jueves, 28 de octubre de 2010

Sobre el IX Congreso Mundial de Ganaderos

Un ataque de cuernos en Marte
Los criadores de toros de lidia se han reunido en las Islas Azores (Portugal). Allí, los profesionales españoles, portugueses, colombianos, mexicanos, franceses y ecuatorianos han llegado para exponer y debatir las circunstancias particulares de su sector. El escenario elegido para congregar al estamento ganadero puede resultar algo exótico, pero la explicación está en el activismo de algunas asociaciones taurinas portuguesas.
(...) Lo más significativo de este certamen es la incapacidad de los organizadores en la exposición final. Resulta imposible que los no asistentes al acto (como yo misma por ejemplo) nos pudiéramos enterar de lo que ha sucedido durante estos días taurinos en Angra do Heroismo y Praia da Vitoria, dos localidades de la Isla Terceira, y sobre todo pudiéramos entender que este congreso reúne las condiciones necesarias de credibilidad en tiempos de crisis. A los que no ha llegado esta retahíla de ideas sin hilar, sin concretar planes de actuación enérgicos, sin abordar los problemas fundamentales de la Fiesta y sin afrontar la verdad de su materia prima -que es el toro de lidia- nos demuestra a ciencia cierta que los ganaderos de bravo viven muy bien en otro planeta, con sus ataques de cuernos en el “apoyo a la Tauromaquia”, según dicen, pero sin abordar con decisión y prontitud el descastamiento de la cabaña brava, de su culpabilidad en el manoseo infame que han hecho de las entrañas bovinas, en los productos borreguiles y artistas que quieren rentabilizar en pelotazos, del enfundamiento ilegal y obsceno con que han tocado al animal más hermoso y singular de la creación, de cerciorarse que no les afearán conductas afeitadoras o reparadoras, de asegurarse en chapuzas de promoción de dehesas inundadas de caricaturas desnaturalizadas que algún día fueron seres altivos y poderosos. Desde Marte y desde este lado mundano, los ganaderos confunden los refranes y no aplican la gramática correctamente. A saber. Sujeto: Ellos mismos. Verbo: tomar. Predicado: al toro por los cuernos. No bastan las sutiles denuncias de las presiones a las que están sometidos, ni los riesgos que deben asumir como empresarios que son. Es necesario un plan de actuación que aborde ya la regeneración verdadera.

Las declaraciones finales de este simposio son impenetrables, absolutamente inaccesibles. Son absolutamente ajenas a cualquier autocrítica decente. Son absolutamente increíbles porque esconden la profunda decadencia de la Fiesta de los toros, cuya materia prima está encomendada a estos mismos protagonistas. Son absolutamente incapaces de trasmitir credibilidad en su derecho legítimo a tener una actividad empresarial y obtener beneficios económicos por la exploración de la misma. Son absolutamente contradictorias en sus propuestas mercantilistas. Son absolutamente patrañeras cuando aseguran velar por la “economía del toro” mientras no aborden con medidas urgentes la decrepitud de la genética del ganado bravo, manoseado hasta límites irreconocibles e irrecuperables. Son absolutamente cínicos cuando no reconocen esta decrepitud, no hacen nada para remediarla y al mismo tiempo se permiten el lujo de reclamar un periodismo serio y crítico. Es absolutamente obsceno que hayan sido capaces de soltar tantas diatribas sin ton ni son, y sobre todo, sin la mínima apuesta por la verdad, la humildad, el trabajo, el espectáculo y por su oficio. En fin, son ganaderos de otro planeta. Marcianos, absolutamente.
Nada han dicho los ganaderos de la decadencia que asuela la Fiesta de los Toros, ni de la responsabilidad que tienen en esta debacle, ni la descastada materia con la que han identificado sus “productos” exclusivos y singulares, ni de la crianza fraudulenta del enfundado de las cornamentas y el manoseo genético hasta hacer irreconocibles los parámetros de casta y bravura. Nada dicen de los verdaderos problemas. Nada de las soluciones. Nada de la verdadera regeneración de la Fiesta. Otro día les contaré mi versión sobre el abandono.
(...) Pido disculpas por el tono de este discurso, pero como ya les advertía las respuestas airadas suelen sobrevenir a circunstancias impresionantes. Y su dramatismo es de altura. Señores ganaderos, empiecen por reconocer la decadencia de este espectáculo, cómo buscar soluciones para evitar el mal absoluto, y exíjanse ética propia en el ejercicio de su trabajo. Empiecen por recuperar en sus libros genealógicos la casta, la bravura, la diversidad en los encastes. Empiecen por desenfundar las cornamentas de sus animales. Empiecen por denunciar y no transigir con los altos “conocimientos técnicos de los toreros” en sus exigencias de materia prima. Empiecen por no admitir el impuesto de los veedores. Empiecen por decir la verdad sobre el ajuste de la oferta de borreguismo y la demanda de la integridad en el espectáculo. Empiecen por ser corporativos en la persecución del fraude. Empiecen por dejar las pamplinas de los parques temáticos y procuren exhibirse en las plazas de toros con rotundidad. Pidan luz y taquígrafos en vez de reporterismo adulador. Entonces, reconoceremos su lógica pretensión de tener rentabilidad en su negocio, comprenderemos las dificultades que les acosan y admiraremos la grandeza de su oficio, el más hermoso de cuantos haya podido desarrollar el ser humano en creatividad, experimentación, posibilidad y hermosura.
Pueden acceder al texto completo en
https://sites.google.com/site/toroaficion/opinion/congreso-ganadero-azores

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