De refilón
A la atención de Javier García Nieto
Por Paz Domingo
Saludos
amigo. Mil gracias por tu curiosidad y mil perdones por tanta flojedad que me impide
mantener mi compromiso en este blog taurómaco. Sin embargo, una no es de piedra
y tus cariñosas peticiones me animan a enviarte unas reflexiones aunque sean de
refilón, como tú bien dices.
Apenas
muestro algo de interés por esta temporada de toros. Una vez más los ideólogos
que deberían conformar una programación organizada desde la afición y la verdad
a la fiesta se desentienden y ofrecen carteles de componendas tan manoseadas
como siempre. Sin embargo, sí creo que hay algo que debería contarte.
Buena
se ha liado entre los aficionados más asentados con las actuaciones de Roca Rey.
Su paso por la feria ha dividido las agudezas. Para unos el joven diestro peruano
es un exhibicionista que no torea, expone mucho pero sin ceñirse a los cánones
del estilismo y el valor que le acredita es insuficiente para comprender los
resortes del dominio. Para otros, es un torero de una capacidad exponencial en
el sitio verdadero por encima de todo el escalafón. Y a mí, querido amigo, a
pesar de la polvareda entusiasta entre ambos bandos, tengo que asegurarte que
me ha gustado y mucho la aportación de Roca Rey en este desnortado mundo de
torerillos. Doy como cierto las conclusiones de las dos partes enfrentadas pero
a mi juicio hay algo más que el valor, la sinceridad y la escasez de suertes en
el toreo de Roca Rey y es su extraordinaria personalidad para estar en un sitio
inaccesible para la mayoría. Esa frialdad de ejecutar el toreo la ha
transformado en seducción, su potencia juvenil en una valentía insobornable, el
terreno que pisa en imán inquebrantable y, además, mata a los toros por arriba,
que no es poca cosa. Me gustaría como aficionada interesada ver la evolución de
este gran torero en el actual circo complejo y taurino, si es que le dejan
capacidad de desarrollo, donde lo que más interesa es el lleno rentable,
contante y sonante. El argumento de que no dé verónicas, de que no sea un
estilista y de que arriesgue temerariamente no es ni de lejos evidencia para
quitarle el mérito de un hombre con trasmisión arrebatadora y exponente
verdadero.
La
inquietud del hombre ante un toro no puede medirse únicamente por lances
preciosistas. Hay que evaluarlo en el mérito, en la capacidad, en la mente y en
el alma. Y sin intención de hacer comparaciones, por ejemplo, ayer mismo, se
vio una brega grandiosa de Rafaelillo con un el cuarto toro en la corrida de Adolfo
Martín, nada estilista por cierto, pero sí poderosa en el capote con lances por
abajo, en el sometimiento porfiado, en el empuje de la reducción del animal en
la muleta firme. Nunca Rafael será un preciosista, pero sí que sabemos de su
extraordinario potencial aguerrido. Cuando le sale el toro para imponer su
técnica particular, por supuesto,
porque con el primer ejemplar de la tarde, más apto para hacer el toreo de
muleta de ligazón en redondo y en vertical, se quedó descolocado de la
ortodoxia.
Quisiera
hablarte de Paco Ureña y de esta revolución admirable que ha mostrado este año.
Le he visto en muchas ocasiones con encierros aptos para colosos –desde Azpeitia
hasta Madrid- y hasta esta temporada no se había descubierto como el soberbio
torero que es. Varias faenas descomunales con los elementos en contra de la
lluvia y varios toros irascibles de temperamento le han encumbrado en el máximo
respeto de los aficionados verdaderos. Lo más hermoso, eso que los aficionados guardamos
en nuestra memoria de manera indeleble lo hizo Ureña en una tanda de naturales
inalcanzables para casi todos. Y como siempre hay que ver qué se tiene delante
y en qué consiste el sometimiento: en acompañar o someter, en ponerse bonito o
en torear llevando el mando.
La
Puerta Grande de Madrid no se abrió para Ureña, aunque esa tanta de naturales y
su puesta de largo como torerazo hubieran sido factores suficientes para concedérsela.
Lo más sonoro y reciente se produjo de manera inesperada hace unos días en una
mágica conjunción entre toro y torero y un golpe de suerte. Salió por puerta de
toriles un armonioso ejemplar de Alcurrucén, sin exageradas dimensiones como
quieren inventar algunos, pero con velocidad e ímpetu. David Mora movió el
capote en verónicas correctas, y de manera atropellada colocó con su apatía
recurrente a Malagueño bajo el peto.
