidente, Manuel Muñoz Infante, y el empresario, Manuel Martínez Uranga, era el poco taquillaje que se había vendido. Pero ya estaba todo preparado -cuando se abrieron las puertas de la plaza- pues se disponía de personal bajo mínimos (muy por debajo) para atender al público asistente, que reitero era muy poco. Y traslado a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, como responsable última de la competencia que tiene sobre la plaza de Madrid –la más importante del mundo dicen- que abra un expediente, que se interese por responder ante este atropello, que tome cartas en este asunto, que limpie tanta indecencia en actuaciones de esta naturaleza indeseable –como la de esta tarde nefasta-, que exija a los actuales gestores responsabilidades por estratagemas tan perjudiciales para el crédito que debería ostentar la primera plaza en importancia del orbe taurino. Espero que lo haga. Por los aficionados que cada vez son menos, pues están cansados y escarmentados por tantos atropellos y tanta desvergüenza. Por los que puedan creer que a usted le interesa de verdad la Fiesta de los toros, su continuidad y su desarrollo. Por la integridad y la no especulación de los gestores a los que se les confía la administración de la plaza, porque no deberíamos pensar que sólo a la Presidenta le interesa el canon económico del arrendamiento del coso. Por la autenticidad de este espectáculo tan necesitado de verdad, de decisiones inteligentes, de responsables con ganas de trabajar en el fortalecimiento de la legitimidad. Por el respeto, sin más.
Texto completo en
http://sites.google.com/site/toroaficion/cronicas-de-hoy/10-las-ventas-18-abril

lunes, 12 de abril de 2010

Crónica del día. Novillada en Las Ventas

Las Ventas. Madrid. Novillada. 11 de abril de 2010
Los tiempos justos
y tonterías las precisas


Los aficionados están sobresaltados y no les falta razón. Su angustia no se refiere solamente a la decadencia de la Fiesta, que ya de por sí es lo bastante elocuente como para no volver más a pisar ruedo alguno. Tiene que ver con la gestión tan descarada que se está haciendo del evidente desastre, de su insoportable exuberancia, de su desvirtuada esencia. Lejos de proponer cordura, buenas intenciones y propósitos de enmienda, los encargados de poner en marcha el funcionamiento del reloj insisten en que el mecanismo está en perfecto estado, se muestran incapaces de admitir que se retrasa, atesoran salero para venderlo con todas las taras, y aseguran que es el futuro en sincronización perfecta. Uno de estos papeles estelares lo protagoniza el director del Centro de Estudios Taurinos de la Comunidad de Madrid que no se cansa de repetir -en las declaraciones que hace últimamente de manera copiosa- que la próxima feria de San Isidro y las otras dos –que le preceden y suceden- son gloria bendita, que es “la Feria que quieren los aficionados” y que los carteles fueron aprobados “por unanimidad” por parte del órgano que preside.
Texto completo en
http://sites.google.com/site/toroaficion/cronicas-de-hoy/10-las-ventas-11-04

viernes, 9 de abril de 2010

Siempre Joaquín Vidal

Todos los abriles, en su día décimo, los aficionados conspicuos nos sentimos tristes. El genial crítico taurino Joaquín Vidal moría en Madrid. Han pasado tan solo ocho años -y parecen ocho interminables siglos-, los que nos han privado de su presencia, intuición, verbo y soberanía. Son momentos de melancolía. Hoy es un día para un buen recuerdo. Y a los que quieren avivar el espíritu de nuestras almas toreras les ofrezco un texto sobre el cronista de El País que se publicó en el soporte digital http://www.opinionytoros.com/. Entonces Antolín Castro, con gran esfuerzo y bizarro auspicio, congregó a un buen número de textos en el homenaje que realizara para el aniversario del fallecimiento del colosal periodista taurino. Este artículo -que se sucede a continuación- es el que entonces se publicó y el que hoy les ofrezco.

