viernes, 30 de enero de 2015

Apuntes para una temporada (1)



Plenitud en los ruedos
A la plenitud de toreros que se dan en el escalafón se suman aquellos que se fueron y que regresan ahora a marchas forzadas. La saturación de reapariciones de diestros de tronío está convirtiendo las sorpresas en irrelevantes. No son ni dos ni tres. Es decir, que ya están todos al completo y que en la línea del disparadero taurino no cabe uno más. No hace falta dar nombres. Pero sí imaginar que a los organizadores y empresarios de tan clónicas ferias a lo largo de la geografía –por intrascendentes y sosísimas- se les está planteando un serio problema de colocación, de estipendios y de glorias puesto que la capacidad resolutiva de tan altos mandatarios festivos es inversamente proporcional a la abundancia de personal en los tendidos. Por no hablar de los tres o cuatro ganaderos a los que hay que dorar la píldora reproductiva de material genético al uso.
Para explicar este fenómeno hay como siempre versiones dispares. Para unos muchos optimistas la riqueza de la fiesta es un factor cuantitativo y, por tanto, ajustado por narices al cómputo de apéndices a cortar. Para unos pocos pesimistas, las reapariciones se circunscriben en provechos personales y que no se hace necesario especificar –obviamente- si son fiscales, administrativos o narcisistas. No se trata de contabilizar los personajes que quieren ser o estar en los ruedos pero sí provocar una reflexión de qué tipo de fiesta se necesita con urgencia. Si la crisis está haciendo estragos en los presupuestos, apoyos institucionales y el número de festejos, la más dramática situación posible son los inservibles, inexistentes e interesados planes del estamento taurino para devolver y generar afición por este espectáculo, el cual ha sobrevivido a prohibiciones, bulas papales y profundas depresiones pero que no podrá aguantar el sablazo, la simulación y la desidia.
Aunque no será por falta de diestros, como se descubre. No será por falta de animales, sacrificados muchos sin tocar suelo de albero. No será por conciencia taurina colectiva, que mira con angustia que el maná institucional caiga del ciego. Entonces, será por falta de sentido común, pues teniendo las cosas tan claras no se entiende que alguien no haga algo para remediar la debacle. Y esa sabiduría sí se hace urgente en las reapariciones y en las conciencias. Por supuesto, que todo el que quiera dar un paso al frente al menos traiga unos cuantos toritos bravos debajo del brazo. Igual algunos se enteran y arman la de Dios es Cristo.

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