jueves, 30 de septiembre de 2010

Los toreros, la ministra y las reivindicaciones artísticas

Siete hombres al amanecer,
el toreo de salón
y una sonata desentonada


“Venimos a ello”. Con este pase natural se presentaban siete hombres de plante torero ante la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde en el día de hoy (30 de septiembre). Cruzaban las puertas del gabinete pasadas las dos de la tarde, para solicitar, según estaba previsto, a la titular institucional que el “toreo dependa” de este ministerio, o lo que es lo mismo, que el espectáculo taurino deje de pertenecer a las competencias de Interior.
De artistas a artista. Esta era la propuesta que le proponían a González-Sinde. El encargado de trasladar la petición (y de comunicarla a los periodistas) era Enrique Ponce, el cual pretendía "expresar a la señora ministra" -en la comida programada- el deseo de que la tauromaquia pase a depender de Cultura "porque pensamos que es donde debe estar el toreo, y que se nos reconozca así, como artistas que somos”.
Este asunto era el principal. No estaba en la agenda de esta reunión -de alto nivel para los comparecientes- otros temas trascendentales de actualidad (como la prohibición de los toros en Cataluña); o tan cruciales como la decadencia del espectáculo taurino (es público y notorio); o la crisis del sector (que a todo el mundo afecta); o los mecanismos de promoción, divulgación y estudio de la tauromaquia (materias que si se podían requerir a la ministra de Cultura); o reconocer nuestra tradición histórica, social, popular, singular y patrimonial (por supuesto y porque los principales artistas de este país así la han engrandecido con su obra y aportaciones); o sencillamente demandar un apoyo gubernamental (incluso político) a la fiesta de los toros (porque les va en el cargo y porque esta dentro de la legalidad, sin más).
Sobre estas otras cuestiones -no tan valiosas en el orden del día-, el portavoz del grupo (Ponce) aseguraba “que podrían salir en la conversación”, y se sobrentiende que no habría ningún inconveniente en hablar sobre las mismas, aunque no era el objeto “específico”. Aclarado, maestro.
Menos mal que pedían ser más artistas de lo que se creen, porque si hubieran pedido tener más garantías para realizar las tareas que competen y que abarca el toreo, igual se ponen a dar pases naturales, templados y ligados por aquellos mismísimos espaciosos terrenos, entre mesas y solomillos, durante la esperada comida-reunión-trabajo, enseñando como Belmonte, dominando como Lagartijo la situación de lance torero. Bien pudiera haberse dado esta hipotética circunstancia. Y puestos a imaginar, si les hubiera dado por las reivindicaciones, igual le cantan una sonata a la “señora ministra” (con derechos de autor al corriente de pago), reivindican las mañanitas, lo cuelgan en youtube con prestigio, fortuna y gloria. De soluciones ni hablamos. Ya sabemos que no las necesitan.
La ministra parecía receptiva, horas antes del encuentro. Decía que escucharía “las propuestas, sus preocupaciones y que les trasmitiría tranquilidad”. Vamos que les ponía ojitos melosos a estos siete hombres, que estaba dispuesta al toreo de salón, y que dice mucho de sus buenas intenciones, pero poco de sus aficiones taurómacas. El toreo de lances al aire puede emborrachar, pero lo que hay que hacer es torear de verdad. De verdad. Y cuando se dice de verdad, quiere decirse con la verdad y con todas las letras. Esta materia todo el mundo la entiende y nadie la reclama.
En este juego idílico, al amanecer después de la noche prohibicionista, a ritmo de mañanitas, de sonatas arrebatadoramente culturetas, el objeto de deseo se transforma en jugoso desnudo de muchos miles de euros que van a parar a las resquebrajadas arcas del Estado.
Puro romanticismo, amorcito. Puritito negocio, vida mía.
A esta histórica reunión asistieron los diestros Enrique Ponce, Miguel Ángel Perera, Manuel Jesús, El Cid, Cayetano Rivera Ordóñez, José Antonio, Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Julián López, El Juli. Faltaron José Mari Manzanares y José Tomás.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Sobre el blindaje de los ‘correbous’