En la segunda vara, fue el animal quien tomó la iniciativa arrancándose porque
así se lo pedía el cuerpo bravo. Y aquí empezó el arrebato o, mejor dicho, la
provocación pues un jovenzuelo peruano –de nombre Roca Rey- se plantó en los
medios a quitar por gaoneras. Quedaron imperfectos los lances capoteros en ejecución
pero, querido amigo, sí que tuvo un mérito colosal en profundidad valerosa y en
revulsivo porque allí mismo se dispuso a la contestación David Mora, hasta
ahora y desde hace tiempo, afligido por la tremebunda cornada de hace dos años,
cuando el sitio ya se le había estrechado considerablemente. Ni uno ni otro se
habían dado cuenta del potencial noble del animal y fue el subalterno Otero
quien lo descubrió. Se lanzó a la aventura Mora, desconociendo lo que tenía delante y con las
dudas de siempre, y embarcó al animal en un regate inexplicable que acabó en un
peligroso atropello. Después, como ya habrás visto, se produjo esa mágica
conjunción, llena de arte excelso y que si no hubiera sido por las azarosas
circunstancias que te he mencionado, se habría quedado inédito y evidenciado
por un animal de categoría nobilísima, merecedor de vuelta al ruedo.
Toros,
lo que se dice toros, aún están por ver. Esperaremos a esta semana. Hasta ahora
no ha salido nada por la puerta de chiqueros que se pueda catalogar de casta
indiscutible y de encierro contundente, aunque también ha habido algunas
cosillas interesantes. Paso a contarte de manera somera. Tristemente la
expectación por admirar las bravas entrañas de los bellos saltillos de Flor de Jara se quedó en frustración. Lo mismo sucedió
con Pedraza de Yeltes, una pena más en el alma. La novillada con los atanasios de El Puerto de San Lorenzo
tuvo su interés pues fueron fieles a su peculiar personalidad: evolucionar de
abantos a diligentes en muleta si se les puede meter y dominar en las lidias
previas, y aún resultó muy superior al conjunto de animales que lidió como
toros unos días antes. La novillada de El Montecillo también despertó curiosidad
aunque quedara diluida. A los Lozano les han hecho falta doce toros en escena
para que le saliera algo bueno –muy bueno en este caso- y la corrida de Adolfo
Martín fue encierro muy interesante en comportamiento aunque no terminaron de
ser claros en bravuras y castas. Por cierto, no quiero olvidarme de Baltasar
Ibán, muy notable de comportamiento y de juego, y de un segundo ejemplar
encastado merecedor también de una vuelta al ruedo.
Sabrás
del gran fiasco de Juan Pedro Domecq, una vez más por supuesto, aunque carece
de relevancia a los hechiceros de trucos con paloma y chistera. Lo mismo con
Fuente Ymbro, con El Torero, con El Ventorrillo, con Cuvillo… Y en casi todas
se ha repetido prácticamente lo mismo: encierros desiguales de presentación,
con tres toritos cómodos de hechuras, flojísimos de remos y con el carácter suficiente para intentar el insulso, insignificante e irritante toreo (post) moderno;
más los otros tres -para tapar bocas- de cajas abultadas, ímpetus broncos y
mansedumbres profundas, propicios para toreros con mando y personalidades de
acero. Y si hay que apuntalar esta bazofia cerraré los toriles con Las Ramblas,
Puerto de San Lorenzo, Parladé, El Vellosino, El Pilar… y así sucesivamente.
Mil
perdones por tanto atropello en el relato, querido Javier. Mil gracias por tu
espera y dedicación. Atentamente.
Con gran placer leemos tus valoraciones en este jugoso y certero resumen. Por tanto,en nombre de todos los aficionados a la Fiesta de verdad y en el mío propio, gracias Paz. Quizá, desde mi perspectiva, no vi tanta excelsitud en el trasteo de David Mora ante un gran toro. No discuto la elegante armonía que mantuvo la faena -la dificultad añadida del viento-, pero creo que le faltó compromiso. Yo, como muchos otros peregrinos, viajé desde el Norte para ver la corrida de Pedraza de Yeltes -eso del paisanaje con el ganadero y una equivocada intuición que nacía en lo que se lee, y lee, y lee, y lee de estos toros-, con la ilusión de ver el TORO en la plaza, y mira... En fin. Convendrás conmigo que ese toro ya no existe; ha desaparecido. No hay una sola ganadería que presente animales con poder; animales que derriben; animales que se empleen en la lidia. Sale un toro aquí y otro allá. Que si uno de Iban, otro de Adolfo, aquél de Alcurrucén...; pero no hay una sola ganadería que sea capaz de ofrecer un conjunto bravo, una auténtica corrida de toros. Mira que hace años se censuraba mucho que los toros de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas llegaban problemáticos a las faenas de muleta; pero que gusto, ahora desde la perspectiva, ver por el televisor los lunes de resaca sevillana en los que piqueros y equinos tenían que sudar para contener aquellos torrentes de bravura.
ResponderEliminarGracias de nuevo, Paz, y ten a bien de cuando en vez echarnos unas líneas en este plato del que tan agustito comemos.
Saludos