domingo, 19 de diciembre de 2010

Sobre Presidentes, presentes y futuros

“Buen trabajador de la ley y el reglamento”
El pasado 10 de diciembre se produjo un acontecimiento destacable dentro del universo taurino. La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) inauguró el primer curso para la formación de Experto Universitario en Dirección de Espectáculos Taurinos. El salón de actos de la Universidad de Derecho –donde tuvo lugar la presentación de esta iniciativa- se quedó pequeño para acoger a los cerca de cien alumnos y la amplia representación del estamento taurino, entre los que destacaban los miembros directivos de la Asociación de Presidentes de Plazas de Toros (como “autores e impulsores”, según recogen en su web) y algunos integrantes de la Mesa del Toro. Tampoco faltaron algunos toreros, en activo y retirados. Ni curiosos. Ni presidentes. Normal. Precisamente por su condición de patrocinio la ANPTE recoge en dicha página web: “este curso ha sido diseñado pensando en nuestros afiliados, en dotarles de los instrumentos que necesitan para afrontar la especial y delicada tarea de presidir; amén, de la necesaria dignificación de la presidencia y por ende del mundo del Toro a quien nos debemos”. (
http://www.anpte.es/)
Pues bien, reunidos y presentados todos, no estaban previstas muchas sorpresas, salvo la novedad de esta oferta formativa tan inédita hasta el momento. Pero las hubo. La primera fue la incorporación al cuadro docente de Rafael Cabrera Bonet -cinco días después de realizar su último programa radiofónico en la Cadena COPE-, un “repescado” según explicaba él mismo. La segunda, y quizá la más meritoria de recordatorio, fue la charla del ex senador Juan Antonio Arévalo entre las abundantes exposiciones de los intervinientes en el acto inaugural. La tercera consistió en el hecho de que en las comparecencias que se produjeron para la presentación de tan solemne acto no se hiciera referencia a la profunda decadencia que asuela a la Fiesta de los toros, exceptuando la valiente “ponencia” de Juan Antonio Arévalo, y de la cual les hablaré, aunque sea tan alejada ya en el tiempo de su realización.
“¿Cómo está la Fiesta de acuerdo a los reglamentos?”, propuso el ex senador por Valladolid en su comienzo. Y en su final, concluyó: “La Fiesta de los toros ha evolucionado, pero para mal” y “el mal está dentro”. Introdujo en la tesis argumental las similitudes que existen entre el mundo de los toros y el de la ópera, precisamente porque sus públicos son muy parecidos. Y de ahí arranca todo, pues “la Fiesta es un espectáculo público” y, por tanto, los poderes públicos “no pueden olvidar sus obligaciones”.
Senador por el Partido Socialista durante seis legislaturas (desde 1979 hasta 2000), Juan Antonio Arévalo, es sin duda el hombre más adecuado -por sus amplia experiencia y vivencia política de estos años transcendentales- para argumentar “la mayor novedad sobre espectáculos taurinos” que supuso la ley de Potestades Administrativas de abril de 1991 y enfatizó ante la audiencia que dicha norma “aún está vigente”. La orden de 1962 estaba más preocupada por el orden público que por el espectáculo en su verdadera dimensión, así que la ley 10/1991 suponía novedades trascendentales desde la integridad en primer término y el establecimiento de un régimen sancionador, hasta el trapío de los toros (concepto cada día más olvidado), en las defensas que deben ser respetadas, el establecimiento de sobreros y algunas más que quedaron de una vez estipuladas y fijadas en una norma de obligado cumplimiento. Sin embargo, este crucial reglamento resultó “prolijo” respecto a la suerte de varas, pues se considera “un castigo y no una prueba para ver las condiciones de la res”. Considera Arévalo que el número de puyazos debería establecerse en tres y si “el toro tiene que ir a caballo más de una vez, ya se ocuparán los ganaderos de criar toros con fuerza”.
Y en este salón de plenos abarrotado de presidentes de plazas de toros (los que ya son y los que puedan serlo), Juan Antonio Arévalo preguntó: ¿cómo debe ser un presidente de plazas de toros? Bien sencillo. Muy claro. “Buen trabajador de la ley y el reglamento, con solvencia e independencia, como autoridad que defiende antes que nada al público, con la creencia que hay que recuperar el interés en la Fiesta, y seguro de cumplir y hacer cumplir la ley”. “La Fiesta está en decadencia”, reiteró Arévalo con evidente desconsuelo. “Los responsables no lo han hecho bien. El aficionado desiste y el mal está dentro. Nadie ha gritado con la suficiente fuerza “hay que recuperar el toro de lidia y hay que cumplir la ley”. Pero, hasta ahora las cosas no van por ahí. El éxito no se consigue solo, hay que poner responsabilidades”.
En muchas ocasiones, en las conversaciones pausadas con Juan Antonio Arévalo, siempre acabo recordándole lo importante de su testimonio en esta historia reciente - apasionante y trepidante- por su excepcionalidad como testigo, impulsor, defensor, y protagonista directo de las legislaciones sobre materia taurina; por su magnífica aportación como aficionado, abogado y senador; y sobre todo, por ser una de las personas más maravillosas y generosas que se merece encontrar en la vida; y por todo esto y por la amistad desde hace ya tanto tiempo, nunca dejo de insistirle en que debería recoger todos estos momentos transcendentales, de su vida y de las nuestras, en escritos que sirvan a los hombres y mujeres del futuro a amar y entender este complejo mundo de los toros.
En este momento, sonríe. Pausadamente argumenta que hay muchos capacitados para abordar la tarea. Por mi parte, sigo en el empeño. Espero que con tanta insistencia se alcance a cumplir este hermoso sueño.

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