La fábula (identitaria) de la zorra y las uvas
El Parlamento catalán ha dado una nueva lección de Estado, evidentemente a su manera. A la manera identitaria, que para más señas nadie sabe de qué se constituye, pero sí cómo se aplica. El dirigente de la formación política catalana Convergencia i Unió, Artur Mas, trataba de explicar estas peculiares interpretaciones propias sobre el tema de los toros en el espacio radiofónico de una emisora de ámbito nacional. La primera pregunta que se le hacía era precisamente sobre por el asunto trascendente y urgentísimo de blindar las fiestas populares de los correbous en Cataluña en el último pleno de la legislatura, dos meses después de que esta misma institución prohibiera las corridas de toros en esta comunidad autónoma y dos meses antes del día señalado de las elecciones locales. Ambas cuestiones (unos festejos en el ruedo y otros en las calles) que afectan a la representación de los espectáculos taurinos podrían darse conjuntamente, y en el peor de los casos defenderse que existiera uno y el otro no. Pero, lo que todo el mundo entiende es que no se pueden emplear los argumentos animalistas para unos y queden excluidos para otros. Las explicaciones prohibicionistas se sustentaban en el sufrimiento y muerte del animal dentro de un espectáculo público. Por tanto, la solución era impedir que se produjeran mediante ley, aunque se aprovecharía la coyuntura para escenificar lo casposo, irreverente y obsoleto de un mundo al que estamos obligados a cambiar, tanto como nuestra conciencia, libertades, modales, historia y hasta el catastrófico sentido trágico y rancio que nos define.

Todo mundo entiende la maniobra oportunista en el tiempo y el espacio. Todos de acuerdo en el matiz, excepto los postulantes autoritarios, prohibicionistas, identitarios y exclusivos de sus señorías catalanas, que como aseguró un representante político de Esquerra tras la votación “se defiende las tradiciones catalanas y los correbous son una fiesta catalana”. Frase esta muy curiosa pues el presidente de ERC (la misma agrupación política, miembro del tripartito que gobierna), Joan Puigcercós, dijo hace unos días: “la abolición del sufrimiento no tiene patria”.
Artur Mas –que sólo habla de independentismo en la intimidad- afirmaba y reconocía en esta entrevista radiofónica que la medida se ha debatido y tomado por el obligado carácter “identitario” (así definido por la más alta institución catalana) de las fiestas populares de los correbous, en los cuales no se matan a los toros a estoque (como se hace en una plaza de toros) sino que se corren por las calles con teas en los cuernos, o quizá con sogas en sus extremidades, o quizá con otras vestimentas similares, para luego posiblemente comérselo en caldereta colectiva. Los miembros de las asociaciones animalistas insisten en la crueldad de la lidia de los toros en las plazas y, por supuesto, ignoran los sufrimientos de los animales (a su juicio no existen porque no se matan) que protagonizan las correrías por las calles de muchos pueblos de la ribera tarraconense. Tesis fundamental, parece ser esta de medir el salvajismo. Y tan arbitraria, tan fundamentalista, tan cínica y obscena que sirve para un roto como para un descosido.
A su señoría Artur Mas le parece indiscutible este apasionamiento del Parlamento catalán (precisamente porque han votado a favor de este blindaje más del noventa por ciento de sus representantes, según sus palabras), excluyendo en esta razón numérica cualquier atisbo de partidismo, intencionalidad, manipulación, sectarismo, oportunismo y de paso niega que se atente contra las libertades.
Y es que podemos estar tranquilos. Artur Mas ha explicado con rotundidad que los correbous no se tocarán pues está previsto que “se regulen”. ¡No sea tan olvidadizo, señoría! No quisiera enmendarle este arrebato organizador, pero estaría bien que recordara que el único espectáculo del mundo que está regulado, reglamentado, asistido y dependiente institucionalmente del Ministerio de Interior, es el que corresponde a las corridas de toros. ¡Qué lástima que no lo recordara en su momento! Nos abríamos ahorrado un disgusto, más una prohibición estupenda. ¡No sea tan olvidadizo, señoría!