Ilustre, visible y sobresaliente
Joaquín Vidal

Por Paz Domingo
De la primera crónica de Joaquín Vidal que leí no recuerdo quiénes eran los protagonistas del texto, ni dónde se celebraba el festejo. Sí puedo asegurar que desde entonces comencé la lectura de la prensa diaria por la última página de la sección de Cultura del diario EL PAÍS. Entonces estudiaba periodismo y ya sentía curiosidad por lo que sucedía en el planeta de los toros. Fue en Las Ventas donde oí hablar del maestro por primera vez. En el tendido le reconocían como “el crítico”. El único, claro está. Y Vidal correspondió llamándoles afición conspicua. Una genialidad de las suyas. No perdía la ocasión de seguirle –literaria y taurinamente– por todas las ferias y no dejaba de hacerme preguntas cuando escudriñaba en sus textos. ¿Cómo se tiene la capacidad para amar este espectáculo? ¿Cómo la inteligencia para defenderlo? ¿Cómo la sabiduría para entenderlo? ¿Cómo la integridad para respetarlo? ¿Cómo el humor para desdramatizarlo? ¿Cómo se tienen las palabras precisas? ¿Cómo se escribe sin fisuras? Y ¿cómo se hace todo a la vez? Ahora, en la distancia larga, sé lo que significa Joaquín Vidal. Si mi abuelo me enseñó el respeto a la fiesta y a su liturgia, al maestro le debo la comprensión de este espectáculo en toda su dimensión, de la única manera posible: desde la afición, el lenguaje, la técnica, la estética, las normas, las maneras, la pasión y la independencia. No le conocí personalmente hasta mi incorporación a la redacción de EL PAÍS. Me lo presentó Esteban Barcia, gran amigo suyo y de todos, además de aficionado. Y le dijo: “¿Qué crees que tenemos en común con la niña?”. “Serán los pocos años que tenemos”, respondió irónicamente Joaquín. “Pues que seremos dos en empapelarte el ordenador”, contestó. Y es que Esteban, cuando un torero en concreto (que no diré el nombre) obtenía triunfos sonados en plazas alejadas de los referentes taurinos importantes –evidentemente, no del gusto del cronista–, metía el teletipo en la fotocopiadora, lo ampliaba un trescientos por cien, pegaba pacientemente los trozos dándoles orden, y empapelaba el ordenador de Joaquín al grito de: “¡Va por usted, maestro!”. Vidal participaba en la broma con su inmenso sentido del humor y con carcajadas sonoras. La última vez que hablé con él fue en la habitación del Hospital de la Fundación Jiménez Díaz, a la que había regresado ante el agravamiento de su enfermedad. Le comenté que éramos muchos los que le echábamos de menos, que necesitábamos su vuelta. Con la misma educación de siempre, con la misma cortesía, me respondió: “Se hará lo que se pueda”.
Siempre fiel a sus pensamientos, a su pasión taurina, a la vida, a sus amigos, al periodismo y a la verdad, Joaquín Vidal se marchó. Su compañía fue todo un lujo. Aprendimos con él. Disfrutamos de su presencia, sus charlas, su paciencia ante comentarios taurinos ingenuos e imprecisos. Se mantuvo firme con discreción, integridad e independencia frente a todas las amenazas, que fueron muchas. La campaña infame, cruel y descomunal de que fue objeto, gestada en el taurinismo oficial y pregonada por algunos medios de comunicación, ha sido tan cobarde como miserable. Aún hoy, siguen intentándolo. Seguro que fue feliz alejado de tantas mentiras. Que disfrutó mucho escribiendo de toros. Que dijo lo que sintió y vio. Que le dejaron solo en una época compleja. Pero no se sintió solo. Ni lo estará. La afición conspicua le sigue recordando. Gracias a todos los que guardáis en la memoria como un tesoro al maestro ilustre, visible y sobresaliente Joaquín Vidal.

