Carta a los aficionados de buena fe
Queridos amigos
Y en esto es como en todo. ¿Queréis de verdad apoyar este mercadeo? ¿Queréis que se haga argumentando los valores de la Fiesta que los taurinos quieren defender? ¿Qué Fiesta? ¿La suya, o la que tenemos en el corazón los aficionados de buena fe que creemos en su esencia y rotundidad? ¿De qué podrían hablar (o negociar) los responsables de los entes públicos televisivos y los interlocutores de las afamadas figuras del toreo para poder realizar un “convenio mediático”? ¿El futuro acuerdo contribuirá al desarrollo de la tauromaquia? O, por el contrario, ¿favorecerá aún más el impulso especulativo y mercantilista de la Fiesta hasta su último suspiro? Más bien, será esto último.
Vosotros tenéis vuestra opinión. Mi propósito era exponer un peligroso camino dentro de esta encrucijada en la que nos situamos los aficionados, ahora más indefensos, condenados al ostracismo e inseguros que nunca. Por mi parte, os aseguro que, en toda esta simulación pomposa exponiendo voluntades regeneracionistas para la Fiesta, no me creo que puedan conducir a nada que sea entendible o consecuente, pues nadie arriesga decididamente por recuperar, trasmitir, difundir, preservar, desarrollar la esencia de la verdad taurómaca. Por tanto, si el estamento taurino quiere que este espectáculo mayoritario siga teniendo representatividad, capacidad de divulgación y goce del respeto de todos los sectores sociales, sólo hay un camino: la defensa de la autenticidad de la Fiesta apostando -sin obstáculos, ni manipulaciones- por la verdad en que se sustenta el toro de lidia íntegro. Después, vendrá la televisión, la información, el reconocimiento, la autoridad y lo que tenga que llegar. Y se encontrarán una la Fiesta más brillante que nunca. Más segura que nunca. No os preocupéis, queda garantizado.
Nota. Nada hay nuevo, tanto como esta reflexión realizada ya algún tiempo.
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