Estoy por la labor (desinteresada) de recordarle aquella interesante mañana, (al día siguiente de que la más alta institución catalana diera curso a la tramitación parlamentaria de la Iniciativa Legislativa Popular que promovía la prohibición de los espectáculos taurinos, más tarde concretada en las corridas de toros, y más tarde consumada), aquella en que recibía a algunos miembros de su grupo político, elegidos en los pueblos hermosos situados en las tierras que el Ebro surca en Tarragona. Amplia representación política tiene usted allí, por el numeroso grupo que constituía la visita que tan cortésmente le hacían. En la cita le dijeron que eran muchos, de muchos pueblos, buenos votantes, mejor catalanes, que son tan suyos como cualquiera con sus fiestas, que les gustan las correrías de los toros embolados transitando entre masías, que dejan su buen dinerito a las locales economías, que se cuidan mucho de no importar materia prima fuera de las particulares fronteras pues disponen de dos o tres ganaderías a su disposición exclusiva, que se puede vender el tema como protección de espacios verdes y acuíferos muy saludables en el discursito político, que a buen seguro no estaría dispuesto a perder ni un simpatizante tan necesario en el cómputo final electoral, y sobre todo le recordaron señor Mas, que tuviera en cuenta los plazos, es decir, prohibición en julio, fiestas en agosto, elecciones en noviembre. Tranquilizó a los asistentes que los correbous no se tocarían, ni con Iniciativa Legislativa Popular ni con nada. Y ha cumplido su promesa. Ha dado una lección de alto concepto de Estado.
Por esas mismas horas, de esos mismos días, el señor Balañá -propietario de la Plaza Monumental de Barcelona- y su corte de abogados se dejaba ver y oír por los despachos, recordando también que de efectuarse la prohibición de los festejos taurinos -en el único ruedo en Cataluña disponible a tal efecto (es decir, el suyo)- se exigiría la correspondiente indemnización por daños y perjuicios sumados por alrededor de cien años de negocio inexistente. Algo así, como el gran pelotazo del siglo (es decir, el suyo). Poco importó esta cuestión pecuniaria -quizá por este acusado concepto de servicio al Estado- pues la idea es que el monto lo paguemos entre todos.
¡Ay, esa zorra tan sibarita de la fábula, a la que no le apetecía zamparse las delicias de la parra asegurando que estaban agraces! ¡Qué lista, que al mínimo descuido contemporizador las engulló de golpe! ¡Qué ingenuos todos, los que pagaremos con creces el empacho a base de lavados de estómago! ¡Qué catástrofe por tanto empobrecimiento que se avecina! ¡Qué tristeza en el alma torera! ¡Qué suerte la nuestra entre tanto personaje ramplón y mentecato, de voz potente y ejecutora, de artilugios deplorables, de artimañas obscenas, de ignorancia supina, de corruptelas pergeñadas para ser legales, de talante insufrible!
Pueden decir lo que quieran. Pueden hacer lo que les plazca. Es más que evidente que lo están haciendo a sus anchas. Pero, por lo que más quieran, ¡no nos fastidien la vida redimiéndonos por nuestros pecados y costeando los suyos propios! Los aficionados, los que amamos, defendemos y respetamos el mundo maravilloso y singular de los toros sabemos lo que nos espera: ser fusilados al amanecer. Ustedes tengan cuidado. Cuídense, que tanto mosto empacha, no vaya a ser que tengan que acudir a urgencias. Cuidado a todos, las uvas ya están maduras.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Treinta años después de El Caña

Al genio y gran vividor
Ayer, 16 de septiembre, hace treinta años con la máxima exactitud, moría en Madrid el “escritor madrileño costumbrista más destacado del siglo XX, y también uno de los últimos que ha cultivado este género, heredero de Mesonero Romanos. Las dos constantes de su obra, sus dos pasiones, fueron Madrid y los toros”. Así, queda definido en esta enciclopedia libre virtual llamada Wikipedia. Este “escritor, periodista y crítico taurino español”, que había nacido también en esta misma ciudad -a la que amó sin remordimientos- en el año 1898 que marcaba el final del Imperio, fue un gran vividor a lo grande. Fue tan descomunal su legado e influjo espiritual y profesional, que El Caña se convirtió en el impulsor de la defensa en la Fiesta, de su autenticidad, de sus valores privativos y singulares. Trasformó la crítica taurina en joya literaria de puro ambiente envolvente, en la que se desgranaba la pasión, la afición y el corazón torero de este maestro en sucesivos instantes comunes, verídicos y graciosísimos.
He dedicado gran parte del tiempo veraniego a la lectura y la relectura de sus escritos, algo creo que ustedes han percibido ya -con mi insistencia y abundancia en su recuerdo- en la más que abultada cantidad de citas, textos y recopilaciones de artículos sobre el personaje en este soporte digital. Hoy, en el recuerdo, en la presencia, les devuelvo a mi rutina ofreciéndoles un extracto de la entrevista que el crítico Joaquín Vidal le hizo a Cañabate (y publicada en El País en julio de 1979), un año antes de su fallecimiento. La excusa sería la aparición del tomo quinto de Los Toros, el tratado de tauromaquia que dirigió José María de Cossío, y que posteriormente, con meses de diferencia en el tiempo, se presentaría después del sexto tomo de esta obra. La realización y dirección de estos dos volúmenes correspondió a Antonio Díaz Cañabate, en la que elaboró gran parte de las biografías de toreros recopiladas, así como también un estudio sobre el toreo contemporáneo.
En la memoria, en el homenaje a estas dos figuras colosales del periodismo –y por méritos propios de la literatura-, les ofrezco un extracto de la entrevista a un maestro, realizada por un maestro.