jueves, 8 de abril de 2010

Encerrona para una encerrona

¡Vaya topicazos que se gastan algunos con el excelso lenguaje taurino! Por ejemplo, cuando se utiliza descaradamente el término encerrona. Y muchos hablan de encerrona ponderando extraordinariamente la acepción de “encierro voluntario de alguna o más personas para algún fin”, cuando en realidad de lo que se trata es de “una situación preparada de antemano, en que se coloca a una persona para obligarla a que haga algo mal de su agrado”. Este paradigma de la modernidad aplicado a la tauromaquia se ha convertido en un caso muy definido. Es decir, una mentira manifiesta para aplaudir mucho unos gestos presuntamente atrevidos, cuando verdaderamente son actos poco encomiables para que otros sufran esta engañifa taurina, aquellos que padecen esta trasladación del magnífico lenguaje y su vil puesta en práctica. Y no solamente se confunden los conceptos, sino que los deforman. El diccionario de la Real Academia aporta un sentido más a encerrona y que multiplica este enaltecimiento disfrazado de la realidad vigente. Se dice que en tauromaquia, aplíquese a la “lidia de toros en privado”. Pues bien, los aduladores y también transformadores de situaciones flagrantes -por mentirosas- han confundido la exclusividad con lo privativo, especulando con gestos que podrían ser notables y proyectándolos como gestas heroicas, cuando lo que sucede es que son fiascos para desplumar a los asistentes a estos festejos taurinos. Si quiere comprender esta realidad basta con tomar como referente el festejo del pasado Domingo de Resurrección en la plaza de Las Ventas. Los titulares apuntaban al fracaso de la “encerrona” de Daniel Luque, que “se estrellaba” con un “ganado imposible”, con “seis silencios consecutivos y unánimes”. Lo que verdaderamente sucedió es que la encerrona estaba preparada con tres meses de antelación; que se realizó eligiendo a esta “joven promesa” convertida en figura de alto postín con alevosía, con veloz y escasa trayectoria profesional –un año apenas-, para protagonizar un escándalo presumible; que se materializó rebuscando presunto ganado bravo, del cual no “tenía ni un pase” ni uno solo de los animales; y que se consumó cuando por esta encomiable “encerrona” quedaron burlados los aficionados que ocuparon casi la mitad de la entrada disponible.
Hagan caso al diccionario, sobre todo a la tercera acepción del término señalado. Con los tiempos que corren, con los modales que gastan, con la desvergüenza que lo ejecutan y con esta moderna tauromaquia que predican, pues, ¡que se vayan a sus dichosas encerronas privadas! Y allí hagan lo que les parezca. Y acá todos tan felices. No adulteren más, que bastante tenemos y sufrimos. Y cuando oigan la palabra encerrona, corran a toda prisa en sentido contrario a la corriente que la encumbra.

martes, 6 de abril de 2010

Los toros televisivos

Un perro que vuela. Un toro que amaina
Las aventuras y desventuras de dos personajes que corren suertes presentes separadas.
El primero se pondera. El segundo es impreciso
Comedia televisiva en tres actos. Indicada para todos los públicos.
(Apta para ser retransmitida en horario infantil)
Por Paz Domingo

Sinopsis. La que se montó con un perro volador. Un mamífero animado, llamado Vico, que sobrevuela mil aventuras con una cigüeña - y algún otro personaje más-, diferentes puntos geográficos del mundo. Al tocar suelo madrileño, estos protagonistas de series infantiles se colaron en las angostas arenas de los ruedos españoles y se dedicaron a hacer interpretaciones deformadas sobre las corridas de toros. Este asunto ha levantado muchas suspicacias, algunas campañas, y alguna que otra reivindicación fuera de credibilidad. Se explica.
Argumento. (...) No se dejen llevar por cantos de sirena. (...) ¿Quieren de verdad apoyar este mercadeo? ¿Quieren que se haga argumentando los valores de la Fiesta que los taurinos quieren defender? ¿Qué Fiesta? ¿La suya, o la que tenemos en el corazón los aficionados de buena fe que creemos en su esencia y rotundidad? ¿De qué están hablando (o negociando) los responsables de Televisión Española y los interlocutores de la Mesa del Toro exponiendo “propuestas para poder realizar un convenio”? ¿El futuro acuerdo contribuirá al desarrollo de la tauromaquia? O, por el contrario, ¿favorecerá aún más el impulso especulativo y mercantilista de la Fiesta hasta su último suspiro? Más bien será esto último.
Texto completo en http://sites.google.com/site/toroaficion/opinion/toros-y-television