martes, 4 de septiembre de 2012

Sobre ganaderías minoritarias








Primer novillo de la tarde de la ganadería Prieto de la Cal, jabonero de capa, lidiado en Las Ventas el pasado 2 de septiembre, devuelto por flojo y que se resistió a entrar en los chiqueros. 


Entre santacolomas y veraguas... 
Elegí estar en Las Ventas en este primer domingo de septiembre. Era, o el camino de Cerceda -con la ganadería de Rodríguez Montesinos- o el entusiasmo por la belleza de los ejemplares de Prieto de la Cal. Entre santacolomas y veraguas estaba el dilema, y cualquiera de las dos eran suficientes para llevar a un aficionado -cansado de tanto aburrimiento generalista- hacia una ilusión cada vez menos posible.
Decepcionó la puesta en escena de la ganadería onubense de Prieto de la Cal, casi la única que conserva en su sangre brava los ancestros de Veragua. No se encajó bien, teniendo en cuenta que hacía siete años que no regresaba al ruedo madrileño. Dentro del llamado ciclo de “encastes minoritarios” pretende la empresa de Madrid dar satisfacción a los aficionados que deseamos una fiesta completa. “En la variedad está el gusto”, decía el ganadero en el programa radiofónico de Clarín, algo en lo que no se duda. Aunque “no hay excusas”, confesaba amargamente, ni justificaciones, porque los novillos de sangre Veragua salieron con mucha expectación pero flojos, sin emplearse en varas y sin romper en el último tercio. Cuesta creerlo, puesto que Tomás Prieto de la Cal pasito a pasito se ha hecho un hueco de respeto entre la afición (también) minoritaria con excelentes encierros en casta, presentación y solvencia.
Ahora parece todo una debacle. ¿Por qué? Sencillamente al orden “generalista” le interesa desconfiar en estas apuestas propias, ajenas al infierno de la mercadotecnia, románticas en su estilo, idealistas en la producción, complicadísimas en su desarrollo, tan inusuales como milagrosas, La razón de las conjeturas que están cargando las tintas contra esta particular expectación que muestran los aficionados solitarios hay que buscarla, hoy más que nunca, en que este dichoso mercado se ha convertido dramáticamente en un embudo, y antes pasaría un camello por el ojo de una aguja que estas ganaderías orgullosas tuvieran una posibilidad de futuro sin vivir de las subvenciones y de la mendicidad.  
Desde luego hay que mantener la calma. A nuestro alrededor hay una sequía brava que acrecienta el desértico escenario. En el subsuelo, no hay petróleo. Únicamente, pequeños matorrales en las vastas planicies, desguarnecidos entre el viento, las extremas temperaturas y el vacío. Donde hay vida, hay esperanza, dicen. Agarrémonos pues a la posibilidad porque la sed la saciaremos en esta maleza clara que estrujaremos con tanto énfasis como el que se agarra al hilo frágil de la vida. 



1 comentario:

  1. Ánimo Paz. Tus seguidores estamos esperando nuevos post. Nos tienes a la expectativa; incluso con cierta ansiedad.
    Saludos

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