Entrevista publicada el 6 de julio de 1979. Diario El País
Díaz Cañabate:"Me apasiona la fiesta de toros"
Por Joaquín Vidal
(…)

P. ¿Cuándo empezó usted a trabajar en los dos tomos que van a aparecer en breve?
R. En realidad, hace un par de años, aunque el asunto colea desde hace siete o más. (…) Pero no puede hacerse ni idea de los quebraderos de cabeza que tuve, principalmente porque no encontré colaboradores.
P. Parece raro, pues son muchos los escritores especializados en temas taurinos.
R. No se crea que tantos; me refiero a los que sean medianamente inteligentes. Y los que valen no pudieron, o no quisieron, colaborar. El panorama, en estas circunstancias, era negrísimo. ¿Cómo iba a afrontar yo solo tarea de tanta envergadura? (…) Conocí circunstancialmente a Juan José Bonifaz y me enteré de que, simplemente por afición, llevaba años recopilando datos biográficos de toreros, por cierto con muy buen método, y tenía la friolera de 8.000 fichas. ¡Qué hallazgo! Me dije: «Este es el hombre» (…) (…) P. ¿Y usted?
R. He escrito la disertación, que viene a ser continuación de la que hizo Cossío en el tomo primero. Hablo del toreo de nuestro tiempo y lo juzgo en relación con una pérdida de interés notable, que es consecuencia del afeitado, de la influencia de los apoderados y de la irrupción del toreo cómico disfrazado de toreo serio. Aquí me estoy refiriendo a El Cordobés, naturalmente.
(…) P. Se dice incluso que a usted le aburría ir a los toros.
R. Este es un asunto que voy a aclarar, ahora que me brinda la ocasión, aunque ya lo he hecho otras veces. A mí no me aburre ni me aburrió nunca la fiesta de toros; por el contrario, me apasiona. Lo que en cambio me aburría soberanamente es esa fiesta que nos impusieron los apoderados y los empresarios después de la guerra, y sobre todo en los años sesenta. Le quitaron el instinto al toro, con lo que el espectáculo perdió emoción; los toreros no tenían personalidad y redujeron su técnica a los dos pases, con lo cual el toreo carecía de variedad y belleza. Yo había conocido la etapa anterior, la de los grandes maestros, con el toro íntegro y de casta, y, por tanto, no me podía gustar lo que vino después. Así que vamos a precisar: soy un enamorado de la fiesta de los toros; no de este sucedáneo. Algo parecido me ocurre con Madrid, al que quiero con toda mi alma, pero no me va este Madrid de cemento y ruidos que nos han hecho.
P. (…) ¿Por qué dejo la crítica taurina?
R. (…) En realidad estaba harto, y por eso lo dejé. Tengo ahora una sensación muy acentuada de que perdí miserablemente el tiempo durante los quince años o por ahí que ejercí de crítico. Por dedicarme a esto, dejé de hacer otras cosas más importantes, escribir libros, y así. Empleé mis años mejores en una labor que no sirvió para nada.
P. No estoy de acuerdo. Usted hizo mucho bien a la fiesta.
R. Quizá, sí, era de los pocos críticos independientes que no iban a la peseta -cuando yo empecé, esto es cierto, el panorama de la crítica era lamentable-, y se tuvo que notar. Pero eso es todo. Peleé inútilmente por una causa perdida Ahora, con mis 82 años, miro hacia atrás y pienso que me equivoqué al aceptar la crítica taurina. No siento absolutamente ninguna satisfacción por haberla ejercido, y, por supuesto, no la echo de menos en absoluto.
P. ¿Antes de Abc no había hecho crítica taurina?
R. Nunca. (…) Esporádicamente lo había hecho en diversas revistas, pero sin pensar que me iba a dedicar a esto. (…) En Abc entré con Luis Calvo, entonces director del periódico, (…) colaboré asiduamente, siempre con artículos costumbristas. La cuestión de la crítica taurina fue en 1957 (…) y sin haberlo buscado, me vi crítico taurino. Me hizo polvo Luis Calvo, caramba.
P. ¿Y eso?
R. Pues ya le decía: pienso ahora que no debí meterme en esto, pues debí escribir otras cosas. Obligado a ver al año más de cien corridas, al llegar a la feria del Pilar estaba exhausto. He de reconocer que cogí una época mala, de gran monotonía en el toreo. (…)
P. ¿Para usted la vida ha sido bonita, o un trago amargo que hay que pasar?
R. Bonita. He tenido suerte. Me he divertido todo cuanto he podido y además me he codeado con lo más selecto de mi generación (…) En fin, que he vivido muy bien, quizá porque tampoco mis exigencias han sido muchas. En cambio, en lo que se refiere al dinero, no he tenido ninguna suerte; allá donde había un duro a ganar fracasaba estrepitosamente. Ya ve: a mis años sigo viviendo de esto, de las colaboraciones, cosas que me encargan. Menos mal que me divierte escribir esos articulitos costumbristas que caen tan bien a los lectores.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Crónica. Albacete

