domingo, 18 de mayo de 2025

Feria de San Isidro 2025. 11 de mayo. Tercer festejo de abono

 

De chiripa

Por Paz Domingo

La tarde de toros empezó sin fortuna y terminó sin gloria. Un toro que abría plaza se zambulló en la arena del coso en la primera carrera tras su salida de toriles. Despanzurrado, o descordado, fue el mal presagio para lo que se venía encima respecto a la esencia primigenia de la casta en un toro bravo. La sucesión de titulares y los dos sobreros resultó ser de idéntica falta de escrúpulos ganaderos, incluido ese ínclito animal que a punto estuvo de darle de chiripa otro argumento triunfador de escasa enjundia a Miguel Ángel Perera.

Comenzaré por la actuación a este mencionado animal, segundo del lote de Perera. Su picador Alfonso Sánchez lo tuvo soberanamente fácil. Señaló trasero y bailó en redondo. En ambas ocasiones se protestaron sendas seudo varas por chuscas porque, efectivamente, lo eran. Curiosamente el torito quedó aguantando la escasa fuerza que poseía y contestó de manera bobalicona a ese toreo abigarrado, robótico, insulso y engatusador de Perera. El público pareció volverse loco, aunque quedó salvado inesperadamente de un mal de conciencia cuando el matador extremeño dejo una estocada trasera, muy trasera, tras dos pinchazos, perdiendo de chiripa la Puerta Grande.

Ángel Rivas, primer picador de la cuadrilla de Perera, dio cuenta del primer sobrero de Chamaco y dejó en el lomo de este animal de características mansas, trotonas y resabiadas, dos puyacitos de cualquier manera después de sudar tinta el maestro y la cuadrilla para acercarlo al peto.

Juan Melgar salvó con cierta sabiduría la horripilante suerte a que han conducido los protagonistas del toreo al tercio de varas. Picó al primer toro de Paco Ureña, cogiéndole bien y soltándolo a tiempo. Pero el astado prometía algo más saliendo del peto y de banderillas muy incierto para terminar durmiéndose en la también dormida muleta. Cuando le tocaba el turno a Cristian Romero con el quinto titular de la tarde, una parte del público andana muy enfadada porque no se había consumado el gran triunfo de Perera mientras que la otra parte también mantenía un soberbio desagrado por la condición ganadera de falta de casta. El picador, a ritmo de carioca, lo deslomó aparentemente. El presidente vio venir el escándalo y se adelantó a los acontecimientos devolviendo el animal a los corrales, cuando apenas el animal rozó de rodillas las profundidades de la acorazada de picar, posibilitando la aparición del segundo sobrero también de Chamaco. Pero Romero quiso hacerse notar. No atendía al maestro, ni a la furia del público cuando se rebasan las rayas del tercio. Él aseguró con mucha teatralidad su actitud desafiante de señalar, que no masacrar, incluso en una tercera posibilidad para dejar salir despavorido e incierto a ese animal de tan triste alma. El resto fue todo imposible.

Notable fue la tunda que le propinó el padre y picador de Ginés Marín y de nombre Guillermo. Atorado se vio, con tan excesivo celo que dejó un puyazo de señalamiento encimista, perdió los trastos, agitó la coctelera en sucesivas vueltas, enganchó finalmente tras tanta euforia y propinó una somanta al estilo castizo y demoledor. En el segundo puyazo, pasó algo muy parecido. La faena de Ginés no dijo nada ni la condición del animal tampoco. Y ya en la sexto trabajo de los toreros tocados de castoreño encontramos a Ignacio Rodríguez que resultó inapreciable salvo por los señalamientos mondos y lirondos. El animal acusó en sus resultados sobre el ruedo una vuelta de campana que había sufrido para quedar agravada con la ausencia en sus entrañas de genio, codicia y clase. Aún así, Ginés se quiso poner bonito, pero sin obtener resultados salvo por un estoconazo que quizá fue lo mejor de la tarde.

11 de mayo. Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. Feria de San Isidro 2025. Corrida de toros. Ganadería de Fuente Ymbro  para Miguel Ángel Perera, Paco Ureña y Ginés Marín.

 

 

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