jueves, 12 de mayo de 2011

Feria de San Isidro 2011. Desde el tendido. Segundo festejo

Crónica del segundo festejo. 11 de mayo
Contorno de ojos
(...) El día de marras, en que se exhibían animales sacados de crianzas e investigaciones de acuerdo a la modernidad imperante, traía el sello reparador para el contorno de ojos, pues los ejemplares embasados para la reparación facial embestían. Para que ustedes me entiendan, es algo así como si a los tarros añaden un poco más de vitamina c, unos cuantos efectos para mejorar el tono de la piel, disminuyendo las manchas, reduciendo los poros dilatados, dando elasticidad. Pero, los sujetos que debían aplicarse la crema renovadora dijeron que no les venía bien a las características de tan lustroso cutis. Vamos, que hicieron mutis por la hidratación y se dedicaron a darse friegas en el vacío. Y esta historia no se entiende si no fuera cierta. Los ejemplares de la ganadería no tenían complicaciones. Algunos mansearon, pero con sutiliza. Quizá, querían huir, pero terminaban haciéndose los encontradizos. Colaboraron a la causa tan demandada, salvo porque lo único que reclamaban era terrenos adecuados para lucir cierta castita (como se denomina hoy en día, literal). Crónica completa en
https://sites.google.com/site/toroaficion/san-isidro-2011/san-isidro-2011-segundo-festejo
Feria de San Isidro 2011. 11 de mayo de 2011. Toros de Vellosino para Uceda Leal, Miguel Abellán y Rubén Pinar

El comentario

Con buenos deseos
Pide Carlos Abella -en un artículo publicado en el diario El País- una “respuesta emotiva y artística al momento delicado que vive la Fiesta”. Y lo reclama al “conjunto del toreo”. Por este “conjunto del torero” algunos entienden el estamento taurino que ha llevado su oficio al descrédito y a la decadencia de “este bendito mundo”, que ha ponderado el mercantilismo en serie de animales anamórficos, que ha ocultado las críticas, que ha devaluado la verdadera y única esencia del toro bravo, que son responsables de la ausencia de sensatez, y que han rentabilizado este espectáculo de masas dejándolo en el más incontestable aburrimiento. Precisamente, Carlos Abella es un excelente aficionado, un extraordinario escritor, un magnífico conversador, y también es director gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, y se entiende, que desde esta atalaya puede y debe contribuir con su trabajo, afición, formación, criterio, entusiasmo, y valía a “la autenticidad añorada”.
Ya no me preocupa tanto que no se afronte de frente la evidente desvalorización de este mundo singular, único, propio, de “potencia y argumento”. Me impacienta que quienes lo conocen bien sigan en los mismo tópicos, tan parecidos –aunque antagónicos- con los “que tratan de boicotear desde la negación de sus muchos valores”. Los anti taurinos, pasaron a ser animalistas, y ahora intransigentes identitarios. Algo así, -mal comparado, perdonen- como las chachas, que pasaron a ser asistentas, y recientemente trastocaron en asesoras del hogar. Claro, que éstas no exigen prohibiciones, ni están tan organizadas en el activismo político.
Como todos los aficionados que en este mundo se dan, Carlos Abella tiene buenos deseos para esta urgente y necesitada regeneración. “Cientos de asociaciones anhelan que la Feria de San Isidro ratifique por la vía del hecho el ingrediente fundamental de un patrimonio común, cultural y tradicional”, concluye. Bien, y si esta esperanza no se da, ¿a quién reclaman los “nobles aficionados”?

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