Ni blanco ni negro, quizá cárdeno
Por Paz Domingo

Plaza de toros de Albacete. 11 de septiembre de 2010
Toros de Adolfo Martín para José Luis Moreno, Rafaelillo y Antonio Ferrera

A la salida de la coqueta plaza albaceteña, los ánimos de los aficionados allí reunidos se encontraban divididos. La discrepancia estaba en el si había gustado la corrida de Adolfo Martín, o si había fracasado el juego de sus animales. Y ambas posturas quedaron intactas, sin influenciar unas sobre las otras. Los toros saltillos de Adolfo Martín salieron bien presentados, excelentes en cabezas, de configuración a la antigua, veletos, soberbios de intimidación, entrepelados cárdenos, de textura brillante. Tenían casta, ni amarga, ni dulzona, más evidente en los tres primeros ejemplares. Tenían también nobleza, muy definida, por ejemplo, en el último ejemplar. Buscaban enfrentamiento bajo los petos, algunos empujaron pero sin grandes determinaciones, y la mayoría sirvieron para ejecutar faenas en la muleta. Les faltaron a los saltillos pies, acometividad y picante.
Así, yo me encuentro en la parte de los que vimos interesante esta cita de los santacolomas en esta plaza manchega, bellísimamente engalanada para celebrar el tercer centenario de la feria de septiembre, original y puramente ganadera. Según los comentarios que se han filtrado, tres de los animales que se lidiaron en Albacete fueron desechados por los veterinarios madrileños de la corrida de toros que echaron para atrás en la cita que tenía Adolfo Martín en el ciclo de San Isidro. Las excusas de entonces fueron los kilos insuficientes que aportaban los animales para este festejo. Un dato importante que se puede escapar, si no se analiza, es que los saltillos de Albacete estuvieron entre 480 y 520 kilos, y que por tanto, la justificación de entonces tampoco debía ser para tanto, pues todo el mundo sabe que el remate de kilos en este encaste no puede ser causa de su discriminación.
Sin embargo, una corrida tan bien presentada, sin complicaciones insalvables, y muchas toreables, se dio de bruces con los ímpetus inciertos de los tres matadores. José Luis Moreno intentó el sitio verdadero, pero no le aguantó el corazón, ni el deseo, ni sus buenas maneras en los lances del capote, incluso sus atisbos de clasicismo, haciendo más evidente sus contradicciones en su segunda intervención, con un toro algo más incierto por una lidia desastrosa, y lo estropeó con enganchones, tirones, más miedos insospechados. Quedó Rafaelillo muy desajustado, derrochando la casta de su primer toro, suprimiendo el temple, olvidando el mando, para después desasirse del compromiso que le imponía en su segunda intervención un toro que quería pelea en el caballo y al que le regaló castigo en exceso. Después, justificó con muchos aspavientos toscos lo que no pudo la verdad de las distancias, ni el temple necesario, ni el dominio obligado. A Ferrera le tocaron los dos ejemplares de nobleza más evidente, especialmente el sexto, que resultó espectacular en esta materia. Dejó desacoples frenéticos en el segundo tercio -que presume de controlar-, posturas grandilocuentes en terrenos de las afueras, tirones violentos, ineficacia y la evidencia de que la suerte cae del lado de la mantequilla.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Sobre los recursos de inconstitucionalidad

