jueves, 28 de abril de 2011

El cirujano jefe de la Maestranza de Sevilla se ha retirado


Fotografía de Ramón Vila en el burladero de la Maestranza de Sevilla.
Imagen publicada en http://malagataurina.com/2011/04/ramon-vila-se-retira/

El doctor Vila, puramente amistoso
Este es un reconocimiento cariñoso para el personaje entusiasta del “arte güeno y de las mujeres guapas”, al aficionado que echó los dientes en el ruedo maestrante, al médico que se dedicó a salvar vidas toreras. Ramón Vila Giménez, cirujano jefe de la Real Maestranza de Sevilla durante 33 años -plaza en que hizo el paseíllo de la mano de su padre en la década de los cincuenta-, y que ahora cede el testigo a Octavio Mulet, se retira “arrancándose” la coleta. El doctor Vila es el doctor Vila para todos. Para el mundo taurino es el un hombre imprescindible y velador de más de dos mil toreros. Para el mundo profesional es el extraordinario facultativo que emprendió una gran tarea para dotar al coso sevillano con uno de los mejores equipos médicos en plazas de toros y una de las más completas en quirófanos e instrumentales técnicos avanzados. Para los amantes del universo taurómaco es ya un emblema de sabiduría. Y para todos, un gran amigo.
Un hombre puramente amistoso, inseparable del dramatismo de la vida y de la muerte, de los momentos trágicos, de los recuerdos bellos. Habla emocionado de aquel año fatídico de 1992, del gafe de sus aires malditos que partieron los corazones de los subalternos Montoliu y Soto Vargas; del amargo desconsuelo por la muerte de Paquirri y que en los momentos que siguieron a la cornada en Pozoblanco pidió ser amparado por el cirujano sevillano; de la resurrección del novillero Curro Sierra tras un desgarro de la femoral, el reto que más temen los cirujanos taurinos; de los quites médicos que realizó a Luis Mariscal y Jesús Márquez en la pasada y última feria de Sevilla para tan ilustre maestro. Las cornadas no duelen, dice. Asustan.
El doctor Vila es sobretodo un enamorado de la buena conversación, de su maravillosa e inseparable esposa Pilar, del arte sentido del torero excelso, del descomunal mundo de los toros, de los hombres que pelean gallardamente con ellos, del sol, de España. Así conocí al doctor Vila. Fue en un viaje, y allí todos los que sabíamos del carácter extraordinario del cirujano jefe de Sevilla aprendimos mucho más, tanto como su enorme apasionamiento por los toros y el desafío de afrontarlos de frente, de arriba abajo, como el arte güeno, como la suerte torera, como la vida misma.
Si gustan, búsquenle en el burladero sevillano, con su apostura impecable, con su cabello nevado, con sus ojillos vivaces, al pie justo de la preciosidad y del drama, de las glorias y de las decadencias.

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