La respuesta
es adecuada y obligada
La Unión Taurina de Abonados y Aficionados de España acaba de enviar una nota de prensa a los medios informando de una reunión con la Defensora del Pueblo (en funciones), María Luisa de Cava, donde se le exponía “la conveniencia de recurrir ante el Tribunal Constitucional” la ley aprobada por el Parlamento Catalán de la prohibir las corridas de toros en esta comunidad autónoma. Esta asociación taurina (que agrupa a 11 asociaciones regionales) pretende que este organismo interponga el “recurso de inconstitucionalidad”, y cuyo plazo terminaría el próximo 6 de noviembre, pues mantiene que tiene que ser el mismo Tribunal Constitucional quien “se pronuncia sobre la primera ley que atenta contra la integridad de nuestro patrimonio cultural taurino y que discrimina a los aficionados por motivaciones ideológicas ajenas a los valores de tolerancia y pluralismo de la sociedad española actual”.


Es gratificante comprobar que las asociaciones taurinas se están movilizando ante esta ley prohibicionista (local) que en la opinión de muchos va contra nuestras libertades sociales, culturales y personales que podemos tener, experimentar, desarrollar y disfrutar todos aquellos hombres y mujeres que viven, viajan, trabajan, pagan, nacen y mueren en este país de tradiciones e historia singulares y únicas. Hay incluso una propuesta es este sentido por parte de la Asociación Parlamentaria Taurina, y cuyos miembros pretenden aglutinar a congresistas y senadores para presentar también una propuesta de inconstitucionalidad de esta absurda ley proteccionista (insisto estrictamente local). Me consta que están trabajando en ello, pero quieren ser ambiciosos, es decir, congregar también a las señorías del grupo socialista filo taurinas (que las hay) y que la propuesta no parezca orientada por una misma agrupación política. Les deseo mucha suerte y que lo sigan intentando. Esta plataforma tendría su sentido si efectivamente consiguen concretar este recurso de inconstitucionalidad, auspiciado por el mayor número de señorías. Ya sabemos que el grupo socialista está cerrando filas y posiciones alejados totalmente de la coherencia, de la responsabilidad política, el sentido común, la historia, y hasta la valentía en la defensa y respeto que tienen las corridas de toros en nuestras vidas, en nuestra historia, patrimonio, literatura, todas las artes al completo, incluso a la riqueza material e inmaterial que ha aportado a nuestro enriquecimiento como personas y como Estado.

Los responsables políticos y jurídicos de este país deben recordar (parece que quieren olvidarlo apresuradamente) que están obligados por cargo a defender, fomentar, desarrollar y favorecer la fiesta de los toros, porque es patrimonio cultural, social, artístico incluso político, pero sobre todo compete a las libertades personales, a la capacidad individual de disfrutar de un espectáculo absolutamente reglamentado, y por tanto, absolutamente legal. Y están obligados a la acometida de su defensa cuando su existencia corra peligro (como es el caso que nos ocupa en Cataluña), sean o no sean taurinos, pues son ante todo los garantes de nuestra libertad, de la suya y de la mía.

Que no se nos olvide, Ahora estamos pidiendo amparo a las altas instituciones del Estado. En primera súplica hay que demandar responsabilidad, defensa de la legalidad vigente y la devolución de las libertades individuales que nos han arrebatado con esta ley injusta, prohibicionista, política en su base, deplorable en su desarrollo, absurda por lo que deja al margen, de costes elevadísimos a todos y catastrófica por su irreverente ignorancia. Animo a todas estas iniciativas. Los mismos responsables políticos y sociales deben abanderar esta causa porque son los responsables de que este espectáculo singular y único pueda existir, desarrollarse y transfundirse a los hombres y mujeres que vendrán, aquellos que libremente quieran amar esta fiesta hermosa, o simplemente, a aquellos que quieran respetar lo que significa y todo lo que es y fue. Insisto. Estos responsables políticos y sociales están obligados a acometer estas garantías. Lo quieran o no. Sean pro o anti taurinos. Lo que deseamos es estos garantes defiendan la verdad, las libertades individuales y los derechos inalienables que a todos nos corresponden.

Quiero, por último, abundar en el apunte que hace esta Asociación -que preside José Luis Moreno-Manzanaro- en su comunicado: “la ley catalana es la primera que plantea la abolición de las corridas de toros en nuestra historia constitucional”. Y lo explica: “Como ha declarado recientemente D. Lorenzo Olarte , ex Presidente de la Comunidad Canaria y promotor de la Ley de Protección de Animales de 1991, tal prohibición no existe en Canarias, donde podrían celebrarse festejos taurinos si lo demandaran los aficionados y los empresarios taurinos tomasen una iniciativa en ese sentido. Así pues no se puede alegar sin pecar de tendenciosidad un precedente que sencillamente no existe.”

Pues sí señores, esta ley (8/1991, de 30 de abril de protección de los animales), tan recurrente y tan plagiada en sus supuestas reivindicaciones, paradójicamente ha sido la ley de referencia, que todo el mundo desconoce su contenido y que además la citan como si fuera la verdadera alma franciscana. Es extravagante que se asuma que la ley es prohibicionista con las corridas de toros, cuando no se menciona la palabra toro en ninguno de sus artículos; que esta norma tiene por objeto “la protección de los animales domésticos (aquellos que dependen de la mano del hombre para su subsistencia) y, en particular la regulación específica de los animales de compañía” (artículo 1 y 2 de las disposiciones generales); y tiene gracia el asunto que esta ley se promoviera contra las peleas de gallos y su crueldad (no contra los toros) y, sin embargo, la ley autoriza la “realización de las peleas de gallos en aquellas localidades en que tradicionalmente se hayan venido celebrado”.
Esta es la paradoja de esta absurda circunstancia: intentar prohibir las peleas de gallos para autorizarlas por ley y que de paso se entienda que se prohíben las corridas de toros porque algo había que interpretar. Para que lo entiendan, dice la ley en su artículo 5.2 todo lo relatado de que “podrán realizarse peleas de gallos”. Pero, no se lo pierdan. El mismo artículo (5.1), es decir, el párrafo anterior dice” “Se prohíbe la autorización de animales de peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que lleven maltrato, crueldad y sufrimiento”.
Ya lo dijo el sabio: “Difama que algo queda”. Y el otro sabio de más allá le respondió: “Esto no hay quién lo entienda”. El uno era sordo y el otro ciego.
Les dejo la dirección de esta portentosa ley que todo el mundo cita y que nadie ha leído. Con el lema: ¡Pásalo! A ver si hay suerte y se la leen de un vez. http://www.gobiernodecanarias.org/boc/1991/062/boc-1991-062-001.pdf

martes, 7 de septiembre de 2010

Calasparra y su afición

La fiesta en la calle
Vengo de darme un homenaje a lo grande, de disfrutar del espectáculo hermoso de la fiesta en la calle, de la explosión de alegría, festividad y emoción, de hacer más grande mi alma torera, de impulsar mi afición comprobando cómo se exalta la reunión festiva en las calles de Calasparra, cómo se vibra con sus encierros, cómo toman forma el mito y la realidad del toro, cómo se ensalza el ímpetu alborozado de la vida, cómo se festeja la emoción, cómo se trasmiten los ímpetus y cómo se contagia la belleza.
Estuve en los dos primeros encierros, pero a buen recaudo de la hospitalidad de la familia de Bea, arriba de la calle de El Lavador, en su casa de puertas abiertas, tanto como su corazón pletórico de amabilidad y afinidad. Desde su atalaya, inundada por el sol mañanero, la vista avanza rápida en la situación. Las distintas alturas de los palos llenos a rebosar, de pie, sentados, los que buscan asegurar el mínimo resguardo de madera con la mano que sujeta y que impulsará en el momento decisivo. Los mozos nerviosos que transitan inundando todos los mínimos rincones de la calzada. La multitud de colores festivos. Las pañoletas de rojo intenso al cuello. Los sonidos coloristas de los músicos que despiertan retumbes en el corazón. Apenas se intuyen los movimientos de los pies, el trasiego nervioso de los calzados deportivos que sueltan a brincos el miedo. Las miradas furtivas a la televisión que conecta la simultaneidad, el estruendo del chupinazo, los cabestros que ya asoman tímidamente por los espacios que abre la puerta de los corrales, la arrancada lenta, carreras trepidantes hacia delante, la curva que enfila la estrecha calle Mayor, el resonar de las pisadas que cogen ritmo, las carreras hacia arriba, el impulso brioso, cuerpos pegados al límite. Cuesta arriba, la pendiente no intimida porque queda la amplitud de la calzada abarrotada de riadas instantáneas, de huída hacia delante o hacia refugios laterales. Todo es un griterío, una explosión que se deja acompañar por los cencerros, por los golpes de los pastores que cierran el desfile. Enfilan hacia el embudo de la plaza, que se divisa fugaz. Se estrecha abruptamente, y los animales pugnan para contraerse en el breve espacio. La explosión de júbilo en el coqueto albero, el trasiego indefinible de miles de movimientos que improvisan recortes imprudentes. Llega el recogimiento que se produce de manera rápida, y bien parece que deseada.
Son algo más de dos minutos, novecientos metros que van desde la Plaza de la Constitución hasta el coso de La Caverina. Una explosión festiva, precedida de buenos desayunos, con paloma, rosquillas, abundancia de café. Una explosión festiva que continúa en el trasiego por la puerta de los corrales, del interés que despeja el sorteo de las reses entre pasillos volados y pequeños, encaladas sus piedras, y de delgados ascensos. Una explosión festiva que no descansa, que sigue después con arroces intensos, de vinos familiares, de sobremesas largas hablando de toros. Preparados los cuerpos, aliviados del calor inclemente, atentos por la expectación, dispuestos a recoger miles de detalles y una vivencia única. Se vive intensamente. Aquí no viene cualquiera a ver toros, se lo aseguro. Incluso, provoca extrañeza que no se produzcan los estruendos típicos de bullanga y despiste. Pues no. Todo el mundo está a lo que está. A los toros.
La tarde pasa concentrada. El sol se aleja. Se busca lánguidamente el siguiente punto de reunión. Sucede la seriedad de la tertulia, de la puesta en común, de la voz en alto, de seguir, de comentar, de satisfacer las reflexiones meditadas, de buscar refugio para refrescarse antes del descanso. Y todo sigue. Y más. Y mañana más. Y así una semana vibrante en la intensidad de esta hermosa fiesta en torno al toro, a su simbología, a su alegría, a su poderío, a su contagio.
Fiesta en la calle, alegría de todos. ¡Qué lastima de aquellos que se la quieran perder premeditadamente! No hay nada igual en este mundo de cuerdos y sanos. Nada que se le pueda comparar.
Tengo muchas cosas que contarles de este hermoso pueblo de corazón torero. Mañana más.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Crónica. Calasparra

Los jaboneros y nuestra nostalgia
Por Paz Domingo. (...) En fin, destellos de pura nostalgia. Añoranza de este encaste vazqueño que deja en la soledad del campo su singularidad genética, su rareza en pieza de museo, y su belleza en distinción hermosa. Y es que entre estos veraguas sobresalen los ejemplares de capa jabonera, con matices, con brillantez, con altanería. Esta distinción es la que nos impulsa a los aficionados, llamados por esta melancolía. Pero, sucede que este encaste, único ya en la cabaña brava, tiene un comportamiento extraño, complicado, difícil de resolver, complejo de entender, pues su bronquedad se mezcla habitualmente con algún atisbo de bravura. Así, quedamos decepcionados en Calasparra, pues la complicación que esperábamos, la expectación que sentíamos, la casta que intuíamos quedó diluida en la muestra de un ejemplar, y ninguno fue rotundo en bravura. Más bien resultaron nobletones, colaboracionistas buenos en las faenas sin rugosidad, de los aptos para ensayar el torero, pero no para afianzarlo (...) Crónica completa en https://sites.google.com/site/toroaficion/cronicas-de-hoy/2010-calasparra

Plaza de toros de La Caverina, Calasparra (Murcia), 3 de septiembre de 2010. Vigésima primera edición de la Feria del Arroz. Trofeo Espiga de plata. Primera de abono. Novillos de Prieto de la Cal para los novilleros Martín Núñez, Jiménez Fortes y Conchi Ríos. Tres cuartos de plaza.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Crónica. Linares

Todo el mundo es consciente
(...) Y sobrevivir a estas circunstancias es la noticia del día a día. Al calor, al tedio, a la estafa, a lo insufrible de este espectáculo bochornoso en que se han instaurado los especuladores taurinos, manoseando vilmente la esencia única y auténtica fundamentada en el toro de lidia, el animal más hermoso de la creación del ser humano. Así, los contados hombres y mujeres, en definitiva algunos pocos aficionados –aquellos que nos reunimos de vez en cuando por los ruedos globales- constatamos una vez más la agonía, además de la impotencia de no atisbar luz en el desierto y de soportar el soberbio ridículo de pagar por este descaro. Se evidencian dos cosas; todo el mundo es consciente de la grandeza que se atesora en este desbordante universo, y también se certifica su enfermedad incurable y su consiguiente desenlace fatal. (...) Crónica completa en https://sites.google.com/site/toroaficion/cronicas-de-hoy/linares-2010

Toros de Luis Algarra, para los diestros Morante de la Puebla, Curro Díaz y José Mari Manzanares. Media plaza. Plaza de Santa Margarita. Linares (Jaén). 28 de agosto de 2010